Entre los
economistas venezolanos y latinoamericanos estuvo en boga
durante las décadas de los sesenta y setenta, el tema de la
dependencia externa de las economías. Con ello se hacía
referencia a la incapacidad crónica de fomentar la
producción nacional, con el objeto de satisfacer la demanda
interna y generar una base exportadora que permitiese
diversificar los ingresos para de esa manera superar o
mitigar la vulnerabilidad. Con ese fin se promovió la
política de sustitución de importaciones para producir
localmente lo que se importaba. Fueron líderes de ese
proceso Brasil, México y Argentina quienes lo iniciaron a
comienzo de los años cuarenta. En Venezuela, esa política
sustitutiva comenzó a ejecutarse, como acción deliberada del
Estado, de la mano del primer gobierno de Rómulo Betancourt,
en 1959, mediante un conjunto de incentivos tales como
créditos baratos, subsidios y restricciones a las
importaciones. A partir de allí en Venezuela se inicia un
proceso claro de industrialización primaria, pero
industrialización al fin y al cabo y de esa manera en dos
décadas Venezuela conformó un plantel industrial nada
despreciable comparado con sus pares de América Latina,
orientado básicamente a satisfacer el mercado interno.
Todo ese esfuerzo se ha venido
perdiendo, gradual pero sostenidamente a partir de 1996,
cuando es visible una caída significativa en el número de
establecimientos manufactureros de Venezuela. Durante el
gobierno de Hugo Chávez no se ha hecho otra cosa que
agudizar esa tendencia hasta hacer del parque y las zonas
industriales de Venezuela especie de escombros, debido a una
política nefasta cuyas vertientes han sido las siguientes.
En primer lugar, un ataque sostenido contra el sector
productor lo que se ha traducido en invasiones,
expropiaciones y confiscaciones de propiedades y medios de
producción. En segundo término, una política suicida que
desde 2003 ha mantenido el tipo de cambio fijo con la vana
pretensión de disminuir la inflación, todo lo cual se ha
expresado en importaciones masivas que destruyen el empleo
nacional y lo fomentan en el exterior. Tercero, un sistema
de control de cambios que hace complicado el acceso a las
divisas para satisfacer los requerimientos de materias
primas y bienes de capital para ampliar la capacidad de
producción. Finalmente, un esquema de control de precios
inútil que lo que hace es acumular la inflación sin
resolverla al tiempo que destruye la rentabilidad de los
sectores productores. Todo ello se ha expresado en una
disminución del parque industrial de Venezuela desde 11.117
establecimientos productivos hasta 7.208 unidades en 2006,
lo que se traduce en una disminución de 35,2%. Aquí reside
una de las causas del desabastecimiento cíclico que se
observa en la economía venezolana. Los grupos económicos con
los cuales el presidente Chávez soñaba con desplazar a los
tradicionales han sido un completo fiasco y mucho de sus
representantes lo único que han hecho es servir de
tramitadores de oficio de préstamos en diferentes entes del
Estado, utilizando para ello los generosos recursos
financieros puestos a su disposición.
De esta manera, en 2007 y tras
haber recibido recursos inimaginables por exportaciones
petroleras, la economía Venezolana ha involucionado hacia
una situación de debilidad tal que la retrotrae algo así
como a 1950, transformándola de nuevo en una factoría
petrolera, que nada produce y casi todo lo importa. La base
de exportaciones no petrolera que con tanto esfuerzo y
luchando contra la corriente se estableció en Venezuela a lo
largo los años setenta, ochenta y noventa, prácticamente ha
desaparecido al punto tal que en 2007 se exportó menos que
en 2004, no obstante el vertiginoso aumento de los precios
de los bienes exportados. Así, se ha conformado un cuadro
muy peligroso de dependencia y vulnerabilidad externa que
hace colgar la economía nacional del hilo petrolero, lo que
puede comprometer la alimentación de los venezolanos en un
contexto en el cual todas las materias primas y bienes
agrícolas están experimentando alzas de precios en el
mercado internacional. Por ahora nos ha salvado el petróleo.
Como es evidente del cuadro anexo, al cierre de 2007 es
notoria la situación de precariedad del abastecimiento
interno para satisfacer la demanda, lo que ha hecho de
Venezuela más una economía de consumo que de producción.
Indicadores de la dependencia
externa de Venezuela en 2007
Exportaciones petroleras (%
del total exportado) |
90,4 |
Alimentos importados
respecto del consumo nacional total (%) |
50,0 |
Alimentos importados por
Mercal respecto a sus ventas (%) |
70,0 |
Prendas de vestir importadas
respecto del consumo nacional (%) |
75,0 |
Vehículos importados
respecto de las ventas totales (%) |
64,0 |