El presidente Hugo Chávez hizo
una cadena de radio y televisión el sábado 20 de
septiembre preocupado porque los medios de comunicación no
le habían prestado la debida atención a la crisis que
enfrenta el sistema capitalista y que él se encargaría de
revelar lo que nadie había explicado para que se
entendiera lo que estaba sucediendo. Afirmó el presidente
Chávez sobre esta crisis "que es mucho más grave que la de
1929 y que estamos antes derrumbe del capitalismo".
Actuaba el presidente Chávez como si emulara a John
Maynard Keynes, el famoso economista inglés que durante la
depresión del año 1929 acertó en el diagnóstico y con la
salida al problema que enfrentaba la economía mundial. Ni
remotamente esta crisis localizada actualmente en Estados
Unidos se parece a aquella, entre otras razones porque en
aquel tiempo la economía enfrentaba un flagelo terrible:
la deflación, con caídas del nivel de actividad económica
de 20% anual, mientras que actualmente se observa una
inflación baja y crecimiento económico moderado, lo que
permite a los bancos centrales actuar sin mayores costos
en términos de alzas de precios. La verdad del caso es que
ciertamente ahora hay una crisis aguda en el sistema
financiero de los Estados Unidos que puede propagarse
hacia el resto de las actividades económicas y desde el
gobierno de Venezuela no se oculta la satisfacción por ese
hecho, sin darse cuenta que una eventual un hundimiento de
la economía mundial igualmente golpearía a Venezuela,
cuyas exportaciones petroleras en más de un 70% están
destinadas a naciones propensas a acusar el impacto de un
frenazo de la producción.
Entre quienes escriben del
tema existe una imprecisión cuando se habla de recesión de
la economía. No toda caída de la actividad económica
medida a través del Producto Interno Bruto (PIB) implica
que el país donde ello ocurra está en una recesión. Para
que ésta se verifique debe el PIB contraerse durante dos
trimestres consecutivos, según la definición ampliamente
aceptada que emplea la Oficina Nacional de Investigaciones
Económicas (NBER, por sus siglas en inglés), entidad que
agrupa a reputados economistas. Con la última información
disponible correspondiente al segundo trimestre de 2008 no
es correcto hablar de recesión en Estados Unidos en vista
de que la economía creció 3,3%, durante el segundo
trimestre de este año, cifra superior a la del trimestre
previo (0,9%). Está por verse lo que va a suceder en los
meses por venir, sin embargo lo que si pareciera ser
cierto es que hay una restricción crediticia importante y
ello afectará al crecimiento.
Existen muchas visiones sobre
las crisis de las economías de mercado, pero destacan dos.
La primera fue la que sustentó Carlos Marx y que
esencialmente asevera que el sistema capitalista lleva
consigo una contradicción que tarde o temprano provocará
su extinción. Ella se refiere a que el capitalismo en su
desarrollo excluye a las masas populares del consumo
situación que crea una crisis de exceso de producción
debido a la insuficiencia de la demanda. Marx predijo este
curso de la economía y el derrumbe del sistema con toda
claridad en el tercer volumen de su obra magna, El
Capital, publicado en 1885 aunque escrito unos años
antes. No hay que hacer muy entendido en temas económicos
para darse cuenta que Marx se equivocó completamente. No
solamente erró sino que subestimó las fuerzas internas de
la economía de mercado para salir fortalecida después de
cada turbulencia. Además, las crisis se han espaciado en
el tiempo, siendo la más notoria la de 1929, hace casi
ochenta años.
Quien si parece haber acertado
sobre la naturaleza de la economía de mercado fue el
economista austriaco Joseph Alois Schumpeter en su libro
Capitalismo, Socialismo y Democracia, editado en
1943, al establecer que el capitalismo convive con lo que
él llamó la "creación destructiva", esto es, que para
seguir su avance indetenible, la economía va dejando atrás
un conjunto de actividades que en un tiempo fueron líderes
pero que en cada nueva circunstancia ceden su lugar a
otras. El caso del acero ilustra este postulado. Hasta
mediados de los años sesenta del siglo XX las empresas
siderúrgicas ocupaban los primeros lugares de las
economías del mundo desarrollado, en particular en los
Estados Unidos, hoy las posiciones de vanguardia las
tienen la tecnología de la información y las
telecomunicaciones, entre otras. En su proceso de
crecimiento, el capitalismo necesita innovar
constantemente a riesgo de perecer en el estancamiento y
es allí donde vienen los riesgos en la medida en que al
procurar cautivar al consumidor con productos nuevos y más
sofisticados tiene que hacer inversiones cada vez más
cuantiosas con tasas de ganancias cada vez más pequeñas,
debido a la competencia que ello genera. De esta búsqueda
inagotable no escapa el sistema financiero y basta
observar su evolución desde las simples cuentas de ahorro
hasta los productos financieros altamente complejos donde
hoy se puede invertir, con elevado riesgo, para darse
cuenta de la extraordinaria trayectoria de las finanzas y
de los medios de pagos, donde el uso del efectivo cede
lugar cada vez con más énfasis a los medios electrónicos.
Es a partir de este salto como puede explicarse la actual
crisis financiera en Estados Unidos.