Las
cifras del BCV, referidas al comportamiento de la economía
nacional durante el primer trimestre de 2007, reflejan la
acumulación de importantes desequilibrios tanto en la
balanza de pagos como el área fiscal que van a conducir a un
ajuste del tipo de cambio oficial, más temprano que tarde.
La balanza de pagos registra el movimiento de divisas entre
los residentes de Venezuela y los del resto del mundo y está
conformada por dos cuentas, la corriente que contabiliza
principalmente el movimiento de las exportaciones y las
importaciones y la cuenta financiera que considera los
flujos de capital. Cuando la balanza de pagos registra un
déficit es porque se gastó más recursos en moneda extranjera
de lo que le ingresó al país y ello se expresa en una caída
de las reservas internacionales. La información del BCV
sugiere que la balanza de pagos acumuló un déficit de US$
5.606 millones entre enero y marzo de 2007, el mayor, al
menos, de los últimos diez años, todo ello en medio de un
auge sin precedentes de los precios del petróleo.
La cuenta corriente de la balanza de pagos tradicionalmente
ha sido superavitaria debido a los elevados ingresos
petroleros que recibe Venezuela. Sin embargo, los datos de
los primeros tres meses de 2007 indican que el superávit se
redujo a la mitad con relación al observado en igual lapso
de 2006, al pasar de US$ 7.004 millones a US$ 3.662
millones. Este deterioro de la cuenta corriente se explica,
por una parte, por la disminución de las exportaciones
petroleras y por la otra por el desproporcionado incremento
de 46,8% de las importaciones. De mantenerse el ritmo
importador, en 2007 las compras de bienes al exterior batirá
el record alcanzado en 2006, al totalizar aproximadamente
US$ 40.000 millones. De confirmarse esta tendencia, el
ingreso petrolero se agotará paulatinamente y será
insuficiente para financiar otros gastos externos tales como
el pago de la deuda pública, las divisas de los viajeros,
las remesas a familiares, la remisión de utilidades de las
empresas, entre otros. En ese frenesí de importaciones que
ahora vive Venezuela se está destruyendo la limitada
capacidad industrial y agropecuaria que ha sobrevivido para
dar paso a un consumo de artículos fabricados en el
exterior, que con una política agroindustrial adecuada y un
clima favorable a la inversión privada, se pudiesen elaborar
en el país. Pero en su lugar, el gobierno optó por favorecer
las adquisiciones foráneas y con ello golpear a los sectores
productivos internos. De cada viaje al exterior o visita que
hace un jefe de Estado a Venezuela, el presidente Chávez se
compromete a comprar mercaderías en el exterior o realizar
inversiones en esos países. De esta manera, la proporción de
los bienes importados en la dieta nacional no deja de
aumentar al ser los puertos del país los substitutos de las
fábricas, las fincas y las haciendas de Venezuela. Gracias a
la actividad portuaria comemos, nos vestimos y manejamos los
vehículos que transitan las calles y carreteras de
Venezuela.
Paralelamente con el ascenso de las importaciones destaca la
disminución de las exportaciones no petroleras no obstante
los mayores precios de esos productos que Venezuela negocia
en el exterior, como el acero, mineral de hierro y aluminio.
Ello refleja que la base exportadora se ha debilitado porque
en realidad se factura menos bienes no obstante el aumento
de las cotizaciones internacionales de esas materias primas.
Así, el mejor negocio en Venezuela es transformarse es
importar, obtener los dólares preferenciales y venderles a
consumidores insaciables, que aprovechando las bajas tasas
de interés y la disponibilidad de liquidez, mantienen una
demanda que a mediano plazo no se podrá sostener.
Al unísono, con la baja de las exportaciones y el alza de
las importaciones, se registró salidas de capital al
expresar la cuenta financiera de la balanza de pagos un
déficit de US$ 8.296 millones. Esto significa que se
invirtió y financió más en el exterior que lo que los
recursos que el resto del mundo dedicó a Venezuela. De ese
monto, más de US$ 7.000 millones correspondieron a
actividades del gobierno, entre las que se cuentan el
financiamiento a otros Estados, los créditos comerciales
concedidos, sin incluir las donaciones. En otras palabras,
ha sido el mismísimo gobierno el responsable de la posición
deficitaria de la cuenta financiera. El déficit de la
balanza de pagos presagia un ajuste del tipo de cambio y
como dice la canción de la guerra federal: “El cielo
encapotado anuncia tempestad”.