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El futuro de PDVSA
por José Guerra
miércoles, 28 marzo 2007


En medio de la euforia de los elevados precios del petróleo que han devenido en ingresos fiscales como nunca había disfrutado Venezuela, llegó la hora de revisar las cuentas de la industria con el objeto de evaluar su viabilidad financiera y con ello alertar sobre los problemas que pudiesen presentarse de seguir el actual curso del manejo de la principal empresa del país.

Ya es un hecho notorio la caída del nivel de producción de Venezuela, determinado por la contracción del esfuerzo productor propio de PDVSA como se presenta en el gráfico. Ello hubiese representado una calamidad nacional de no haber mediado el fuerte incremento de la producción de los convenios operativos y las asociaciones estratégicas, conformados tras la apertura petrolera. No obstante las críticas que se puedan formular a su concepción e instrumentación, tanto los convenios operativos como las asociaciones estratégicas de la Faja del Orinoco permitieron levantar un nivel de producción que alcanzó mas de un millón de barriles diarios de petróleo que PDVSA no estaba en condiciones de producir debido a la falta de inversión, la cual fue suplida por las empresas extranjeras con recursos por más de US$ 15.000 millones a partir de 1997.

La lógica del manejo de la industria petrolera y su relación con el fisco nacional se ha trastocado. En efecto, se ha desvirtuado el modo en que debe funcionar y operar una empresa de las dimensiones de PDVSA a la cual se le ha impuesto una carga directa en la forma de programas sociales que están comprometiendo su sostenibilidad como compañía a cargo de la exploración, producción y comercialización de petróleo en Venezuela. El hecho de que PDVSA tenga que hacerse cargo de la ejecución de una amplia y creciente gama de programas sociales revela, por una parte, que el Estado venezolano y su administración pública están quebrados e inhabilitados para cumplir sus roles básicos de provisión de servicios sociales y por la otra, se pone en evidencia el calamitos destino que le depara a la empresa de continuar el curso que trae.

En este sentido, la Memoria y Cuenta de PDVSA consignada por el Ministerio de Energía y Petróleo debería llamar la atención sobre una cadena de gastos realizados en áreas radicalmente distintas del quehacer petrolero, que expresan que la industria realiza erogaciones sustancialmente superiores en el llamado gasto social que en el negocio petrolero propiamente. De esta manera, en 2006 PDVSA destinó US$ 11.838 a programas sociales mientras que en inversiones erogó US$ 5.832 millones. En el mismo año, la lista de desembolsos no vinculados al negocio petrolero incluye, entre otros:

  • US$ 1.347 millones para el financiamiento de la Misión Barrio Adentro II, de los cuales US$ 929 millones fueron a parar a manos del gobierno de Cuba por concepto de acondicionamiento de los centros de diagnóstico integral. No ha bastado los US$ 2.000 millones con los cuales se subsidia al Estado cubano por los envíos anuales de petróleo a la isla.

  • US$ 40 millones de aporte al Fondo Alba Caribe para financiar la política exterior de Venezuela.

  • US$ 676 millones de aportes a las comunidades, sin que se sepa en qué se gasto ese monto.

  • US$ 837 millones para el agro y planes de infraestructura. El gasto realizado en la agricultura coincidió con una disminución de 7,0% promedio en la producción agrícola nacional en 2006.

Como puede apreciarse se trata de un esfuerzo significativo que ha creado una forma de gastar muy cuestionable que la Junta Directiva de PDVSA en algún momento tendrá que rendir cuantas ante la justicia de Venezuela.

Mientras esto ocurre, PDVSA ahora con el sombrero en la mano sale a pedir dinero prestado con el argumento de que requiera recursos para la financiación de sus proyectos de inversión. Si no le ha sido suficiente un precio del petróleo a US$/b 56,4, como el registrado en 2006, qué habría de esperar si las cotizaciones del barril de petróleo se deslizaran hacia la baja de forma tenue pero sostenida. Habría que preguntar si los países beneficiarios de las ayudas y regalos otorgados por el gobierno de Venezuela concurrirían a socorrer a los venezolanos.

En la ruta del endeudamiento, PDVSA contrajo a comienzo de 2007 un préstamo con BNP Paribas por US$ 1.000 millones a lo que siguió otro crédito pagadero con petróleo por US$ 3.000 millones. La faena se completará con la emisión de US$ 5.000 millones en el mercado local para un propósito no totalmente claro, toda vez que unos dicen que es para absorber la liquidez excesiva y con ello aliviar las presiones inflacionarias, con lo cual PDVSA estaría usurpando las funciones del BCV, en tanto que otros argumentan que se trata de levantar fondos para financiar el flujo de caja de la empresa, fuertemente comprometido con gastos que no cesan de crecen al tiempo que la producción se contrae.

Endeudamiento estimado de PDVSA
(Primer trimestre de 2007)
 
Millones de US$
BNP Paribas
1.000
Marubeni-Mitsui
3.000
Bonos a emitidos
5.000
Endeudamiento total
9.000



A ello hay que agregar los compromisos que PDVSA está contrayendo con motivo de la estatización de los cuatro conglomerados que conforman las asociaciones estratégicas de la Faja del Orinoco. Esos pasivos difícilmente pueden ser honrados con dinero constante y sonante y muy probablemente PDVSA tenga que cancelarlos con petróleo crudo en vista de sus dificultades de caja.

La última información proveniente de la OPEP registra que la producción de petróleo de Venezuela se situó en febrero de 2007 en 2.450.000 millones de barriles diarios. Frente a un consumo interno en el entorno de los 500.000 barriles de petróleo diarios, el saldo exportador comienza a reducirse gradualmente. Por ello no se trata de que los embarques hacia Estados Unidos hayan disminuido por voluntad expresa del gobierno para asfixiar energéticamente al imperio, sino porque que está cayendo la producción petrolera, tal como la reportó el BCV en sus cifras correspondiente a 2006. La evidencia es que no existe un número suficiente de taladros en operaciones, se han cerrado pozos en condiciones de producir, existe déficit de gas y por tanto las plantas eléctricas están consumiendo diesel y además se está importando gasolina para abastecer al mercado interno. Súmese a estos elementos una serie indetenible de accidentes con víctimas fatales en las instalaciones, en los campos y complejos refinadores para que se valore el estado actual de la industria petrolera de Venezuela y cada quien se forme su criterio sobre el futuro de la que ha sido la empresa más .importante del país.
Gráfico


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