En
medio de la euforia de los elevados precios del petróleo que
han devenido en ingresos fiscales como nunca había
disfrutado Venezuela, llegó la hora de revisar las cuentas
de la industria con el objeto de evaluar su viabilidad
financiera y con ello alertar sobre los problemas que
pudiesen presentarse de seguir el actual curso del manejo de
la principal empresa del país.
Ya es un hecho notorio la caída del nivel de producción de
Venezuela, determinado por la contracción del esfuerzo
productor propio de PDVSA como se presenta en el gráfico.
Ello hubiese representado una calamidad nacional de no haber
mediado el fuerte incremento de la producción de los
convenios operativos y las asociaciones estratégicas,
conformados tras la apertura petrolera. No obstante las
críticas que se puedan formular a su concepción e
instrumentación, tanto los convenios operativos como las
asociaciones estratégicas de la Faja del Orinoco permitieron
levantar un nivel de producción que alcanzó mas de un millón
de barriles diarios de petróleo que PDVSA no estaba en
condiciones de producir debido a la falta de inversión, la
cual fue suplida por las empresas extranjeras con recursos
por más de US$ 15.000 millones a partir de 1997.
La lógica del manejo de la industria petrolera y su relación
con el fisco nacional se ha trastocado. En efecto, se ha
desvirtuado el modo en que debe funcionar y operar una
empresa de las dimensiones de PDVSA a la cual se le ha
impuesto una carga directa en la forma de programas sociales
que están comprometiendo su sostenibilidad como compañía a
cargo de la exploración, producción y comercialización de
petróleo en Venezuela. El hecho de que PDVSA tenga que
hacerse cargo de la ejecución de una amplia y creciente gama
de programas sociales revela, por una parte, que el Estado
venezolano y su administración pública están quebrados e
inhabilitados para cumplir sus roles básicos de provisión de
servicios sociales y por la otra, se pone en evidencia el
calamitos destino que le depara a la empresa de continuar el
curso que trae.
En este sentido, la Memoria y Cuenta de PDVSA consignada por
el Ministerio de Energía y Petróleo debería llamar la
atención sobre una cadena de gastos realizados en áreas
radicalmente distintas del quehacer petrolero, que expresan
que la industria realiza erogaciones sustancialmente
superiores en el llamado gasto social que en el negocio
petrolero propiamente. De esta manera, en 2006 PDVSA destinó
US$ 11.838 a programas sociales mientras que en inversiones
erogó US$ 5.832 millones. En el mismo año, la lista de
desembolsos no vinculados al negocio petrolero incluye,
entre otros:
-
US$ 1.347 millones para el
financiamiento de la Misión Barrio Adentro II, de los cuales
US$ 929 millones fueron a parar a manos del gobierno de Cuba
por concepto de acondicionamiento de los centros de
diagnóstico integral. No ha bastado los US$ 2.000 millones
con los cuales se subsidia al Estado cubano por los envíos
anuales de petróleo a la isla.
-
US$ 40 millones de aporte al
Fondo Alba Caribe para financiar la política exterior de
Venezuela.
-
US$ 676 millones de aportes a
las comunidades, sin que se sepa en qué se gasto ese monto.
-
US$ 837 millones para el agro y
planes de infraestructura. El gasto realizado en la
agricultura coincidió con una disminución de 7,0% promedio
en la producción agrícola nacional en 2006.
Como puede apreciarse se trata
de un esfuerzo significativo que ha creado una forma de
gastar muy cuestionable que la Junta Directiva de PDVSA en
algún momento tendrá que rendir cuantas ante la justicia de
Venezuela.
Mientras esto ocurre, PDVSA
ahora con el sombrero en la mano sale a pedir dinero
prestado con el argumento de que requiera recursos para la
financiación de sus proyectos de inversión. Si no le ha sido
suficiente un precio del petróleo a US$/b 56,4, como el
registrado en 2006, qué habría de esperar si las
cotizaciones del barril de petróleo se deslizaran hacia la
baja de forma tenue pero sostenida. Habría que preguntar si
los países beneficiarios de las ayudas y regalos otorgados
por el gobierno de Venezuela concurrirían a socorrer a los
venezolanos.
En la ruta del endeudamiento,
PDVSA contrajo a comienzo de 2007 un préstamo con BNP
Paribas por US$ 1.000 millones a lo que siguió otro crédito
pagadero con petróleo por US$ 3.000 millones. La faena se
completará con la emisión de US$ 5.000 millones en el
mercado local para un propósito no totalmente claro, toda
vez que unos dicen que es para absorber la liquidez excesiva
y con ello aliviar las presiones inflacionarias, con lo cual
PDVSA estaría usurpando las funciones del BCV, en tanto que
otros argumentan que se trata de levantar fondos para
financiar el flujo de caja de la empresa, fuertemente
comprometido con gastos que no cesan de crecen al tiempo que
la producción se contrae.
Endeudamiento estimado de PDVSA
(Primer trimestre de 2007)
|
Millones de US$
|
BNP Paribas
|
1.000
|
Marubeni-Mitsui
|
3.000
|
Bonos a emitidos
|
5.000
|
Endeudamiento total
|
9.000
|
A ello hay que agregar los compromisos que PDVSA está
contrayendo con motivo de la estatización de los cuatro
conglomerados que conforman las asociaciones estratégicas de
la Faja del Orinoco. Esos pasivos difícilmente pueden ser
honrados con dinero constante y sonante y muy probablemente
PDVSA tenga que cancelarlos con petróleo crudo en vista de
sus dificultades de caja.
La última información proveniente de la OPEP registra que la
producción de petróleo de Venezuela se situó en febrero de
2007 en 2.450.000 millones de barriles diarios. Frente a un
consumo interno en el entorno de los 500.000 barriles de
petróleo diarios, el saldo exportador comienza a reducirse
gradualmente. Por ello no se trata de que los embarques
hacia Estados Unidos hayan disminuido por voluntad expresa
del gobierno para asfixiar energéticamente al imperio, sino
porque que está cayendo la producción petrolera, tal como la
reportó el BCV en sus cifras correspondiente a 2006. La
evidencia es que no existe un número suficiente de taladros
en operaciones, se han cerrado pozos en condiciones de
producir, existe déficit de gas y por tanto las plantas
eléctricas están consumiendo diesel y además se está
importando gasolina para abastecer al mercado interno.
Súmese a estos elementos una serie indetenible de accidentes
con víctimas fatales en las instalaciones, en los campos y
complejos refinadores para que se valore el estado actual de
la industria petrolera de Venezuela y cada quien se forme su
criterio sobre el futuro de la que ha sido la empresa más
.importante del país.
Gráfico
