Tras
los sucesos del 19 de abril de 1810, liderados por los
mantuanos criollos, la aristocracia venezolana declara la
independencia de Venezuela, aprovechando la invasión de
España por parte de Napoleón Bonaparte, argumentando que
actuaban en defensa del rey Fernando VII quien había sido
depuesto por los invasores franceses. El 2 de mayo de 1810
se instala el primer Congreso de Venezuela y posteriormente,
el 5 de julio de ese año, se firma el acta de la
independencia con lo que se da inició a la Primera República
la cual duró hasta 1812 cuando el recién formado Ejercito
venezolano es derrotado por el jefe realista Domingo
Monteverde. Pero la causa de la caída de la Primera
República no fue militar sino de naturaleza económica,
motivada en el descontento de los criollos a quienes la
inflación estaba arruinando. En efecto, ante la
insuficiencia de recursos para financiar el gasto público,
el gobierno que se acababa de formar recurrió a la impresión
de unas monedas sin ningún tipo de respaldo, denominadas
macuquinas, que sustituyeron a las de aceptación general
provenientes de la corona española. El exceso de ese dinero
carente de valor que inundó a las provincias de Venezuela
provocó un alza generalizada de los precios, situación que
propició que los venezolanos volvieran la vista a la
estabilidad monetaria que habían perdido y favorecieron la
restauración del dominio colonial de España.
Al reflexionar sobre las causas
del derrumbamiento de la Primera República, Bolívar lo
sintetizó con meridiana claridad: “La disipación de las
rentas públicas en objetos frívolos y perjudiciales, y
particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas,
secretarias, jueces, magistrados, legisladores, provinciales
y federales, dio un golpe mortal a la República, porque la
obligó a recurrir al peligroso expediente de establecer
papel moneda, sin otra garantía que las fuerzas y las rentas
imaginarias de la Confederación”. Estaba más claro el
libertador en asuntos monetarios que aquellos que le
vendieron al presidente Chávez la idea de que se puede
eliminar la autonomía del Banco Central de Venezuela y
disponer irresponsablemente del único respaldo que tiene los
bolívares que circula en Venezuela: las reservas
internacionales. Fíjense que Bolívar no recurrió al
argumento de buscar culpables externos sino que al analizar
los hechos hizo una autocrítica de los errores cometidos.
Los proponentes de la reforma
constitucional en el ámbito económico no tienen siquiera
ideas primarias acerca de delicados asuntos fiscales y
monetarios y por esa razón de manera insensata han sugerido
en el artículo 321 lo que llevó justamente al
desquiciamiento de la Primera República: la emisión de
dinero sin respaldo como lo advirtió el libertador.
Efectivamente, en dicha norma se consagra que el Presidente
de la República puede utilizar las reservas internacionales
del BCV para el financiamiento de diversos fondos con lo
cual un mismo dólar ingresado al banco central se le daría
la vuelta varias veces mediante actos de compra y venta
entre el gobierno y el ente emisor con el objeto de fabricar
moneda nacional de forma artificial, lo que en el léxico
popular se denomina dinero inorgánico, aquellas rentas
imaginarias de las que habló Bolívar. Y ese dinero carente
de soporte en divisas está alimentado una maquinaria estatal
cuyo crecimiento no pareciera tener límites al embarcarse el
Estado en actividades económicas que lucen absurdas como es
el caso de la creación de flotas de autobuses en un país
donde el servicio de transporte interurbano es de calidad.
En cada alocución el presidente
Chávez sorprende con un nuevo proyecto de capital estatal
hasta conformar un espacio económico del sector público que
devora las finanzas nacionales, achica al sector privado y
obliga a emitir deuda o a devaluar la moneda para financiar
esa carrera desenfrenada hacia la inflación. Todo lo
referido a los aspectos económicos de la reforma
constitucional, tales como la reducción de la jornada
laboral, el otorgamiento de beneficios sociales a los
trabajadores no dependientes y la infinidad de otras
obligaciones que contrae el gobierno van a representar una
bomba de tiempo, al no poder es Estado financiar un nivel de
gasto creciente con mecanismos sanos que impidan la emisión
de bolívares sin el respaldo requerido. Cayó la Primera
República por un manejo económico inapropiado y puede caer
la Quinta República por una mezcla fatídica de ignorancia
supina y pésima gestión macroeconómica.