Había
esperado demasiado el directorio del Banco Central de
Venezuela (BCV) para adoptar acciones en el orden financiero
con el objeto de contener la tasa de inflación. Las
autoridades monetarias lucen aturdidas y desconcertadas ante
el empuje que tienen los precios a pesar de los controles de
precios y de cambio vigentes y de las medidas que en febrero
anunció el gobierno, las cuales hasta ahora lucen ineficaces
para detener la subida de los precios y calmar las
expectativas inflacionarias. Todo ello en un contexto en el
cual la credibilidad de quienes diseñan e implementan la
política económica está severamente deteriorada toda vez que
la meta de inflación anunciada para 2006 se incumplió y la
correspondiente a 2007 va a correr igual suerte. Así, el 10
de julio de 2007, el BCV acordó las siguientes disposiciones
con el propósito de aliviar las tensiones inflacionarias:
1. Aumentar la tasa de interés
de los depósitos de ahorro desde 6,5% a 8,0%.
2. Incrementar la tasa de interés de los depósitos a plazo
de 10% a 11%.
3. Aumentar la tasa de encaje legal desde 15% a 16% de forma
inmediata para luego levarla hasta 17% a partir del primero
de octubre.
4. Auspiciar un ligero aumento de la tasa de interés sobre
los certificados de depósitos que emite el BCV al introducir
el plazo de 56 días con una tasa de interés de 11%, al
tiempo que eliminó el plazo de 14 días.
5. Fijar una tasa de encaje de 13,75% sobre las inversiones
cedidas, hasta alcanzar 17%.
La justificación que ha
esgrimido el BCV es que este paquete incentivará el ahorro y
se contendría el exceso de la liquidez y todo ello ayudaría
a moderar la inflación. Si en esto consiste la razón de la
propuesta del cuerpo directivo del BCV, es evidente que las
medidas son incompletas e insuficientes aunque apuntan en la
dirección correcta. Si bien es cierto que la fuerza que está
impulsando los precios hacia arriba es una presión
significativa de la demanda en conjunción con una oferta que
no reacciona lo suficiente para abastecer adecuadamente al
mercado, la leve subida de las tasas de interés pasiva (las
pagadas por los depósitos) no es capaz de recomponer la
demanda a favor del ahorro e inhibir el gasto, entre otras
razones porque la tasa de interés activa (la cobrada sobre
los créditos) no experimentó variaciones, de forma tal que
con toda seguridad continuará el financiamiento barato para
la adquisición de todo tipo de bienes, en particular de
aquellos que representan una salvaguarda contra la
inflación, como es el caso de los vehículos, las divisas, la
línea blanca, la vivienda, entre otros. Similarmente, con
todo y el aumento, las tasas de interés pasivas siguen
siendo negativas de forma apreciable, de manera tal que los
ahorristas no van a sentir una mejora apreciable de los
rendimientos que perciben por sus fondos colocados en los
bancos. El BCV desperdició una oportunidad extraordinaria
para establecer un esquema de ajuste directo, gradual,
progresivo y sostenido de aumentos de la estructura de las
tasas de interés, con el objeto de propiciar un aterrizaje
suave de una economía que está recalentada y ahogándose en
liquidez y por esa situación es que se aprecia un deterioro
de las cuentas externas y se han exacerbado las expectativas
de devaluación e inflación. Sin esta medida de mayor aliento
es difícil que la inflación pueda disminuir de forma
continua.
En lo relativo al incremento de la tasa de encaje, su efecto
contractivo sobre la liquidez es inmediato, pero su costo
también se percibe rápidamente. El encaje legal es similar
al establecimiento de un impuesto a la banca y su efecto, en
condiciones normales, es que propicia un aumento de las
tasas de interés activas y una disminución de las pasivas.
Pero debido a la regulación que ha establecido el BCV, las
tasas pasivas no reflejarán el comportamiento descrito. Sin
embargo, las tasas activas para algunos segmentos del
mercado tales como el financiamiento a la adquisición de
vehículos, tarjetas de crédito y los préstamos a las
empresas van a experimentar un alza en tanto que se
observará un deterioro de la posición patrimonial de la
banca, especialmente de los más pequeños. En realidad, el
uso del encaje legal con la finalidad de regular la liquidez
monetaria es un instrumento actualmente en desuso por los
bancos centrales modernos, justamente porque crea mayores
distorsiones que las soluciones que intenta proporcionar. En
cuanto, a los plazos y las tasa de interés para los
instrumentos de absorción monetaria, para lo cual en
Venezuela el BCV emplea los certificados de depósitos, lo
errático de la política seguida por el instituto emisor no
tiene parangón, por cuanto una política monetaria bien
aplicada tiene y debe basarse en la regulación de las tasas
de interés de corto plazo, que es donde el banco central
puede influir porque las tasa a plazos más largos están
afectadas por otras variables fuera del control de las
autoridades monetarias, tales como las expectativas de
inflación y de devaluación. De manera que el BCV sacrificó
el espacio natural de su actuación al eliminar el plazo de
14 días de sus operaciones monetarias para embarcarse en un
período de 56 días donde el alcance de su acción es muy
limitado.