La
emisión del Bono del Sur ha significado el reconocimiento de
tres realidades de la economía venezolana que están a flor
de piel. En primer lugar, la existencia de una nivel
significativamente elevado de exceso de liquidez, como
resultado del incremento del gasto público. En segundo
término, que es financieramente desfavorablemente mantener
el ahorro en bolívares y que por tanto hay que optar por
monedas fuertes y finalmente, es visible la elevada
preferencia del público por la divisa estadounidense, lo que
preludia una devaluación del tipo de cambio.
Después de que algunos argumentaran que la liquidez
monetaria se correspondía con la fase de crecimiento que
experimenta la economía venezolana, la puesta en el marcado
de títulos por US$ 1.500 millones, que fueron devorados
literalmente por demandantes ávidos de dólares, refleja que
existe un descalce entre una expansión de la cantidad de
dinero en circulación y su correspondiente demanda, hecho
éste que está detrás de la aceleración de la tasa de
inflación y de la depreciación del bolívar en el mercado
paralelo. Adicionalmente, en la medida en que la tasa de
inflación se ha colocado en 20,4% anual en febrero de 2007,
en esa misma medida se ha deteriorado la remuneración al
ahorro, toda vez que el BCV no ha modificado la estructura
de las tasas de interés, por cuanto las autoridades
monetarias están utilizando la inflación como un mecanismo
para licuar la deuda del instituto emisor. En este sentido
fue que resultó bienvenido el exhorto del presidente Hugo
Chávez para que los venezolanos sacaran sus capitales de
Venezuela y los invirtieran en el Bono del Sur, caso
insólito en la historia económica, el que el jefe del Estado
incite a sus conciudadanos para que liquiden sus tenencias
de moneda nacional y adquieran otra, en este caso, el dólar.
Pues bien, los venezolanos salieron en masa a comprar esos
bonos al punto que, frente a una colocación de títulos por
US$ 1.500 millones, la demanda se ubicó en US$ 12.000
millones, con todo y que esas solicitudes están
sobreestimadas toda vez que el método de asignación impone
exigir montos mayores para que el Ministerio de Finanzas
finalmente distribuya parte de lo solicitado.
El caso es que el negocio del Bono del Sur ha sido una
tremenda oportunidad para el Gobierno de Argentina quien se
ha beneficiado de un financiamiento relativamente barato
respecto a lo que le habría costado el levantar fondos en
plazas financieras internacionales, donde su reputación de
buen pagador está en el suelo tras el incumplimiento de sus
obligaciones externas hace unos años y por el cual ese
gobierno es objeto de demandas en los tribunales. También lo
ha sido para el Gobierno de Venezuela, quien ha obtenido
recursos relativamente baratos, a una tasa de 5,0% anual en
dólares, aunque la porción venezolana correspondiente al
Bono del Sur no se puede transformar en divisas pero si está
cubierta contra una eventual devaluación del tipo de cambio.
La información del mercado sugiere que el precio del dólar
resultante de la compra del bono en referencia, una vez
incluida las comisiones, se situaría alrededor de Bs/US$
2.700. Esta tasa de cambio es 25,5% mayor a la del mercado
oficial pero sustantivamente inferior (55,0%) a la del
mercado paralelo. De manera que ahora la economía tiene tres
tipos de cambio, el oficial, el paralelo y el resultante de
las operaciones con Bonos del Sur, con un amplio diferencial
entre ellos. Esto sugiere que tal discrepancia no podrá
mantenerse mucho tiempo sino al costo de exacerbar las
tensiones inflacionarias de la economía venezolana y
potenciar las expectativas de devaluación del bolívar. En un
contexto en el cual la demanda desbordó sobranceramente el
monto ofertado, se pone de manifiesto que esos bolívares no
deseados por el público, que no encontraron los dólares que
buscaban, están dispuesto a adquirir bienes, entre ellos el
dólar a un tipo de cambio superior. De esta manera, en tanto
que se deprecie el bolívar en el mercado paralelo el
incentivo para acceder a los dólares que a Bs 2.150 otorga
Cadivi aumentará, situación que se traducirá en presiones
adicionales sobre las reservas internacionales y el
abastecimiento interno. Esta situación configura un cuadro
proclive al ajuste del tipo de cambio oficial que
inevitablemente vendrá, sin que se pueda precisar el
instante, aunque la tendencia es clara.
El momento de la devaluación se acerca. En este año con
motivo de la reforma constitucional es improbable que se
materialice, en virtud de los costos que acarrearía una
decisión de esa naturaleza. Por ello, todo apunta a que el
Gobierno aprovechará la oportunidad que se presentará con la
realización de la reforma monetaria para empaquetar la
devaluación con la correspondiente eliminación de los tres
ceros al bolívar. Ello permitiría disfrazar la devaluación y
venderla en su lugar más bien como una revaluación. Con esa
devaluación el nuevo tipo de cambio oficial podría situarse
alrededor de la cotización que actualmente refleja el precio
para las negociaciones de los Bonos del Sur, con la cual el
Gobierno resolvería instantáneamente el déficit fiscal al
tiempo que mejoraría significativamente las cuentas de Pdvsa,
fuertemente golpeadas por la apreciación real del bolívar y
por un ritmo de gasto que está cuestionando su capacidad
para producir petróleo, situación que la ha llevado a
concurrir a los centros financieros a solicitar dinero
prestado.
Gráfico
La economía mundial
La caída de la Bolsa de Valores de Shangai en 9,0% el martes
de 27 de febrero, avivó las preocupaciones acerca de una
eventual recesión de la economía mundial, a lo cual se sumó
las cifras sobre el crecimiento del PIB en Estados Unidos
durante el cuarto trimestre de 2006, a un ritmo menor al
esperado. Después de haber proporcionado un rendimiento
promedio de 130,0% en 2006, el propio Gobierno de China ha
alentado la corrección de tan desproporcionado retorno por
el peligro que ello implica para la inflación en un contexto
en el cual los precios de las viviendas está fuera de
control es esa nación asiática. De desacelerase el
crecimiento económico en China con toda seguridad ello se
reflejará en economías de la región que son sus principales
socios comerciales, incluyendo a Japón. En el caso de
Estados Unidos, la política de la Reserva Federal de
procurar bajas tasas de interés llevó a un
sobreendeudamiento que recalentó de forma importante el
mercado inmobiliario cuyas tasas de financiamiento pasaron
de 2,0% anual hace un par de años a 7,0% en la actualidad,
lo que se ha expresado en una caída de la demanda de
vivienda y en los precios. Todo ello puede significar
menores tasas de crecimiento y algo de incertidumbre pero la
economía mundial está lejos de una recesión.
Se endeuda PDVSA
La situación financiera parece complicarse debido a la carga
que se ha impuesto su junta directiva cuando ha asumido la
ejecución de un gasto social por casi US$ 9.000 millones
durante 2006. No obstante los elevados precios del petróleo,
la compañía necesita ahora endeudarse para mantener su flujo
de caja. Así, con los gastos por la compra de las acciones
de CANTV y Elecar y demás empresas eléctricas deberá
desembolsar más de US$ 1.500 millones para lo cual han
contrato un empréstito con una firma japonesa por US$ 3.500
millones, pagaderos en petróleo crudo. Además, la estatal
petrolera de Venezuela antes había adquirido compromisos por
US$ 1.000 millones mediante la colocación de deuda. A ello
se agrega la potencial emisión de US$ 3.500 millones en
bonos pagaderos en bolívares, al estilo del Bono del Sur. Lo
último que se conoce es que PDVSA, con motivo de su decisión
de hacerse de la mayoría de las Asociaciones Estratégicas de
la Faja del Orinoco, ha propuesto cancelarle a las compañías
multinacionales con petróleo en lugar de efectivo. Ello
denota que la situación financiera de PDVSA es de suyo
difícil y que puede agravarse sustancialmente en caso de que
los precios del petróleo disminuyan ligeramente. A todo esto
hay que añadir la caída de la actividad petrolera como lo
señaló el BCV.