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El capitalismo de Estado en Venezuela
por José Guerra
martes, 7 agosto 2007


En su discurso de salida como ministro de la Defensa, el General Raúl Isaías Baduel advirtió sobre una situación que este cronista ha venido planteando desde 2005: la conformación y fortalecimiento en Venezuela de un sistema de capitalismo de Estado que en el nombre del socialismo se está apoderándose de los principales medios de producción y distribución de bienes y servicios del país. Alertó también el general Baduel acerca del peligro que significa la insistencia en repetir los experimentos del llamado socialismo real acerca del cual el presidente Hugo Chávez siente especial nostalgia y admiración al alabar lo que fue la desaparecida Unión Soviética y su constante elogio del régimen cubano. En esos episodios, soviéticos y cubanos, el tono lo marcó un Estado omnipresente que fue copando todos los espacios de la vida ciudadana con una estructura estatal que asfixiaba la propiedad privada en sus diversas modalidades, pequeñas, medianas y grandes y donde los trabajadores eran simples empleados del Estado y jamás propietarios de las empresas fundamentales de la sociedad.

Tal vez el antecedentes más cercano del capitalismo de Estado en Venezuela ocurrió durante el frenesí que representó la Gran Venezuela, entre 1974 y 1978, cuando el rol del Estado en la economía se expandió hasta alcanzar dimensiones desconocidas, todo lo cual resultó en un fracaso monumental que dejo a Venezuela con cementerio de empresas públicas en bancarrota y con una deuda externa que conspiraba contra la viabilidad de las finanzas públicas. En la medida en que ha transcurrido la implementación de la política económica y las regulaciones, se ha clarificado el rumbo estratégico estatista que está tomando la economía venezolana, el cual apunta hacia la redefinición del papel del Estado no solamente como diseñador de las políticas públicas, distribuidor de la renta y promotor de las actividades económicas sino también como capitalista propiamente, es decir, vendiendo mercancías para obtener ganancia. Un indicador refleja claramente el peso que ahora tiene el Estado en la economía venezolana: en 1998 el gasto público representaba el 21% del PIB mientras que en 2006 ese índice alcanzó 36%, si se incluye el gasto del Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden).

En el centro de este sistema de capitalismo de Estado se ubica un conglomerado de cinco estamentos fundamentales a cuya cabeza está PDVSA, una vez redefinido su rol no solamente como empresa productora y comercializadora de petróleo sino también como bisagra para la ejecución de la política social y sus nuevas funciones como propietaria de la CANTV y la Electricidad de Caracas. El segundo tramo lo ocupa una redimensionada Corporación Venezolana de Guayana (CVG) junto a empresas manufactureras, con su ámbito accionario en empresas propias y mixtas que abarca desde la producción de aluminio y hierro hasta la fabricación de viviendas, pasando por el manejo y explotación de bosques, a través de empresas como Alcasa, Venalum, Bauxilum, Ferrominera, Alunassa, Ferrocasa y Proforca y Veneiran para la fabricación de vehículos y tractores, entre otras. El tercer componente lo representa la cadena de comercialización de productos alimenticios Mercal, que al cierre de 2006 contaba con aproximadamente 13.000 establecimientos con una cuota de mercado superior al 15%. El cuarto elemento lo representa la red de plantas de televisión, radios y medios impresos, agrupada a partir de Venezolana de Televisión, Vive TV, ANTV, TEVES y Telesur, la Radio Nacional de Venezuela y demás cadenas comerciales públicas y emisoras comunitarias. También se incluyen los diarios oficiales y oficiosos existentes en el país cuyo financiamiento corre a cargo del erario público, de una forma u otra. El quinto sector es el financiero y está constituido por el Banco Industrial de Venezuela, el Banco del Tesoro, el Banco de Desarrollo (Bandes), el Fonden, Banfoandes, el Banco de la Vivienda y Hábitat, el Banco del Pueblo Soberano, el Banco de la Mujer y el Banco Agrícola y demás entes financieros del Estado. La ampliación del papel del Estado está envolviendo también la prestación de servicios mediante líneas áreas propiedad del Estado como lo es Conviasa, la empresa de turismo Venetur, cadenas de hoteles, la creación de compañías de transporte interurbano y el proyecto para que el Estado se haga con el control de Ávila Mágica, ente a cargo de la administración del Teleférico de Caracas. Ya se verá de nuevo el enorme costo económico y social que esta aventura estatista le infligirá a la economía y a la sociedad venezolana, al distraer recursos que bien han debido dedicarse a las actividades fundamentales de un Estado: la salud, la educación, la infraestructura y la seguridad social y pública. Aquí Carlos Andrés Pérez y Hugo Chávez se dan la mano.


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