La
propaganda de la reconversión monetaria enfatiza que con esa
medida de política económica Venezuela va a contar con una
moneda fuerte y con un país fuerte. Es más, los estilistas
de la reconversión hablan de que "Aquí hay fuerza". ¿Cuál
fuerza?, ¿dónde está la fuerza? Ha sido tan contradictoria
la posición de los voceros oficiales y oficiosos del BCV,
que en realidad da lástima ver cómo se ha degradado la
capacidad técnica de la directiva del BCV, salvo las
excepciones del caso, de individualidades que han tenido el
tino de clarificar el alcance de la reconversión. Así, por
una parte hablan de bolívar fuerte intentando significar que
la nueva moneda va a tener mayor capacidad de compra y que
será una muestra de la renovada confianza en signo
monetario. Por la otra, explican que la reconversión tiene
un efecto neutro, es decir que nada cambiará con la
eliminación de los tres ceros al bolívar. Si esto último es
lo que privará, entonces es un sinsentido denominar a la
nueva moneda bolívar fuerte y mucho menos decir que con esa
acción se pretende bajar la inflación como se han aventurado
a decir algunos osados. Un bolívar fuerte podría surgir en
el contexto de un conjunto de políticas económicas entre las
cuales las medidas del fisco se encaminen a eliminar en
Venezuela el sesgo a la devaluación de tipo de cambio que
genera una gestión financiera del gobierno marcada por el
déficit de las cuentas públicas. Contrariamente, la política
fiscal de este gobierno está sembrando las condiciones para
un ajuste, tarde o temprano, toda vez que se ha colocado en
una senda de gasto que no puede seguir financiando, debido
al crecimiento desbocado del ámbito de acción del Estado en
la economía. Con un sector público como el que se está
conformando en Venezuela no hay ingreso petrolero que
aguante. Esa tendencia deficitaria de las finanzas públicas
de Venezuela va a llevar a una devaluación del tipo de
cambio, porque esa ha sido la manera en que en este país se
cierra la brecha entre ingreso y gasto público. El sendero
hacia la devaluación se ha exacerbado con el diferencial
cambiario entre la cotización oficial del dólar y la que
resulta del mercado paralelo como es claramente visible en
el gráfico anexo, donde la amplitud de los dos tipos de
cambios excede el 100%.
No existe ni existirá bolívar fuerte debido a que el
proyecto de reforma constitucional contempla la liquidación
institucional del Banco Central de Venezuela al quedar
supeditada la política monetaria a la autoridad del
Presidente de la República, quien podrá disponer de las
reservas internacionales del BCV a su mejor entender. Con un
banco central destrozado no hay quien pueda defender la
estabilidad de la moneda y contener las presiones
inflacionarias. El hecho de que un presidente pueda utilizar
las reservas internacionales y además se borre de un plumazo
la autonomía del BCV es un atentado contra la reconversión
monetaria sobre lo cual las autoridades del ente emisor han
guardado un silencio sepulcral que delata su complicidad con
lo que pretende hacer Hugo Chávez con el BCV. Los mismos
sujetos que ayer decían defender al BCV hoy lo traicionan y
se prestan para ser sus sepultureros. Por otra parte, con
una economía que ahora se ha hecho más dependiente de las
exportaciones petroleras, al tiempo que más vulnerable de
esa fuente de ingreso, hablar de economía fuerte es un
disparate mayúsculo toda vez que una economía fuerte es
aquella que no experimenta grandes volatilidades, y que
cuenta con sectores económicos líderes, basados en la
productividad del trabajo y en la innovación técnica, y eso
dista mucho de ser nuestro caso por cuanto Venezuela se
encuentra desde hace mucho tiempo a años luces de la
producción de tecnologías. Para todos los fines prácticos,
con la política económica de puertos que adelanta este
gobierno, Venezuela es una especie de factoría petrolera que
está desaprovechando una oportunidad histórica para comenzar
a dar pasos hacia delante en la modernización de su economía
y no en este plan suicida que intenta retrotraer a Venezuela
a fase precolombina de su evolución social.
Con expectativas de devaluación del tipo de cambio, con unas
cuentas fiscales perforadas por el déficit y con una
economía más subordinada a lo que ocurre en el mercado
petrolero internacional muy difícilmente se puede hablar de
moneda fuerte y mucho menos de economía fuerte. Ya lo
veremos en el futuro cercano.