Un banco
central
para
Venezuela por
José
Guerra
martes, 1
mayo 2007
Uno
de los daños más severos que la política del presidente
Chávez le ha hecho a Venezuela ha sido la liquidación
institucional del Banco Central de Venezuela hasta
convertirlo en una especie de caja chica del Gobierno. Para
todos los fines relativos al diseño e instrumentación de la
política monetaria puede afirmarse sin ambigüedades que
Venezuela carece de un instituto emisor. Parte del
sometimiento del BCV comenzó cuando en 2000 se modificó la
práctica contable instituida con el objeto de entregar
utilidades cambiarias ficticias para financiar el déficit
fiscal. Otro episodio ocurrió en 2003 cuando Hugo Chávez
presionó hasta la humillación a las autoridades monetarias
para que le entregaran un millardo de dólares con la excusa
de que necesitaba recursos para fomentar los planes
agrícolas. Un directorio sumiso le entregó tres millardos de
dólares, los cuales seguramente se perdieron toda vez que la
producción agrícola de Venezuela actualmente es menor que la
del año 2003 y la tendencia importadora del país se ha
reforzado. No había tales proyectos agrícolas que financiar
como se pudo comprobar más tarde. El punto culminante de la
destrucción del BCV vino con la reforma de su ley en julio
de 2005, cuando con la complicidad de parte del Directorio
del BCV se consumó una barbaridad en términos económicos
cuya naturaleza inconstitucional es evidente.
Con la creación del Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden) se
permitió que los dólares de las reservas internacionales del
BCV que habían sido compradas a PDVSA fueran trasferidas al
Gobierno para que con los mismos dólares se realizara una
nueva emisión monetaria o nuevo gasto en bolívares. Con ello
se legalizó el financiamiento monetario del déficit fiscal,
situación que está expresamente prohibida en el artículo 320
de la Constitución. La desfachatez fue tal que ciertas
autoridades del BCV y el ministro de Finanzas argumentaron
que se había innovado en materia de política monetaria
cuando lo que estaba ocurriendo era un vulgar trasvase de
fondos desde el BCV hacia el fisco nacional. Como era de
esperarse, ello significó una perdida del capital del BCV
que afectaría la solidez del bolívar no obstante los
malabarismos contables que por órdenes de la
Superintendencia de Bancos y Otras Instituciones Financieras
hubo de realizar el BCV para intentar ocultar el deterioro
de su patrimonio.
Al interior del BCV la situación debería ser muy preocupante
para el país porque también se está afectando el activo más
importante de la institución: su personal. La aplicación de
la lista Tascón, el temor a expresar francamente las ideas,
la censura a la publicación de papeles de trabajo, la
cancelación de la discusión técnica y una desmejora del
ambiente de para investigar y trabajar le han hecho un daño
enorme al banco central. A ello hay que agregar la virtual
supresión del sistema de seguridad social del cual gozaban
los trabajadotes del BCV, como reflejo de estabilidad
laboral, remuneraciones apropiadas y ascenso profesional en
un tiempo en que la Administración Publica de Venezuela se
deshacía víctima del clientelismo y la politiquería. Lo
anterior está incompleto si no se menciona con cargo a la
actual gestión del directorio del BCV la eliminación del
programa de becas para los empleados del BCV que permitió
formar el grupo de profesionales más completo con estudios
de postgrado que existía en el sector público de Venezuela.
La razón de ser de un banco central es la preservación de la
estabilidad monetaria y su expresión más visible es el
control de la inflación. Tan inhabilitado está el BCV para
estos fines que con todo y el sistema de control de precios
y de cambio Venezuela tiene la tasa de inflación más elevada
de América y una de las mayores del mundo. En un contexto
inflacionario se dificulta la generación de empleos y se
lesiona el bienestar de la población. Por ello, para el
progreso de Venezuela es vital recuperar al Banco Central de
Venezuela como una institución fundamental para el logro de
tasas de inflación bajas y estables. Con ese propósito como
norte, la primera acción para la refundación del banco
central debe consistir en la restauración de la autonomía
del BCV para que pueda diseñar y aplicar las medidas de
política monetarias pertinentes encaminadas a disminuir la
inflación, para lo cual se requiere revertir la reforma de
su ley y afianzar su objetivo central, tal como ocurre en
todos los países civilizados. Una segunda medida debe
establecer el nombramiento de un cuerpo directivo
comprometido con la estabilidad financiera de Venezuela y
con competencias en materias monetaria y financiera.
Finalmente, debe aplicarse una política que revalorice los
recursos humanos del BCV y propicie un ambiente de
tolerancia, libertad y confianza en el trabajo.