El Presidente
Hugo Chávez ordenó el viernes en la noche que su embajador
ante el gobierno de Colombia regresara a Bogotá. Pero nada
quedó claro de sus altisonantes anuncios de la semana pasada
sobre la congelación de las relaciones entre Venezuela y
Colombia. En un nuevo capítulo de la novela política por
entregas en que se ha convertido la relación con nuestro
segundo socio comercial, el Presidente venezolano había
ordenado previamente el retiro de todo el personal de la
embajada, excepto el del funcionario de menor rango
diplomático.
Todo el
entramado político de una novela, informes secretos que se
relevan, visitas relámpagos de un lado a otro y alianzas que
se ponen a prueba, pero queda un tema de fondo: ¿Puede el
Presidente de la República cerrar legalmente el comercio
entre dos países?
La dinámica
nacional de los últimos meses parece darle la razón al
Gobierno Bolivariano de Venezuela, pero la verdad es que los
compromisos internacionales suscritos por el país en esa
materia lo impiden.
Venezuela es
fundadora de la Organización Mundial del Comercio (OMC),
máximo foro internacional para la comercialización de bienes
y servicios. 153 estados la integran; todos los grandes,
medianos y pequeños actores en el comercio internacional se
dan cita alrededor de su mesa para discutir, negociar y
resolver los principales problemas derivados del intercambio
internacional.
La OMC tiene,
al menos, tres principios fundamentales que deben obedecer
sus miembros: el trato nacional, la no discriminación y la
transparencia. Es decir, ningún país puede darle condiciones
diferentes a otro miembro de la OMC; no debe discriminarlo
por razones de nacionalidad y además, las razones que
podrían sustentar esa medida deben ser claras y del
conocimiento público. Estos requisitos no se cumplen en las
últimas medidas anunciadas.
Ya en una
ocasión, Venezuela se benefició de la OMC y su tribunal. En
1996 Estados Unidos estableció discriminaciones para los
productores nacionales y extranjeros de gasolina. Se
prohibió la importación de productos venezolanos en
beneficio de los nacionales. En esa ocasión ganamos una
demanda que abrió nuevamente la puerta a los productos de
nuestro país.
Colombia sabe
que la vía legal existe, pero el tiempo que puede pasar
mientras la instrumentación medidas de esta naturaleza
perjudica a sus nacionales y, en particular, a los
habitantes de la frontera. La opción urgente es la política.
Sólo los
guionistas conocen el próximo capítulo y, como en las
radionovelas por entregas, alguien siempre, dará un golpe de
timón. Sintonice el próximo capítulo.
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Artículo
publicado originalmente
en el diario El Nuevo
País |