“..y sé que la mano de dios es mi prometida,
y sé que el espíritu de Dios es mi propio hermano,..”
Walt Whitman
El arte tuvo que hacerse porque el hombre sin
él carecería de lo sublime. Así como Dios creó al hombre,
éste tuvo que crear el arte para complacer su espíritu, ese
que vivía sin saciarse con la carne y aleteaba con ansia en
la material oscuridad. Desde las pinturas de las cavernas
hasta lo más acabados sonetos, desde las tallas de Venus
ampulosas hasta los cuadros postmodernos, todo tiene ese
toque espiritual, de espacio interior, de esas oquedades
repletas de su néctar vivificante. Jorge Luis Borges, como
muy pocos, supo cultivar el arte en la cuartilla expectante.
En trazos cortos pero de abismal profundidad, de brillantez
y de reflexión. Leerlo es compenetrarse con la inteligencia,
con la erudición pero también con ese etéreo placer
interior, con las raíces de lo espiritual y humano. A
continuación, les presento algunos textos y fragmentos de
este escritor, considerado el mejor en lengua castellana
después de Cervantes. Espero los disfruten como un hermoso
recital de prosa, de verso escondido, de asombrosas
metáforas y de elocuentes cavilaciones del alma. Palabras
que son arte y cumplen con el objetivo de ésta con hermosa
cabalidad.
*
“The
Unending Gift”
Un pintor
nos prometió un cuadro. Ahora, en New England se que ha
muerto.
Sentí , como
otras veces, la tristeza y la sorpresa de comprender que
somos como un sueño. Pensé en el hombre y en el cuadro
perdido. (Sólo lo dioses pueden prometer porque son
inmortales).
Pensé en un
lugar prefijado que la tela no se ocupará.
Pensé
después: si estuviera ahí seria con el tiempo esa cosa más,
una cosa, una de las vanidades o hábitos de mi casa; ahora
es ilimitada, incesante, capaz de cualquier forma y
cualquier color y no atada a ninguno.
Existe de
algún modo. Vivirá y crecerá como una música, y estará
conmigo hasta el fin. Gracias , Jorge Larco.
(También los
hombres pueden prometer, porque en la promesa hay algo
inmortal).
*
“¿Qué es el
insomnio?
La pregunta
es retórica; se demasiado bien al respuesta.
Es temer y
contra en la alta noche las duras campanadas fatales, es
ensayar y con magia inútil una respiración regular, es la
carga de un cuerpo que bruscamente cambia de lado, es
apretar los párpados, es un estado parecido a la fiebre, y
que ciertamente no es la vigilia, es pronunciar fragmentos
de párrafos leídos hace ya muchos años, es saberse culpable
de velar cuando los otros duermen, es querer hundirse y
seguir siendo, es el alba dudosa.
*
El espejo
Yo, de niño,
temía que el espejo
me mostrara
otra cara o una ciega
máscara
impersonal que ocultaría
algo sin
duda atroz. Temí asimismo
que el
silencioso tiempo del espejo
se desviara
del curso cotidiano
de las horas
del hombre y hospedara
en su vago
confín imaginario
Seres y
formas y colores nuevos
(A nadie se
lo dije: el niño es tímido)
Yo temo
ahora que el espejo encierre
el verdadero
rostro de mi alma
lastimada se
sombras y de culpas,
el que Dios
ve y acaso ven los hombres
*
Metáfora de
las mil y una noches
La primera
metáfora es el río.
Las grandes
aguas. El cristal viviente
que guarda
esas queridas maravillas
que fueron
del Islam y que son tuyas
y mías hoy.
El todopoderoso
talismán que
también es un esclavo:
el genio
confinado en la vasija
**
“Nada me
cuesta confesar que he logrado ciertas páginas válidas…”
“..aunque me
cuesta consta su perversa costumbre de falsear y
magnificar…”
“…proyección
de error del alcohol, el altercado cesa con la misma rapidez
con que se produjo…”
“…Otarola
nota la cana, la fatiga, la flojedad, las grietas de años.
Lo subleva que los esté mandando un viejo…”
“…no lo
toca, por una mezcla de rutina y lástima, Suárez casi con
desdén hace fuego ..”
“El hecho me
dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya
se apartaba de ella, y que ese camino era el primero de una
serie infinita…”
“..es un
mocetón de frente mezquina, de sinceros ojos claros, de
reciedumbre vasca; una puñalada le ha revelado que es un
hombre valiente , no lo inquieta la muerte de su contrario…”
“Recuerdo la
impresión de de incómoda magia que la noticia me produjo…”
El
sortilegio de las palabras que escogía Borges, cual cuentas
de un collar infinito, seguirán asombrándonos así como la
infinitud de sus mensajes y admoniciones. No habrá, como
clásico que ya es, una “enorme tormenta color pizarra “que
esconda su cielo”.
jamedina11@gmail.com