Isaac J. Pardo, Carlos Eduardo
Frías, Miguel Otero Silva, Rómulo Betancourt, entre otros,
fueron sus alumnos, sus discipulos, estuvieron cerca de su
eterno ejemplo de hombro probo, de principios, de hombre de
la tierra buena, de esa que nos habla Jesús en la parábola
del sembrador.
Además de gran escritor,
Gallegos fue un modelador de personalidades, un
ejemplificador de lo que debería ser el hombre ante el
compromiso de la vida, del país, del destino de sus
semejantes , de los oprimidos por los que se creen nacidos
para hacer de su entorno una particular hacienda.
Rómulo Gallegos, de quién pueden decir muchas cosas de
acuerdo a la óptica del opinador, fue ante todo un ser
humano ético. Un hombre que conocía muy bien como los vicios
y apetencias aniquilan a los hombres que se subordinan a
ellos.
Conocía de cerca esas lacras,
que afean la cara de las naciones y las hunden en la más
absurdas de las ignominias. ¡Cuanta falta hace su ejemplo,
pero sobre todo su moral en la Venezuela que nos toca
padecer en estos días!
En la tierra de tartos Ardavines, Ño Pernaletes, Cholos
Parima, Balbinos Paiva y Sutes Cúpira, debe haber varios
Santos Luzardo, porque si no el tremedal se abrirá para
todos y cada uno de nosotros .
jamedina11@gmail.com