“Este
contentamiento consigo le lleva a cerrarse
para toda instancia exterior, a no escuchar,
a no poner en tela de juicio sus opiniones
y a no contar con los demás.
Su sensación íntima de dominio le
incita constantemente a ejercer predominio”
José Ortega Y Gasett ( “La rebelión de las Masa”).
Un
31 de Octubre, hace ya más de ocho décadas (1925), fallecía
en Buenos Aires un personaje polifacético y acucioso:
médico, escritor, filósofo, farmacéutico, profesor
Universitario, ideólogo. No obstante todas las obras y
labores desplegadas por José Ingenieros en tan sólo 48 años
de existencia, no se comparan con el legado que representa
un libro curioso salido de su intelecto y de esa fuerza
moral que lo acompañaba a pensar y compartir sus
disquisiciones : “El Hombre Mediocre”, verdadero latigazo
que a comienzos del siglo XX, sacude la conciencia de los
que lo leen, y que es marcadamente refrendado, años
después, por la sabia y profunda pluma del español José
Ortega y Gasset, a través de la descripción del hombre
satisfecho y del hombre vulgar . Por vez primera, se
muestra en un libro la brutal diferencia entre un ser
idealista, no atado a dogmas, pensando con su propia cabeza
, tratando siempre de perseguir peldaños más levados a los
que llevar a la sociedad circundante, mejorando,
preparándose, cuestionando, y la abundante ( y por numerosa,
degradante de la vida cotidiana y del futuro) masa de
hombre acomodaticios, satisfechos de su propia pereza
intelectual, deseosos de riquezas materiales, hundidos en
ese lodo que tapiza sus conciencias y las sella a cal y
canto. Muestra este libro, la difusa moral de los vivos, de
los adoradores de dogmas y seguidores ciegos de Mesías de
mucha carne y mucho hueso.
Pese a la visión nada optimista de José Ingenieros, en el
sentido de que “el hombre es como es y no podría ser de
otra forma”, debe, el ser humano que “in pectore”
posea las cualidades del hombre idealista, aflorarlas para
buscar esos escaños, esos estadios elevados para sus
semejantes, y al propio tiempo procurar que mediante la
educación, se insuflen los valores de tolerancia,
pensamiento crítico, iniciativa, creatividad, honestidad en
las nuevas generaciones. O se procura la grandeza real,
sólida, bienhechora, o se sucumbe definitivamente al
bienestar aparente, a la gravosa confortabilidad, a lo
falsamente seguro, a la barbarie.
Así de difícil y así de simple, es nuestro reto en cada
trinchera en la que estemos situados. Allí, en lo más hondo
de nuestra conciencia de hombres, nos acicatea la palabra de
José Ingenieros cuando afirmaba en su ya legendario escrito:
“Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y
tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de la
perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el
resorte misterioso de un Ideal”.
jamedina11@gmail.com