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El adiós de Don Efraín
por José Alberto Medina Molero
sábado, 20 enero 2007



(A su memoria y legado)

“ …pupilas que se elevan con el día,
cuerpos que van, que vuelven,
del norte al sur, al centro,
de un antiguo rumor a sus palabras,
de las palabras al errante deseo…”

Eugenio Montejo,
de su poema, Caracas en el azul de Enero



El pasado 18 de enero, falleció en Caracas un venezolano de marcada hondura moral e intelectual: Don Efraín Subero, maestro de maestros, hombre de letras, de reflexiones y de angustias por su país. Un ser de esos que no abundan en esta Venezuela. Considerado por los críticos, como uno de los grandes intelectuales venezolanos del siglo XX, Don Efraín, fue un acucioso investigador, pedagogo, excelente prosista en prensa ( EL Nacional, Antorcha) y en ficción. Hombre que, con orgullo pertenecía a la estirpe de insignes venezolanos, como Liscano, Briceño Irragorri , Picón Salas y Rómulo Gallegos ( de quién poseía su archivo personal, pletórico de documentos y epístolas de ese gran novelista ).

El maestro Subero, nacido en Pampatar ( Edo. Nueva Esparta ) un 16 de Octubre de 1931, deja una obra que supera las 250 publicaciones, entre las que destacan las dedicadas al estudio de las décimas populares y la literatura infantil, tales como “Décima popular en Venezuela” . Todos estos aportes, le hicieron merecedor del Premio Nacional de Literatura . Su notable curiosidad por lo nuestro, no se encerró en el campo de las letras. Su pasión, lo llevó a apoyar expresiones musicales, como la representada en ese extraordinario grupo, que conocemos bajo el nombre de “Serenata Guayanesa”.

Su presencia como catedrático, era rotunda, adusta pero cercana, cálida y fresca como su tierra insular. De hablar sabroso, sabía salpicar la conversación con sus estudiantes, de citas, datos y anécdotas. Una de éstas anécdotas (contada por allá por 1979, cuando tuve el privilegio de tenerlo como profesor en la USB, en un taller sobre “Doña Bárbara” ) tuvo como protagonista al propio Subero. Según contaba Don Efraín, para salir de sexto grado, había en ese tiempo un examen oral, al que eran invitados a manera de jurado maestros de otras escuelas. Subero, era el más aventajado de su curso, lo que enorgullecía a su maestro. Éste, en un momento del interrogatorio le hizo una pregunta muy difícil, cuya respuesta desconocía Subero. No obstante el perspicaz mozalbete comenzó a divagar, tratando de impresionar al jurado. EL maestro esperó más de diez minutos, mientras Subero daba su perorata. Al concluir, el maestro lo miró muy severamente y le dijo: <<Muy bien Subero, pero ¿Cuándo me va a responder la pregunta? >>

La vida de los grandes hombres, no se extingue con la separación física, antes bien su obra se agranda, como dijo de la sombra de Bolívar, aquel remoto indígena. Esa expresión, es muy válida en el caso de Efraín Subero.

¡ Hasta Siempre Don Efraín !

            
             jamedina11@gmail.com


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