( a Teódulo López Meléndez )
“ Sólo llevamos lo que el alma atrapa”
“No puedo entrar con sueños
esta realidad exige flores de coraje
Edda Armas
En
un ameno artículo, titulado “Historia sin Historia” ( “El
Nacional, domingo 05-08-07), Simón Alberto Consalvi apunta,
refiriéndose a Rómulo Betancourt: “según cuentan los amigos,
desde muy joven andaba en sus exilios con los 15 tomos del
timbo al tambo. Sabía lo que para un político significaba
conocer la historia del país. Una pequeña diferencia con
99.9% de los otros políticos”. Esta aseveración, que no es
lo medular en el escrito del Consalvi, da pie para revisar
un poco las características especiales, que se reunían en
ese político cuyo centenario se acerca raudo.
Betancourt, fue un hombre de declarada y ardiente vocación
de poder, que combinaba el pensar y meditar sobre los
problemas nacionales, con la acción política (con ese
trabajo, por ejemplo, que reseña curiosamente Carlos Andrés
Pérez en sus Memorias Proscritas, en forma de células de 5
miembros por región geográfica), del género epistolar
constante, infatigable, fecundo, lleno de directrices, de
criterios, de líneas a seguir. Para estas labores supo
rodearse (como corresponde a todo buen líder) de notables
talentos (Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Mariano Picón
Salas, Pérez Alfonso, Guerrero, Prieto Figueroa y otros)
para ir hilvanando esa tarea de transformar positivamente el
país, cosa que logró en parte, debido a las desviaciones que
todos estos sistemas entrañan en su seno y a la ausencia de
medidas correctivas oportunas. No obstante esto, siempre fue
un político lúcido, valiente, alguien que no hubiese
provocado invitaciones a funeral.
Todo aquello que debió estar en el quehacer de un político,
estuvo presente en la obra y en la férrea personalidad de
Rómulo Betancourt., desde saber interpretar la realidad de
su momento, hasta fijar las coordenadas de lo que se
necesitaba como esfuerzo creador para la redención ( aunque
parcial) de las grandes mayorías. Al guáramo personal,
aportó talento, sabiduría política y un inmenso afecto pro
su tierra. Como todo personaje publico erró, no cabe duda,
pero sí de algo se puede estar seguro, es de la clara visión
que tubo de lo que le tocaba desempeñar en la historia
venezolana. Dedicó su vida entera a materializar esa visión
con pasión e intelecto, con la sustancia de los hombres que
mueven para bien los engranajes de sus pueblos, porque para
entrar en la historia pisando duro, no sólo hay que soñar y
concebir, sino que hay que tener una ardiente perseverancia
y una proverbial paciencia para hacerlo realidad benéfica
para todos.
jamedina11@gmail.com