Inicio | Editor | Contáctenos 
 

El 18 de octubre
por José Alberto Medina Molero
domingo, 14 octubre 2007


"La Venezuela de 1945 ya no era el país que en
abril de 1941 se conformó con enterarse de la elección de
un nuevo presidente de la República y con agolparse
en las avenidas que rodean el Capitolio Federal para ver
entrar y salir al nuevo mandatario a una reunión de
representantes del pueblo que el pueblo no ha elegido",
Ramón J. Velásquez



La conseja advierte con mucha claridad: “Dios ciega a quien quiere perder”. Cuando los oficiales agrupados en la llamada UNIÓN PATRIÓTICA MILITAR (UPM), se reunieron con Rómulo Betancourt, estaba sellada la suerte de un régimen que, aún cuando mostró signos inequívocos de vocación democrática, era prisionero de fuerzas envolventes de continuismo, soberbia política y de las más tórridas luchas internas por el poder, que lo obnubilaron al punto, de precipitar en forma inexorable una salida de fuerza, que no pocas desgracias posteriores tendría para el país. Para 1945, diez años después de la desaparición física del Benemérito, todavía el chopo de piedra rondaba por la mente de los actores políticos, que sostenían el gobierno. A este sainete se suma, la insólita e inoportuna enfermedad mental del candidato, que habría conseguido neutralizar temporalmente las fuerzas, que se abatían contra la estabilidad política en general, hacia donde se debió marchar sin empellones, decantadamente.

Los andinos, después de 46 años en el poder, en cabeza del General Isaías Medina Angarita, querían perpetuar su hegemonía política sin alternancia alguna. Cuatro años antes, la candidatura del escritor Rómulo Gallegos había tropezado en el Congreso contra la del General Medina. Para 1945, era aspiración de los grupos opositores la elección universal y secreta del Presidente de la República. Ello no fue otorgado por el régimen, y se procedió a reeditar el mecanismo aplicado en 1936 (con apoyo formal de la oposición dada la fragilidad del momento histórico) y en 1941.

Si bien existía malestar entre la oficialidad joven, y de allí parte la reunión entre sectores de ésta y la gente de AD en Julio de 1945, había en el seno de la oposición la voluntad política de hacer un último esfuerzo alrededor de la candidatura del embajador venezolano en EEUU, Dr. Diógenes Escalante, sobre todo considerando como bien apunta la Lic. María Teresa Romero en su Biografía de Betancourt que éste: … negoció con Escalante algunas reformas democráticas y la realización de elecciones directas. Según el juicio de Ramón J. Velásquez, en esa oportunidad Escalante no solo aceptó impulsar tales reformas: se comprometió asimismo a gobernar solo dos años”.

En agosto se produce el lamentable hecho de la enfermedad del candidato de unidad, y el gobierno cercado por las manifiestas intenciones del General López Contreras de volver a ser Presidente, y a una lectura errada del momento histórico que señalaba acuerdos políticos, aperturas y entendimientos, opta por imponer la candidatura del Dr. Angel Biaggini. Lo demás es historia, dolorosamente rubricada a los tres años por una dictadura que costó diez largos años a Venezuela, producto de otros sectarismo, otros errores, otras arrogancias.

jamedina11@gmail.com


© Copyright 2007 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.