“Escribo también mareas
Y trazo fuego sobre las dormidas estatuas…”
Abraham Salloum Bitar
¿Imagina
Ud. un profesional que, desde que emergió el bachillerato no
sabe razonar, ni conoce los principios básicos de las
ciencias ni de la lengua materna? ¿ Qué resultados tangibles
y trascendentes podría brindar a la sociedad en la que le
toque desenvolverse ?. Estas preguntas están en consonancia
con las elocuentes y tristes resultados de la última prueba
de aptitud académica realizada a nivel nacional. Las cifras
son tan dramáticas, que ( y he aquí otro nuevo foco de
preocupación ) pertenecen `por igual a Liceos públicos como
a escuelas privadas. Tanto en razonamiento matemático
(habilidad cuantitativa y problemas propuestas), como en
habilidad interpretativa los índices son (por decir lo
menos) pavorosos.
En los años 70, recuerdo que en la Universidad leíamos y
analizábamos un artículo del Profesor Angel Rosemblat,
titulado. “Nuestro Bachillerato, un lamentable fracaso”. Lo
dicho por el eminente académico en ese escrito, palidece
ante la realidad que develan los resultados de esta
indagatoria de aptitudes. Son tenues frente a la rotura de
miles de costuras, frente a la claudicación más criminal, la
del enseñar adecuadamente a las nuevas generaciones.
De quedarnos cruzados de brazos, sin diagnosticar en estos
sectores las causas de la degradación, continuaremos
asintóticamente el curso de esta caída en barrena, caída que
arrastra a todo el país.
¿Puede despegar hacia el progreso colectivo una nación con
este poderoso virus corroyendo el nervio central de su
producción intelectual futura ? ¿ Es necesario que se haga
algo de fondo en esta materia ? ¿ Realmente esto es de
interés nacional ?
Todo este panorama es más preocupante, en tanto que el
gobierno lo que plantea es ideologizar la educación, en
lugar de concebir un plan que la modernice y vuelva
equiparable a la de países como por ejemplo India.
En la medida en que sigamos desdeñando las urgentes medidas
que deben tomarse en este ámbito, continuará abriéndose la
brecha que nos separa de un desarrollo armónico, justo y
sustentable.
¿Cuando haremos realidad el sueño de Simón Rodríguez,
Cecilio Acosta, Briceño Irragory, Picón Salas, Alberto
Adriani, Prieto Figueroa y Uslar Pietri?
En esa concreción impostergable se nos va la vida como
nación de este ancho mundo.
jamedina11@gmail.com