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Delio Amado en el templo
por José Alberto Medina Molero
sábado, 2 junio 2007


“.... Como si nuestras acciones y personalidad
las determinara en parte la percepción que
de nosotros se tiene, como si llegáramos a creernos
que somos otros de los que creíamos ser porque el azar
y el descabezado peso del tiempo van
variando nuestra circunstancia externa y nuestros ropajes”
Javier Marias
(“Mañana en la Batalla piensa en mí”)


Juntos, para arriba y para bajo. Así como lo hicieron en las memorables transmisiones radiales y televisivas, que nos llenaron de pasión, suspenso y deleite en nuestra niñez camino a la adolescencia, entraron Delio Amado León y Carlitos González al Salón de la Fama. La voz inconfundible de Delio Amado, viajaba a través de nuestra mente, para formarnos una exacta idea de lo que pasaba en el diamante, de las peripecias del juego. Pero cuando el escenario cambiaba, y nos instalábamos frente a la pantalla, la magia estaba en completar lo que asombrosamente veíamos, el sortilegio era el de utilizar los adjetivos preciso y vibrantes: los grandes combates de boxeo, las grandes jugadas de las series de play off , de series mundiales y del Caribe , todo dicho con sobriedad, tino, emoción, brillo y mucho amor por el oficio.
En su época Delio tejía para nosotros con fino hilo de palpitantes palabras, ese fantástico mundo del deporte, que se asomaba ante nosotros como uno de los primeros placeres al que arribábamos en nuestro devenir, un primer puerto de dicha sencilla y sobresaltada .

Oír a Delio Amado más que un gusto, era una especie de culto, de venerante ceremonia. Por su inconfundible estilo se deslizaban los linietazos, los robos del plato, los engarces de feria, las pelotas que eran depositadas en la gradas para dejar en el campo o para ir a un inesperado extra inning, los juegos sin hits ni carreras . Parafraseando a García Márquez, la vida y los juegos no fueron lo que fueron, fueron los que recordamos aún hoy, a través de esa portentosa manera de describir las jugadas que tenía Delio Amado. Aún hoy, treinta y tantos años después, y como le sucede al personaje de la pe´lícula Cinema Paradiso que, regresa al pueblo de sus primeros años, la nostalgia de esos tiempos tiene sonido y calor, tiene esa voz olorosa a pelota y guante, a ese estilo inconfundible de Delio Amado León.

¡Enhorabuena Delio, la eternidad vuelve a recibirte!
 

jamedina11@gmail.com


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