“Cuando la vida se detiene, se
escribe
lo pasado o lo imposible”
José Hierro
Tal
como afirma el brillante epígrafe de Hierro: o se escribe lo
pasado o lo imposible. Precisamente eso es, lo que ha venido
haciendo en la justa mundialista la insólita selección de
Ecuador. Su desempeño alegre y, desenfadado ha evidenciado el
nuevo nivel de su fútbol. Lo que constituye un orgullo para
Latinoamérica y, una referencia pedagógica para todos,
especialmente para la selección de nuestro patio. Con juego
vibrante y, un preciso esquema táctico, Ecuador ha hecho morder
el polvo a Polonia, la siempre legendaria escuadra de Latto y
Deyna que, deslumbró en Alemania 74. Demolió luego a los
“ticas”, selección nada fácil, ni despachable así nada más.
Ecuador no es ya ese equipo de trámite y horario. Ha desplegado
sobre la cuidada grama de los estadios teutones, el realismo
mágico que caracteriza esta parte del mundo, por intermedio de
los botines de Edison Méndez, Carlos Tenorio y el “Tin” Delgado,
aunados al resto de la escuadra, constituidos en un único bloque
de pasión, técnica y coraje.
Han pasado los tiempos en los que, selecciones como Ecuador,
eran convocadas como pintorescas comparsas y, victimas
propiciatorias de la primera fase del Mundial. Hay un progreso (
que debe ser digno de análisis en nuestros lares), hay entrega,
hay esfuerzo, hay oficio, irreverencia, escuela y corazón, mucho
corazón, junto a una cabeza fría como las cumbres andinas al
momento de definir.
Ahora la zapatilla de cristal tiene forma de botín y patea goles
espectaculares. ¡Viva la Cenicienta ecuatorial !