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De cómo Brasil embarcó a todo el mundo
por José Alberto Medina Molero
domingo, 2 julio 2006

 

“La carrera no es sólo para los veloces,
así como la batalla no es sólo para los fuertes”

Eclesiastés
 


Ya Pelé lo había dicho en una de sus columnas: “algo huele mal en la selección“. Ante los atónitos ojos del Mundo, el poderoso, el “penta”, el firmamento plagado de estrellas, el acorazado Amazónico, se hundió con un torpedo del galo Thierry Henry, haciendo añicos quinielas, esperanzas, apuestas, expectativas, ilusiones, sobre todo ilusiones.

Desde el primer juego del mundial, en Berlín, frente a la inefable Croacia, se notaron algunas fallas. “Nada que temer” decían los analistas deportivos, “están entonando y reservándose para la siguiente fase”. Ronaldinho, el mejor futbolista del mundo, estaba llamado en este mundial a sentarse en el trono, en el que estuvieron Garrincha, Pelé, Cruyff, Maradona y Zidane pero ese estrellato no aparecía por ninguna parte del engramado. Apenas Kaká, con un gol de feria pudo doblegar a los infatigables croatas. Contra Australia la tónica opaca fue similar, pases, pases, pases, goles fríos (sobre todo el primero, telegrafiado por un desubicado e irreconocible Adriano), insípidos, inodoros. “Tranquilos que están calentando motores y administrando energías, ya verán cuando se enfrenten a los grandes”, pontificaban los que precisamente todo lo saben, todo lo intuyen.

Con Japón, el primer campanazo: reciben un gol. Un balde de agua fría sobre las cariocas cabezas. Se desesperan, aprietan y, dan rienda suelta a porciones controladas del juego bonito. Clasifican primeros del grupo F, con esa misma flojera, pero sin convencer a los que nada sabemos de fútbol. Los notábamos desarticulados, sin inspiración, paseando la cancha. Parreira, dejando a Ronaldo para que “rompiera su record”.

En octavos, se fajan con la inocente, pero voluntariosa Ghana, y parecieran demostrar que, todo lo dicho por los expertos era la pura y simple verdad. Se monta el escenario de los cuartos, contra la modesta Francia y su viejo Rey, “Zizou”; al caer el telón los aguerridos galos con su Rey al frente, humillan a los invulnerables “penta”, eclipsados los astros que, nunca engranaron como equipo, se van a las duchas, dejándonos ese ocre sabor de la nada y del desencanto.

¡Ha muerto el Rey! ¡Viva el Rey!
 

 
 
 
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