Lo que
define los Juegos Olímpicos, creados por Pierre de Coubertin,
es la reunión, de los mejores atletas aficionados para
competir en múltiples disciplinas. Por ello es que las
olimpíadas son marco ideal para mostrar habilidad y esfuerzo
personal. El mérito de los atletas son sus cualidades y
entrenamiento.
En sus inicios allá por 1896, como resultado de la cultura
imperante hubo discriminación de género y racial y el
atletismo era la disciplina reina. Con los años la
participación de atletas fue creciendo de cientos a miles y
se incorporaron más deportes y países.
Los Juegos a través de los años han pasado por intentos de
politizarlos, de boicotearlos, de profesionalizarlos e
incluso se vieron manchados de sangre como los de Munich en
1972. Otras veces fue el cuestionado arbitraje o el dopaje,
sin embargo, los Juegos han seguido su marcha triunfal.
Los países sede, supervisados por el COI, han realizado
esfuerzos encomiables para que la cita fuese recordada por
su organización, infraestructura y justa competencia. En
ello han participado países desarrollados y países en vías
de serlo como el caso de México en 1968, de Corea del Sur en
1988 o los actuales en la República Popular China.
La prensa recoge los éxitos de los atletas en los Juegos.
Son las marcas individuales las que quedan para la historia.
Ahí están registradas las medallas de Jim Thorpe, Paavo
Nurmi, Jesse Owens, Emil Zapotek, Abebe Bikila, Carl Lewis y
Florence Griffith-Joyner en atletismo; las medallas de los
nadadores Mark Spitz, Ian Thorpe y Michael Lewis, las de
Nadia Comaneci o Nikolai Andrianov en gimnasia; sin olvidar
a otros cuyos esfuerzos se coronaron en triunfos.
La justa deportiva que comenzó como un sueño, hoy es una
realidad, permite que atletas de diferentes latitudes y
culturas, compitan entre sí con sus habilidades y logra que
estemos unidos por unos días en ese canto a la juventud y la
excelencia.
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