La
crisis política del chavismo la generan las políticas
equivocadas, las contradicciones y las rectificaciones bajo
la presión de sociedad civil y la oposición en general, del
propio Comandante en Jefe, que después de la derrota que
sufriera en las elecciones del 2 de diciembre de 2007 las ha
exacerbado y a la vez provocado la protesta de centenares o
miles de militantes que ya no lo pueden oír con la fe de los
incondicionales de otros tiempos, que creían en la
infalibilidad de su palabra y en el cumplimiento de sus
promesas.
Un
porcentaje importante de candidatos a gobernadores y
alcaldes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha
sido señalado como los seleccionados previamente por el
Presidente de la República, para conocimiento de los
militantes de esa organización política al momento de
depositar su voto en las urnas correspondientes. Esa
denuncia ha provocado la rebelión de algunos que se habían
ganado el respaldo de sus compañeros de la base y fueron
derrotados por los favoritos del jefe del Estado. Y esa
rebelión podrá tener consecuencias negativas muy graves para
los candidatos impuestos por el dedo presidencial, si a ello
se agrega el lanzamiento de candidatos de los partidos del
polo patriótico, quienes también, hasta ahora, han sido
subestimados por el Comandante en Jefe.
Y aunque es posible que las intimidaciones o enjuiciamientos
de algunos funcionarios públicos que no se sometan a los
dictados del Jefe único, contribuya a callar algunas voces,
los sin tierras, sin viviendas, sin empleo, acostumbrados a
las amenazas del hampa todos los días, a quienes se les ha
dicho que el socialismo es para todos, que tienen derecho a
participar y a ser protagonistas de la historia, después de
casi 10 años de oír mentiras, se mantendrán protestando en
las calles y posiblemente no votarán en noviembre por los
candidatos impuestos y hasta sufraguen en contra.
Todo
indica que estamos en presencia de una crisis política que
se origina en las contradicciones de una prédica socialista
y una práctica capitalista de Estado, que ha mantenido
engañados a miles de venezolanos a quienes no se les han
solucionado sus problemas económicos y sociales, pero que
ven muy de cerca cómo muchos de los jerarcas del gobierno se
enriquecen de la noche a la mañana. El verbo hipnotizador
del Presidente e incluso su voluntad de hacer algo por su
pueblo, se ha estrellado, después de 9 años de gobierno,
contra una realidad económica y social que no admite
políticas equivocadas que ya fracasaron en otros regímenes
totalitarios o de simple tendencia autocrática.
En el
supuesto de que algunos de los candidatos a gobernadores y
alcaldes ganen las elecciones, obligados a aplicar la misma
política de hegemonía de las cúpulas gobernantes, negándole
al pueblo el ejercicio de los derechos que la Constitución
del 99 le otorga, la crisis política no podrá ser contenida
con las dádivas que permiten los altos precios del petróleo.
La contradicción o rectificación frente a las FARC no sólo
pidiéndole que liberen a todos los secuestrados como un
gesto humanitario, sino también denunciando la guerra de
guerrillas como una forma de lucha fuera de la historia u
obsoleta, llamando a sus jefes a negociar una paz permanente
con el gobierno de Álvaro Uribe, ha provocado una virulenta
reacción de los círculos bolivarianos armados, estimulados y
apoyados por su anterior política de crear uno o varios Viet
Nam en América Latina.
La
mayoría de sus políticas, las más importantes, anunciadas
como una rectificaciones de graves errores anteriores, al
ser tomadas sin consultar y menos discutir con su “Estado
Mayor” militar y político, ha profundizado seriamente la
crisis del chavismo, lo que constituye un rotundo fracaso
del personalismo, del autoritarismo, también por obsoleto y
antihistórico, que lo conducirá a una segura derrota el 23
de noviembre si la oposición en general, partidos políticos,
candidatos independientes y la sociedad civil, se presentan
unidos.
juaamilq249@cantv.net