La
controversia entre los que llaman a votar o a abstenerse, es
un falso dilema.
Ambas posiciones se desentienden de lo que debe hacerse para
frenar el proyecto totalitario. Los que llaman a votar, sin
haber hecho el esfuerzo por enderezar el entuerto de un CNE
ilegítimo, de un padrón electoral y de un sistema
electrónico inauditables, son irresponsables. Los que llaman
a abstenerse sin haber manifestado oportunamente su rebeldía
por los atropellos del poder, son incongruentes. Votar o
abstenerse son popularmente “reinas por un día”, porque
roban la primera plana el día después, pero no llegan a
ejercer mayor impacto.
Desde el 2002, la oposición ha cometido costosos errores: la
autoproclamación de Carmona y la permisividad de la
Coordinadora Democrática ante el rearfirmazo del 2003,
fueron quizás, los más costosos, porque para entonces, la
oposición era mayoría. Otro error político, el llamado a
votar en las presidenciales del 2006, sin tener control
sobre el proceso.
En todas las consultas, la oposición entusiasta por
millones, mostró su fuerza. Tan falso es afirmar que la
abstención permitió el triunfo oficialista como que haber
votado fue un espaldarazo al fraude. La propaganda oficial
avasallante, malversando los recursos de la nación, con aval
del CNE, permitió a Chávez ganar con una minoría. Casi nada
hizo el liderazgo opositor para enfrentar esos abusos y
generar confianza entre el electorado.
Contra la venidera dictadura, hay mucho por hacer. Los
opositores, dejemos de atacarnos y salgamos unidos a la
calle a enfrentar los planes de convertirnos en una segunda
Cuba. Son múltiples las preocupaciones que nos une: la
reelección indefinida, la concentración de poder, la
politización de las FAN, la ideologización de la educación,
la desaparición de la propiedad privada, la indefensión de
la persona frente al estado. Esta lucha no puede esperar,
debe comenzar ya, pues es de muy largo aliento.
juaamilq249@cantv.net