Es harto evidente que los
grupos opositores van derecho al desastre, sea si participan
desunidos en las elecciones, sea si se abstienen parcialmente,
pues el dilema no ofrece mejores alternativas de solución en
cualquiera de los rumbos mencionados. Pero, como decían nuestros
abuelos, sólo la muerte no tiene solución, y debe encontrarse
pronto una solución satisfactoria aplicando las mejores
herramientas del análisis y de la lógica, para luego implementar
acciones pragmáticas y efectivas a tiempo para el 31 de octubre.
Fecha que sigue siendo inamovible a pesar de infringir la Ley del
Sufragio, ya que algunos partidos se apresuraron a aceptarla como
válida desde el principio, en aras de arrancar sus campañas con
ventaja para defender sus espacios políticos o, mejor dicho,
cambures, en el mejor estilo de la llamada “cuarta república”.
Examinemos este
dilema como aparece en la actualidad. Es obvio que la alternativa
de ir los opositores desunidos a los comicios, le daría
ventajas a los candidatos oficialistas, que muy probablemente no
sólo conservarán sus actuales espacios, sino que ganarán la
mayoría de los cargos sujetos a elección, tanto en gobernaciones
como en alcaldías. Esto significaría una auténtica debacle para
la oposición, que sería reducida a la mínima expresión, en un
papel meramente simbólico y muy conveniente para el régimen, el
cual puede alardear así de su supuesto “carácter democrático”,
para engañar a los incautos de afuera… y de adentro (aquí también
abundan). Pero, de ir en planchas unitarias, quizás tengamos
oportunidad de conservar algunos espacios, a pesar de las trampas
que se le tenderán en el camino por un CNE astuta e ilegalmente
parcializado. A estas alturas, son pocas las posibilidades de
cambiar las reglas del juego antes de los comicios, ante un
Consejo Electoral terco y hermético a las peticiones de la
oposición, además de envalentonado por el burdo apoyo
gubernamental.
Para colmo de
males, existen serias dificultades para que los partidos empeñados
en “defender sus espacios” cambien su actitud incomprensible y
logren el apoyo de los sectores independientes, los cuales -disgustados
por dicha actitud- se abstendrían parcialmente de participar en
los comicios, con el obvio resultado de que estos espacios se
perderán irremediablemente. La única manera de evitar esta
debacle es la unidad férrea de la oposición, y dado que ésta
se compone esencialmente de personas independientes (75%, según
buenos estimados), son éstas las que pueden presionar para que se
consolide la unión, para usar una célebre frase del Libertador,
muy oportuna en la actual coyuntura política. De modo que este
sector tiene un arma valiosa para lograr la ansiada unidad,
arma que debería utilizar sabiamente a través de los nuevos entes
coordinadores de la Red de Asambleas de Ciudadanos, cuyos
representantes se perfilan como los nuevos líderes comunitarios.
Si estas Asambleas se
organizan rápidamente y nombran voceros creíbles (o
preferiblemente un líder con prestigio) y ponen como condición
para concurrir a los comicios la necesaria unidad de candidatos,
a través de acuerdos o encuestas apropiadas antes del evento,
quizás no todo estaría perdido y podría hacerse un papel
medianamente satisfactorio para no perder todos los espacios
actuales. Si los partidos no oyen a este importante sector e
insisten en ir desunidos, entonces el llamado de las Asambleas de
Ciudadanos debería ser el de inducir a la abstención absoluta,
con lo cual dichos partidos harían el ridículo y se exponen a una
segura derrota, e incluso a la desaparición. Ante esta
posibilidad, muy real, es posible que ahora escuchen el angustioso
llamado del sector independiente y se apuren a lograr un acuerdo
unitario a tiempo para fin de mes.
De modo que, a la duda
estalinista de “cuantas divisiones tiene el Papa”, se puede
contestar desde ahora que los independientes constituyen la
gran mayoría y por ende pueden inclinar la balanza hacia un
candidato meritorio o causar el desastre opositor si sigue en una
actitud terca y no se lograra la unidad en las candidaturas.
Alternativamente, la Red de Asambleas podría escoger y publicitar
candidatos merecedores de la confianza de la ciudadanía no
comprometida, que recibirían la avalancha del voto independiente,
nada despreciable y seguramente decisivo. El mensaje a transmitir
es “o se unen, o los independientes no los apoyaremos”. Ya que de
todos modos van a perder si están desunidos, creo que el simple
pragmatismo político exige que escuchen a los independientes y
acuerden candidatos unitarios.
Esto es conveniente no
sólo para la oposición sino para que no fenezca el sistema
democrático, pues con una oposición minúscula dicho sistema no
podría funcionar adecuadamente, estando a merced de un sector
oficialista omnipotente y arrogante, que establecería así una
virtual “dictadura constitucional”. Se impone, entonces, la
definición de una política clara, pragmática y efectiva del sector
opositor para lograr la necesaria unidad, antes de que sea
demasiado tarde. Y si bien es cierto que las reglas amañadas del
CNE pueden afectar los resultados, todo indica que la ciudadanía
activa e independiente, con las mujeres y jóvenes al frente,
defenderá el voto a como dé lugar, exigiendo escrutinios públicos
al final del acto comicial, lo cual puede frustrar los planes
perversos del sector oficialista.
Seguir en la actual
actitud indefinida sobre la abstención, y de seguir cada
mini-partido con candidato propio, nos colocaría en la peor de las
situaciones, y sería un camino seguro al desastre opositor.
Así las cosas, sería un ejercicio de masoquismo político que sólo
el sector independiente puede evitar a través de las Asambleas de
Ciudadanos, último recurso de la democracia para no dejarse
arropar por un seguro triunfo oficialista, con todo lo que
esto representa en términos de autoritarismo, corrupción,
ineficiencia, inestabilidad y retroceso para el país, como se ha
demostrado en 6 años de gestión. Ha llegado la hora de que los
independientes hagan sentir su verdadera fuerza, dejando de
lado su tradicional apatía y neutralidad, ya que no se puede ser
neutral ante decisiones tan importantes para el destino del país.
De no hacerlo, habrá mucho tiempo para arrepentirse y lamentar no
haber tomado la iniciativa en su debida oportunidad. Ojalá esta
idea sea discutida y aprobada en las próximas Asambleas de
Ciudadanos, que ya se van perfilando como una verdadera fuerza
unitaria y moderna de participación política, sin los vicios
del pasado, para remediar una lamentable situación signada por
intereses egoístas ajenos al bienestar y progreso del país.