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Hollywood y su invasión desde el Pacífico Sur 
por Roberto Palmitesta


         Hubo una época en que casi todos los filmes estadounidenses se realizaban en los estudios de Hollywood o sus alrededores, donde existen mares, ríos, lagos, desiertos, llanuras y montañas. Por algo se la conoce  como La Meca del Cine, y allí se recreaban escenarios de todas partes del mundo, sin tener que financiar costosas producciones de ultramar. Ahora la situación es bien distinta, ya que debido a los altos costos de rodaje en territorio norteamericano –gracias a los exigentes sindicatos del ramo-  ahora se filma más de la mitad de las cintas en estudios foráneos de Canadá, México, Inglaterra, Irlanda, Italia, España, Malta, Hungría, Rep. Checa, Polonia, Rumania, Rusia, Marruecos, India, China y Taiwán, con estudios más económicos. Venezuela, que antes era siempre una alternativa para Hollywood por sus parajes tropicales, ahora es evitada por su turbulencia política y control de cambio.

La globalización favorece al Pacífico Sur

Aunque los tres primeros países nombrados tienen una ventaja por razones geográficas o culturales -y acapara la cuarta parte de la producción de EEUU, últimamente han aparecido dos naciones que –a pesar de no ser mucho más baratos que los anteriores- tienen estudios muy activos y han sido seleccionados por Hollywood por varias razones: existe una cultura muy parecida, tienen buenos equipos, cuentan con técnicos competentes y anglófonos, son democracias estables y proveen grandes incentivos fiscales. Nos referimos a Australia y Nueva Zelanda. los cuales poseen buenos escenarios naturales y urbanos, que permiten filmar desde películas ambientadas en el medio oriente como en selvas profundas, verdes valles o cumbres nevadas, además de modernas ciudades con ambiente tanto americano como europeo. Incluso, al estar ubicados en el Pacífico Sur, permiten filmar durante los períodos invernales o lluviosos del norte, por la inversión de estaciones al extremo sur del ecuador y sus climas más benignos. 

Es un efecto lógico y natural de la globalización vigente, que exige productos de calidad y dentro de ciertos costos para poder competir. Además del rodaje en sí, la post-producción (revelado, efectos especiales, etc.) de muchas de las películas filmadas en el Pacífico Sur se realizan económicamente en empresas ubicadas en esos mismos países, algo muy apreciado debido a la práctica común de outsourcing de las empresas cinematográficas, una necesidad financiera si van a rendir jugosas ganancias en una industria tan competida. En promedio, la filmación en Australia y Nueva Zelanda permite ahorros del orden del 30%, proporción nada despreciable cuando los presupuestos de los blockbusters oscila usualmente entre 100 y 200 millones de dólares...y tienden a subir.

Australia salta a la palestra            

Australia es un país muy prometedor en esta materia, ya que tiene una larga tradición cinematográfica. En efecto, tiene el honor de haber producido en 1905 la primera película de largo metraje del cine mundial, La historia de la pandilla Kelly, un policial de una hora, poco después  que se produjera el primer cortometraje de argumento en EE.UU. El gran asalto al tren (filmada en Nueva Jersey, pues todavía Hollywood no existía). En la era silente, Australia estuvo muy activa en este campo, produciéndose nada menos que 150 largometrajes, casi tantos como en Hollywood en el mismo período.

Pero a partir de 1928 la producción californiana fue más abundante y ambiciosa, de modo que Hollywood logró un predominio de alcance mundial, que no perdió nunca más. Sin embargo Australia produjo hasta fines de los 60 unas 300 cintas sonoras, la mayoría exhibidas sólo localmente y otras naciones del Commonwealth. Vale destacar que en esa época en Australia se filmaron –entre otros- los clásicos La ley del látigo de Milestone, The sundowners de Zinnemann y On the beach de Kramer. Pronto la competencia de Hollywood fue demasiado grande en la posguerra y la industria local declinó bastante hasta casi desaparecer. La situación empezó a cambiar a mediados de los años 70, al definirse una política de estímulo con la financiación parcial del estado, la protección oficial y una serie de incentivos fiscales, que reactivó grandemente esta industria.

Películas taquilleras

Australia empezó a hacerse sentir a partir de los años 70 con cintas de calidad donde se destacaron directores como Peter Weir con su Gallipoli y El año que vivimos en peligro y George Miller con la trilogía de Mad Max. En todas estas producciones trabajó Mel Gibson, un actor que luego se convertiría en una estrella importante del cine de Hollywood. Gracias a la notoriedad de sus filmes, Weir fue contratado por estudios norteamericanos, donde realizaría películas de renombre como La sociedad de los poetas muertos, Testigo y, el año pasado, Capitán de mar y guerra. Otros directores emigrados incluyen a Bruce Beresford, Baz Luhrman y Philip Noyce, autores que nos dieron, respectivamente, las laureadas Conduciendo a Miss Daisy, Moulin Rouge y El americano quieto, todas con Oscares o postulaciones de directores, actores o técnicos.

Pero la cinta más popular procedente de Australia fue sin duda Cocodrilo Dundee, producto comercialísimo de Peter Fairman, con Paul Hogan como un simpático cazador de cocodrilos que viaja por amor de una periodista a Nueva York. Fue un enorme éxito de público en 1986 –recaudó $328 millones a escala mundial-  y motivó incluso una secuela muy inferior,  como tantas que sólo tratan de aprovechar el éxito de la original. No volvería a producirse otra cinta con la misma receptividad, pero al menos ubicó a Australia en el mapa cinematográfico, ahora no tanto por su limitada producción –que actualmente no sobrepasa la treintena de cintas al año-  sino por sus amplias facilidades de filmación y post producción, donde de realizaron importantes ‘blockbusters’ de sello norteamericano como Misión Imposible, The Matrix, Episodios I y II de Star Wars, y la deslumbrante Moulin Rouge.

Actores australianos de fama mundial

En esta última se consagró la bella Nicole Kidman, que antes había trabajado en cintas menores del cine australiano (Calma mortal, de Noyce, entre ellas) y que llegó en pocos años a cautivar a Hollywood, ganándose un Oscar al interpretar a Virginia Woolf en Las horas, una nominación Moulin Rouge y en la reciente Regreso a Cold Mountain, donde encarna a una dama acosada durante la guerra civil, al estilo de Scarlett O’Hara, con acento sureño y todo. Por su talento y simpatía, la Kidman es muy solicitada y se convirtió en la artista australiana más conocida...y acaudalada, compitiendo con su paisano Mel Gibson en prestigio, fortuna y popularidad.

Por su parte Gibson, con el éxito logrado por La pasión de Cristo (que ya va por los $430 millones, en sólo dos meses, a nivel mundial), y con la popular serie de acción Arma Mortal (la taquilla global de las 4 cintas ya supera el millardo de dólares), sin contar su laureada epopeya histórica, Corazón Valiente,  se convirtió en un verdadero magnate del cine. 

No tan afortunados y capaces fueron sus colegas australianos, empezando por  el legendario Errol Flynn, y luego Peter Finch, quien lograra su merecido Oscar en forma póstuma después del impactante papel del profeta iracundo en Poder que mata (Network, 1978). Otros actores que emigraron a Hollywood y lograron un discreto éxito fueron Bryan Brown (Cocktail, Efectos especiales, Tai-Pan, El pájaro espino y En la playa), el veterano Sam Neill (Mi brillante carrera, y luego el protagonista de Parque Jurásico y su secuela), Geoffrey Rush (el Sade de Quills, y premio Oscar por encarnar a un pianista frustrado en Esplendor (Shine,1996)) y Hugh Jackman (el Wolverine de X-Men).  En el campo femenino, se están destacando últimamente Naomi Watts y Keisha Castle-Hughes, ambas nominadas al Oscar en el 2004 como mejor actriz, por 21 gramos y Whale rider (lit.: jinete de ballena), respectivamente.

La hora de NuevaZelanda

Nueva Zelanda ha estado por un tiempo algo subordinada a Australia en el campo cinematográfico, pero tiene una modesta filmografía de cintas autóctonas, una de las cuales, El piano, marcó la primera vez en que la Academia postuló a una mujer directora anglo, Jane Campion, además de hacerle ganar un Oscar a la jovencita Anna Paquin. Ahora está arrasando el carismático y apuesto Russell Crowe (neocelandés de origen, de madre maorí) por los blockbusters Gladiador y Capitán de mar y guerra, aunque sus mayores éxitos de crítica lo logró con Los Angeles al desnudo, El informante y Una mente brillante (donde ganó finalmente un Oscar).  Recientemente Nueva Zelanda asombró al mundo con la espectacular trilogía de El señor de los anillos, que arrasó con los premios Oscar en 2004 y le dio una merecida fama al director neocelandés Peter Jackson, quien se prepara para acometer un segundo ‘remake’ de la colosal King Kong.

Por su amplia infraestructura fílmica, y a pesar de ser un país pequeño con menos de 4 millones de personas, Nueva Zelanda promete equipararse con el tiempo a su vecina gigante, Australia, con la cual ya compite con cierta ventaja por la variedad de sus paisajes y su lejanía de zonas conflictivas. Evidentemente, son dos países que han invadido literalmente a Hollywood con talento y recursos fílmicos, haciendo que la producción mundial los tome muy en cuenta en esta era de la globalización.  Imprima el artículo Subir Página