2-D. A las 7:30 pm, Hugo Chávez
se reúne con el Alto Mando Militar y le informa su decisión
de esperar 100% de las actas antes de reconocer la derrota.
A su lado están Jesse Chacón, Diosdado Cabello, José
Albornoz, Miguel Pérez Abad y cuatro oficiales. El
vicepresidente Jorge Rodríguez es el ausente. Su misión es
mantener al Consejo Nacional Electoral en stand by.
La tensión crece en Fuerte Tiuna; se ordena el cierre y
acuartelamiento. Un general se levanta y, luego de expresar
su respeto al comandante en jefe, le advierte que la Fuerza
Armada no saldría a reprimir a la población. Se había
señalado que totalizar las actas pudiera implicar cuatro
días de zozobra y, por ende, de protestas. "Este país no
aguantaría esos días de agitación", le alerta.
Chávez observa a todos y se hace un silencio. "Me mintieron,
me engañaron", le recrimina a Cabello, porque el Comando
Zamora reportó -constantemente- el triunfo del Sí, mientras
que los informes de la DIM decían lo contrario. Era un
Chávez iracundo, incrédulo ante la primera derrota política
en nueve años luego del fracaso militar de 1992, revelaron
quienes lo vieron en el Palacio y conocieron detalles de la
historia. La culpa -dijo- fue de la Asamblea Nacional. El
gobernador de Miranda sólo atina a expresar: "Cuando a usted
lo dejen solo, me encontrará a su lado". Cabello es el
hombre incondicional del barinés, lo que le ha valido su
designación como ministro de Secretaría, director de Conatel,
vicepresidente de la República y candidato que derrotó a
Enrique Mendoza.
La advertencia del oficial, así como los mensajes que desde
Maracay, en Aragua, le hicieron llegar militares
identificados con el general en jefe retirado Raúl Isaías
Baduel, fueron los que le hicieron entender al Presidente
que era inconveniente postergar la agonía. Después de una
hora de discusión, se convence a Chávez de que el resultado,
si bien era reñido, técnicamente favorecía al No. Incluso se
hizo que un experto del CNE se trasladara hasta Fuerte Tiuna
para que se lo explicara.
El funcionario hizo una exposición en la que argumentó que
los resultados en los estados con más población harían
irreversible la cifra. "Estamos dispuestos a reconocerlo,
pero queríamos ver los resultados", dice Cabello.
Chávez sólo escucha. No habla.
Finalmente, se levanta y se retira a una habitación que
tiene asignada en la instalación militar.
Permanece allí solo por un largo tiempo. Nadie sabía qué
haría.
Cuando sale, el Presidente parte nuevamente a Miraflores,
donde sus seguidores lo esperan esperanzados de que, a
partir de diciembre, tendrán una nueva constitución. Aunque
la celebración había sido cancelada, la música arrancó para
distraer a los presentes y formar un "muro" en caso de que a
"algún alebrestado" se le ocurriera ir al centro del poder
con "la operación tenaza", un supuesto plan de la CIA que
era dirigido desde la embajada estadounidense ubicada en
Valle Arriba, en Caracas.
El mismo Chávez confesó, posteriormente, cuando avaló las
cifras del CNE, que había cavilado mucho y que admitía su
derrota para evitar una angustia mayor, porque habían
transcurrido ocho horas desde el cierre de las mesas y el
CNE había garantizado que, a más tardar, a dos horas de la
cuenta informaría al país, como ocurrió en diciembre de 2006
en las elecciones presidenciales. La jugada buscaba que,
internacionalmente, Chávez quedara como un demócrata y, en
lo interno, evitar una eventual guerra civil.
A las 9:02 pm, Jorge Rodríguez aparece públicamente en la
sede provisional del Comando Zamora, en el hotel Alba, y
admite que la cuenta estaba reñida; de hecho, cuando el
vicepresidente llegó hasta el lugar, la tendencia bajó de 8%
a 4% y, cuando terminó su discurso, el margen era de 3%.
Para entonces era imposible hacer algo: las mesas estaban
cerradas, la maquinaria se había desmovilizado y, como en
toda derrota, la soledad ocupaba su lugar al lado del
vencido, quien prometió convertirla en una nueva victoria.
Un nuevo "por ahora" surgió de los labios de un hábil
político y no del idealista que el 4 de febrero de 1992
intentó llegar al poder mediante un golpe de Estado.
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Artículo
publicado originalmente en el diario El Nacional |