Se
opuso a la guerra en Irak, se desgasta jugando al hermano mayor de la Unión
Europea, una sociedad dividida que no sabe como integrar a los extranjeros, un
presidente intocable y un ex primer ministro, condenado por corrupción a 18
meses de prisión; son entre otras, las vicisitudes de la Francia de comienzos
del siglo XXI. Una República, conformada por un pueblo que en su momento
influenció a la humanidad con sus valores de libertad, de democracia y de
derechos humanos. ¿A dónde fueron a parar esos principios?
Diversos analistas señalan, que Francia
es un país enfermo, que no supo o no quiso reformar su propio Estado; una nación
donde, aún hoy, la mayoría de los jóvenes tienen como primera aspiración,
convertirse en empleados públicos.
Al mismo tiempo
que, pareciera que esa enfermedad republicana jacobina, impide gerenciar el
creciente multiculturalismo de la sociedad gala. Mientras, crece la simpatía por
las fuerzas políticas extremas, a través del voto protesta bien sea de extrema
derecha o de extrema izquierda, en todo caso ambos extremos le tienen un gran
temor al mundo moderno.
¿Quién puede darle respuesta a los
graves problemas de Francia?
El desempleo goza de buena salud,
economía deficitaria y el nivel de vida promedio de los franceses, cayendo en
comparación con otros países europeos. Ante esto, las elites políticas no
aportan ninguna respuesta. Los grandes partidos, están estancados en un obsoleto
modelo de post-guerra. Si la derecha, que representa
Chirac
está hoy siendo juzgada por su
recurrente práctica del pasado
que consistía, en utilizar los dineros públicos para financiar su propio
partido; la izquierda a su vez está borrada del mapa político desde el 2002.
Hacia un estado de desorientación
permanente, como señala el historiador y Economista Nicolás Baverez, en su libro
“La France qui tombe” – Editions Perrin; la constatación clínica de una
desclasificación, a causa de los círculos viciosos y de la incapacidad francesa;
demagogia y ceguera de las elites.
En el ámbito internacional, al amenazar
con vetar la decisión que tomaría el Consejo de Seguridad de la ONU en cuanto a
la guerra en Irak, Francia dio un paso al frente hacia el desprestigio de su
tradición diplomática. Internamente, en la Asamblea se vota por la prohibición
de signos religiosos en las escuelas, dándole así un carácter político al
problema que representa en Francia, el hecho de buscarle un lugar al Islam
dentro de una República laica de tradición cristiana. Y por último, tras la
visita del presidente chino Jintao, el gobierno francés le otorgó su apoyo a
China, en cuanto al tema de Taiwán, e igualmente Francia le pidió a la Unión
Europea que levantara el embargo, contra la venta de armas a China; dejándole
claro al mundo lo que Francia hace con los principios de libertad y democracia.
¿Tiene cura el enfermo? ¿Será capaz
Francia? en los próximos años de producir, y de adoptar ideas modernas, como las
que en un primer tiempo produjeron Tocqueville y Montesquieu y mas recientemente
Camus y Raymond Aaron.
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