Cada
día 46 millones de personas comen en 30 mil Mc.Donald´s que alzan
sus arcos dorados en 100 países. Por lo general, las bandejas que
retiran del mostrador tienen más calorías y menos nutrientes de
los necesarios. Deliciosas y gigantes, las hamburguesas y demás
sandwiches de Mc.Donald’s están compuestas por alimentos
procesados, que como la misma cadena reconoce, son más peligrosos
que los alimentos no procesados. Para los niños es un premio comer
en Mc.Donald’s y resulta ser que 1 de cada 3 niños en Estados
Unidos es obeso. Pero no es solo un asunto del norte. La Unidad
Latinoamericana del Grupo Internacional de Trabajo Contra la
Obesidad (IOTB) ha determinado que la obesidad infantil crece más
rápido en nuestro continente que en EEUU. ¿Es culpa de Mc.Donald´s
que haya más gente gorda en el mundo? Pregúntele a Morgan Spurlock.
Este
documentalista norteamericano hizo Super Size Me y ganó el premio
a la mejor dirección en el Festival de Sundance 2004 con una
película que explora en carne propia los efectos de la comida de
Mc.Donald´s. Literalmente. Spurlock se sometió a una dieta de 30
días comiendo solo en los arcos dorados, desayuno, almuerzo y
cena. Al final del mes su hígado amenazaba con estallar, subió más
de 20 kilos de peso, perdió su apetito sexual y estaba deprimido.
A medida que documentaba su dieta suicida, conversó con médicos,
nutricionistas, representantes de la industria de alimentos
norteamericana y gente en la calle. La conclusión: eres lo que
comes, y con razón la comida rápida ha sido bautizada comida
chatarra.
Super Size Me no
es una película antiglobalizadora que agarra el cuello de Ronald
Mc.Donald´s como chivo expiatorio. Es una reflexión sobre la
responsabilidad personal y las influencias de las corporaciones en
nuestras vidas. Sometidos a un bombardeo publicitario, los niños
aprenden a decir Mc.Donald´s a la vez que guau-guau, y con un
juguetico como regalo, es difícil que no pidan a gritos su cajita
feliz. La publicidad de alimentos ocupa el primer lugar en la
televisión mundial y la mayoría está dirigida a niños. Repostería,
cereales endulzados y comida rápida se llevan la mitad de esa
torta. En el Reino Unido, Estados Unidos y Australia el número de
comerciales de alimentos en horarios infantiles son los más altos
del mundo, países donde la obesidad infantil se ha disparado. En
Suecia está prohibido que la publicidad de alimentos esté dirigida
a niños y solo el 3% de sus niños son obesos, aunque registran una
preocupante tendencia a aumentar.
Paradójicamente,
así como sucede en Estados Unidos, los más pobres de América
Latina suben más de peso. La erradicación de la desnutrición está
ligada a un aumento de la obesidad por el consumo de alimentos de
baja calidad nutricional y altos en grasas, según la IOTB. En
México ahora comen menos tacos que hamburguesas y están más
gordos. En Brasil la desnutrición bajó un 50% entre 1975 y el 89,
pero la obesidad subió un 70%, y en el caso de los niños, el
incremento ha sido del 239%. Chile tiene el mayor número de niños
obesos en la región. En muchos estudios se ha encontrado que entre
la gente de menos recursos existe la percepción de que las cadenas
de comida rápida ofrecen alimentos más baratos y resueltos, además
de ser más atractivos.
En su libro Fast
Food Nation, el periodista Eric Schlosser dice que al comer como
norteamericanos, el mundo se parece cada vez más a ellos en un
aspecto: los Estados Unidos tiene un 60% de su población con
sobrepeso y la tasa más alta de obesidad en el mundo desarrollado
con un redondo 30%.
No lo llamemos globalización,
usemos un término mejor y en boga: Globesidad.
Nadie le pone a
la gente una papa frita en la cabeza y amenaza con disparar si no
come su hamburguesa. Lo que metemos en nuestro cuerpo es una
responsabilidad individual, que en el caso de los niños, debe ser
educada y defendida por los padres. La comida rápida es un negocio
multimillonario, y como tal, invierte toda su energía en seducir a
los consumidores. Es un juego grasoso que debemos saber tragar.
Ahora se habla de El Nuevo Mc.Donald´s, donde la ensalada
es la estrella. Pero como dice Morgan Spurlock en su película, con
pollo y salsa tienen casi las mismas calorías que una hamburguesa.
Me encanta.
