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Una propuesta y un reto formal
Gonzalo Himiob Santomé
lunes, 23 febrero 2009


El país se siente extraño. Al menos eso es lo que se percibe desde este modesto lado de la acera política y personal. De una parte el oficialismo –aunque con una prudencia poco común- persiste en el discurso maniqueo y divisionista y sin verdaderos ánimos de reconciliarse con ese “otro país” que ha revelado –pese a las dudas que aún se albergan- ser mucho más importante y nutrido de lo que el mismo presidente, en su ofuscación personalista, quiere reconocer. En ello, me imagino, hay mucho de no saber ganar, lo que casi siempre –lo demuestra la historia- es peor que no saber perder. De la otra, la oposición –que sigue sin encontrar un liderazgo responsable que canalice sus anhelos de reconocimiento formal- se debate entre quienes, los menos, aún no pueden creer la derrota del pasado 15F –y juegan, sin hacer propuestas concretas, a clamar “fraude” y a llamar al absurdo desconocimiento de la “otra” realidad que también existe- y quienes, como quien suscribe, tratan de encontrar en lo ocurrido más que una explicación –sin  dejarla de lado pues es importante conocerla- una oportunidad. 

Pero llegaron los carnavales y, como somos venezolanos, la cosa ha quedado como en “veremos”. El oficialismo –que sin embargo nunca detiene su maquinaria- ha entendido que debe dejar reposar los ánimos un poco si es que quiere retomar cierta gobernabilidad. La oposición, cansada del apabullante ventajismo también se apresta a recargar las baterías para enfrentarse, sin ver el mundo a través de los velos de la emocionalidad, a nuestra nueva realidad. 

¿Qué cambió? Absolutamente nada. Chávez sigue siendo presidente –iba a seguir siéndolo pasara lo que pasara el 15F- e igualmente, salvo que se embarque en una aventura “relegitimadora” en la que quizás le toque llevar las tablas sobre la cabeza, deberá medirse en elecciones en el año 2012. La oposición sigue enfrentando el reto de lograr un liderazgo unificado y responsable –digo, un liderazgo de esos a los que la sola mención de una investigación no haga poner los pies en polvorosa- y, además, el mucho más acuciante de darse a la creación de una visión alternativa del país que mantenga seducidos a sus seguidores y, lo que es más importante, seduzca a la importante masa de irresponsables “Ninis” y a quienes, por las razones que sea, aún siguen creyendo en las cuentas y espejitos revolucionarios. 

Por eso quiero plantear que nos ocupemos de éstas últimas labores con empeño y dedicación. Quiero proponer –y destaco que no he sido el único que ha pensado en lo mismo- un gran debate nacional sobre las agendas pendientes en materia económica, social, cultural y política en general. Quiero que nos ocupemos de estructurar un “Plan Alternativo” que desde la ideología –que no sólo desde la respuesta espasmódica ante los desaguisados oficialistas- aborde desde cómo enfrentar la inseguridad, el desempleo y las fallas de nuestro sistema educativo hasta las soluciones que se proponen para paliar la crisis económica que se nos avecina. Pero todo ello desde el reconocimiento del “otro”, de quien no comulga con nuestro ideario político y que, por ser parte de este mismo navío que llamamos Venezuela, también tiene derecho a ser escuchado y tomado verdaderamente en cuenta sin exclusiones. Ni las que puedan nacer del sectarismo político ni las que encuentren su sustento en las diferencias generacionales. Ésa sería mi propuesta y, de una vez, me pongo a la disposición de quien desee sumarse a esta iniciativa –oficialista u opositor- para empezar a construir una necesaria Venezuela distinta desde ya. El futuro lo demanda. 

Y quiero además, con todo el derecho que me asiste en ello por el simple hecho de ser ciudadano de esta nación, retar formalmente al presidente Hugo Chávez Frías a debatir conmigo, sin intermediarios y cara a cara, públicamente o en privado si es que no quiere enfrentarse a la ciudadanía a la que se debe, sobre el tema de la inseguridad. Mi especialidad –las ciencias penales y criminológicas- y mi desempeño docente en tales áreas por más de una década me acreditan suficientemente para darle, sin mezquindad y con la mira puesta en el interés común, algunas ideas. O por lo menos ayudarle a ver las cosas desde otra perspectiva distinta y, en mis modestas posibilidades, más eficaz.  

Y no hay en mi gesto ningún interés de protagonismo ni altanería alguna. Le hago el reto con humildad y preocupación. Ciudadano Presidente Hugo Chávez Frías, usted mismo ha dicho recientemente -¡ya era hora de que se escuchara eso de su boca!- que quiere enfrentarse a la inseguridad y que desea que las calles de las ciudades, de los pueblos y de los barrios sean de nuevo transitables y se hagan seguras para todos. ¡Le tomo la palabra!. Sin que esto quiera decir que esté dispuesto a decirle, como muchos de sus seguidores, sólo que usted desea oír, le prometo dejar de lado todo sesgo político, o mis impresiones personales sobre usted y sobre sus desempeños de lado y focalizarme en la solución del problema, que no en las críticas a su gestión. Espero que usted sepa hacer lo mismo y tome conciencia que casi 150.000 muertos a manos de la violencia en los últimos diez años le exigen, silentes pero ominosos, que en este tema –así como en muchos otros- se comporte por fin como un verdadero estadista y no como un candidato en permanente campaña. 

Le haré llegar este reto, hecho mi propuesta formal, a Miraflores esta misma semana, y pondré a la disposición de quien así lo solicite la misiva debidamente sellada y firmada como recibida. Que no se diga después que no se le quiere ayudar o que la oposición no está dispuesta al diálogo. 

Con el debido respeto espero entonces, ciudadano Hugo Chávez Frías -como millones de ciudadanos que hemos hecho de Venezuela nuestro primer amor y que queremos soluciones y no conflictos- su pronta respuesta.


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