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La Cuestión Nacional en Oriente Medio
por George Chaya
viernes, 19 enero 2007


A nadie es extraño que la izquierda de occidente, particularmente la latinoamericana incluyendo desde luego a la argentina -ideológicamente mucho mas cercana a Europa que al Oriente Medio-, esa misma izquierda poco afecta a pensar, instrumentar y resolver a través de ideas nuevas los “problemas nuevos” y a los que continua abordando con las mismas y vetustas acciones ortodoxas a lo largo de su historia, se relaciona con el Medio Oriente en general y el Líbano en particular “panfleteando” un ridículo y vació “anti-imperialismo bobo e idiotizado.”

En otras palabras, si algún grupo se enfrenta y combate con las fuerzas Israelíes o cualquier ejercito occidental, estos son glorificados y santificados y, serán reconocidos como “bastión de la resistencia anti-imperialista”. No cuentan las razones, los objetivos, las tácticas o la estrategia de tales grupos, ni cuantas victimas ocasionen, sean civiles o militares, culpables o inocentes vaya uno a saber de que cosa, los muertos que ocasionan “son muertos necesarios en la lucha de la liberación contra el imperialismo” y, desde luego, culparan al imperialismo por esos crímenes que -ellos mismos- generan en su liberación anti imperialista. Esta es una consecuente y el vector que rige a la izquierda vulgarizada, vieja y carente de soluciones que ha sumido -profundizando de forma alarmante estas endemias- en la miseria, la pobreza, la falta de salud, educación y seguridad a sus propios pueblos, tal y como la historia lo demuestra. Similar a lo que acontece en Oriente Medio, sea por Hamas en Palestina, Ahmadinejad en Irán, Los talibanes en Afganistán, la resistencia islámica en Irak o Hezbollah de Nasrallah en el Líbano.

Es entendible que por sus postulados ideológicos los Marxistas deben oponerse a todo intento de dominación imperial donde sea, esto no es, ni debe ser necesariamente acompañado del sostén político de los regimenes amenazados por el imperialismo. Los “bobos” que marcharon por las calles de Buenos Aires durante la ultima guerra de Hezbollah contra Israel con fotografías de Khomeini en sus pancartas y carteles donde se resaltaba en sus escritos “Todos Somos Hezbollah” no solo demostraron manifiestamente su ignorancia política, “todos ellos serian ejecutados sumariamente en una Republica Islámica dirigida por Nasrallah”, o “colgados y exhibidos por tres días en la plaza de la Revolución de Teherán”; sino también exhibieron penosamente su simplismo y primitivo animismo en lo ideológico.

Lo que estas organizaciones no conocen y por tanto les resulta imposible ver, es que estos regimenes islámicos totalitarios se inclinan con sumo placer por la supresión y el ajusticiamiento de los mismos Marxistas que los apoyan. La ignorancia es tan profunda, que no se considera que el fundamentalismo religioso es la antitesis de los objetivos socialistas. En el caso del Líbano y sus guerras, ocupaciones, invasiones y surgimiento de facciones religiosas fundamentalistas, la situación es tan compleja como en Afganistán, Irak o Palestina.

Los problemas aquí expuestos son solo algunos y requieren de un análisis responsable que exige un marco mínimo de conocimiento político-teológico-social de las sociedades de las que hablamos:

A) La Unidad Nacional

Entendamos la cuestión nacional como la independencia del país, la autodeterminación y la resolución de las diferencias o conflictos entre las facciones, etnias y comunidades de un país.

Esta cuestión es, en general, esgrimida por casi todos los partidos políticos del Líbano, pero solo para justificar sus políticas.

Los fundamentalistas musulmanes, tal el caso de Hezbollah, son la antitesis de cualquier política o ideología socialista o de la izquierda en cualquiera de sus versiones. Hablan de la cuestión nacional interpretándola como identidad religiosa. Hezbollah, no dudo en someterse a las políticas de Siria e Irán con el objetivo de lograr el poder armado dentro del Líbano. Demás esta decir que los musulmanes son tales, como consecuencia directa del colonialismo del Imperio Otomano.

Los partidos pro-sirios identifican la “cuestión nacional” como la unidad de los pueblos sirio-libanés, en algunos casos incluso reclamando la anexión de regiones de Irak y Palestina como así, otros países de la región. Tal posición, que podría asemejarse a la defensa de una sólida posición nacionalista y anti-imperialista, es sin embargo en la práctica política, un proyecto de sometimiento y ultraje del Líbano hacia el régimen Baazista de Damasco. Situación esta que se sucede, de hecho, desde 1976 hasta la fecha.

¿Cuál es la Cuestión Nacional entonces? Ciertamente, las facciones fundamentalistas religiosas que no han encontrado obstáculos históricamente para venderse a las energías extranjeras, no están dispuestas a luchar por ella. Tampoco lo están quienes quieren someter políticamente el Líbano o a Palestina al proyecto anexionista de Siria y la influencia religiosa-ideológica del régimen de los mulah’s iraníes.

Una cuestión sin embargo es clara, la mayoría de los Libaneses -excluyendo a las problemáticas similares de Irak y de los Palestinos- parecería que se inclinan, cualquiera sea la facción que integren, por la “Independencia Nacional”. A ello han colaborado a su manera, incluso esas mismas facciones religiosas entreguistas.

Resolver la cuestión Nacional, entonces, pasa por varios aspectos, sin necesidad del mal entendido apoyo de la “izquierda boba occidental y latinoamericanista”. La primera es la Independencia Nacional, no solo del imperialismo, de occidente o de Israel como “rugen fieramente” los fundamentalistas, sino también de los regimenes de Damasco y Teherán. Y eso, solo a condición que se haga a partir del carácter democrático del estado, ya que la imposición de esta facción religiosa llevaría, necesariamente, a una guerra civil sin triunfadores y eventualmente, tal vez, a un régimen teocrático. O lo que es peor aun, a una nueva ocupación extranjera que se extienda por años. La cuestión nacional solo puede ser resuelta democráticamente, es decir, por decisión de todos los Libaneses sin imposiciones como las de Hezbollah. Y, a la decisión democrática debe unirse necesariamente la independencia.

En otras palabras, no se podrá resolver los conflictos entre etnias, facciones o comunidades de un país bajo la tutela de ejércitos ocupantes, sean estos de Siria, EEUU, Israel o Irán.

Por ultimo, para la resolución de la cuestión Nacional Libanesa es necesaria la autodeterminación, es decir, el respeto hacia la decisión de las mayorías libanesas y de cómo quieren hacerlo y no mediante directivas que lleguen desde Teherán, Damasco ni de ningún lugar o posicionamiento ideológico foráneo.

Y esta es también la realidad en los demás países de la región que no logran pacificarse por las acciones de los grupos nacionalistas o los fundamentalistas islámicos que dicen combatir a “los imperialismos”, sean ellos salafies, wahabies, o el taliban en su teocracia mas extrema, ellos no hacen mas que profundizar las miserias y la destrucción de sus propios pueblos. De allí que no se entienda -mas que desde la ignorancia- como las izquierdas “bobamente dicen apoyar” a Palestina, Irak, Siria, Jordania, Irán y los distintos emiratos y sultanatos de la región que padecen estos flagelos.

Los libaneses, así como los palestinos, los israelíes o el propio pueblo Iraquí, tendrán paz y seguridad cuando las izquierdas apoyen el progreso en paz y elijan por la vida de los pueblos de la región, cuando ellas dejen de destilar odio anti occidental no en sus utópicas y crónicas guerras anti imperialistas con posiciones perimidas y extemporáneas para el siglo XXI.

B) La Lucha de clase por sobre la cuestión religiosa

Tanto en el campo del bloque de Hezbollah como en la Coalición 14 de marzo hay trabajadores, campesinos y masas urbanas pobres. La unidad de clases de estos sectores, en el marco de la defensa de sus intereses comunes, es la clave para la superación de las diferencias étnicas y, mas importante aun, religiosas.

Todos ellos entienden que la independencia nacional, la autodeterminación y la superación de las rivalidades religiosas será posible a través de las instituciones democráticas y no mediante ningún proceso de revolución islámica, menos aun socialista. Hezbollah ya ha demostrado con creces al llevar al país a la destrucción en la guerra que inicio y llevo adelante por 34 días en julio del pasado año que no se propone cumplir con esos objetivos y que solo los enarbola para lograr una victoria sobre el gobierno legal, no para cumplirlos.

La clave entonces no esta en la búsqueda de protección en las alianzas de clase “bobistas e internacionalistas”, sino en la superación de las divisiones impuestas sobre las clases explotadas por los fundamentalistas. Es allí, en la elaboración de un programa para la unidad, en donde reside el futuro del Líbano y el de varios países de la región.

Los mismos libaneses y muchos lideres árabes moderados han comprendido este peligro proveniente de la izquierda internacionalista que escasos favores les han hecho con sus movilizaciones en ultramar y se han empeñado los últimos años en preservar a sus propios pueblos de estos apoyos de izquierdas “bobas”. La izquierda libanesa e internacional debe retomar la iniciativa y vencer al fundamentalismo con ideas renovadas sin dar importancia al “bobismo” de la izquierda Latinoamérica e internacional.

george.chaya@gmail.com

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Periodista y Analista Político para Medio Oriente.  Miembro del Consejo Mundial de la Revolución de los Cedros e integrante del Comité Libanés Internacional.  Director General y Vocero del Bureau de Informaciones Libanesas para América Latina. 


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