A
nadie es extraño que la izquierda de occidente,
particularmente la latinoamericana incluyendo desde luego a
la argentina -ideológicamente mucho mas cercana a Europa que
al Oriente Medio-, esa misma izquierda poco afecta a pensar,
instrumentar y resolver a través de ideas nuevas los
“problemas nuevos” y a los que continua abordando con las
mismas y vetustas acciones ortodoxas a lo largo de su
historia, se relaciona con el Medio Oriente en general y el
Líbano en particular “panfleteando” un ridículo y vació
“anti-imperialismo bobo e idiotizado.”
En otras palabras, si algún
grupo se enfrenta y combate con las fuerzas Israelíes o
cualquier ejercito occidental, estos son glorificados y
santificados y, serán reconocidos como “bastión de la
resistencia anti-imperialista”. No cuentan las razones, los
objetivos, las tácticas o la estrategia de tales grupos, ni
cuantas victimas ocasionen, sean civiles o militares,
culpables o inocentes vaya uno a saber de que cosa, los
muertos que ocasionan “son muertos necesarios en la lucha de
la liberación contra el imperialismo” y, desde luego,
culparan al imperialismo por esos crímenes que -ellos
mismos- generan en su liberación anti imperialista. Esta es
una consecuente y el vector que rige a la izquierda
vulgarizada, vieja y carente de soluciones que ha sumido
-profundizando de forma alarmante estas endemias- en la
miseria, la pobreza, la falta de salud, educación y
seguridad a sus propios pueblos, tal y como la historia lo
demuestra. Similar a lo que acontece en Oriente Medio, sea
por Hamas en Palestina, Ahmadinejad en Irán, Los talibanes
en Afganistán, la resistencia islámica en Irak o Hezbollah
de Nasrallah en el Líbano.
Es entendible que por sus
postulados ideológicos los Marxistas deben oponerse a todo
intento de dominación imperial donde sea, esto no es, ni
debe ser necesariamente acompañado del sostén político de
los regimenes amenazados por el imperialismo. Los “bobos”
que marcharon por las calles de Buenos Aires durante la
ultima guerra de Hezbollah contra Israel con fotografías de
Khomeini en sus pancartas y carteles donde se resaltaba en
sus escritos “Todos Somos Hezbollah” no solo demostraron
manifiestamente su ignorancia política, “todos ellos serian
ejecutados sumariamente en una Republica Islámica dirigida
por Nasrallah”, o “colgados y exhibidos por tres días en la
plaza de la Revolución de Teherán”; sino también exhibieron
penosamente su simplismo y primitivo animismo en lo
ideológico.
Lo que estas organizaciones no
conocen y por tanto les resulta imposible ver, es que estos
regimenes islámicos totalitarios se inclinan con sumo placer
por la supresión y el ajusticiamiento de los mismos
Marxistas que los apoyan. La ignorancia es tan profunda, que
no se considera que el fundamentalismo religioso es la
antitesis de los objetivos socialistas. En el caso del
Líbano y sus guerras, ocupaciones, invasiones y surgimiento
de facciones religiosas fundamentalistas, la situación es
tan compleja como en Afganistán, Irak o Palestina.
Los problemas aquí expuestos son
solo algunos y requieren de un análisis responsable que
exige un marco mínimo de conocimiento
político-teológico-social de las sociedades de las que
hablamos:
A) La Unidad Nacional
Entendamos la cuestión nacional
como la independencia del país, la autodeterminación y la
resolución de las diferencias o conflictos entre las
facciones, etnias y comunidades de un país.
Esta cuestión es, en general,
esgrimida por casi todos los partidos políticos del Líbano,
pero solo para justificar sus políticas.
Los fundamentalistas musulmanes,
tal el caso de Hezbollah, son la antitesis de cualquier
política o ideología socialista o de la izquierda en
cualquiera de sus versiones. Hablan de la cuestión nacional
interpretándola como identidad religiosa. Hezbollah, no dudo
en someterse a las políticas de Siria e Irán con el objetivo
de lograr el poder armado dentro del Líbano. Demás esta
decir que los musulmanes son tales, como consecuencia
directa del colonialismo del Imperio Otomano.
Los partidos pro-sirios
identifican la “cuestión nacional” como la unidad de los
pueblos sirio-libanés, en algunos casos incluso reclamando
la anexión de regiones de Irak y Palestina como así, otros
países de la región. Tal posición, que podría asemejarse a
la defensa de una sólida posición nacionalista y anti-imperialista,
es sin embargo en la práctica política, un proyecto de
sometimiento y ultraje del Líbano hacia el régimen Baazista
de Damasco. Situación esta que se sucede, de hecho, desde
1976 hasta la fecha.
¿Cuál es la Cuestión Nacional
entonces? Ciertamente, las facciones fundamentalistas
religiosas que no han encontrado obstáculos históricamente
para venderse a las energías extranjeras, no están
dispuestas a luchar por ella. Tampoco lo están quienes
quieren someter políticamente el Líbano o a Palestina al
proyecto anexionista de Siria y la influencia
religiosa-ideológica del régimen de los mulah’s iraníes.
Una cuestión sin embargo es
clara, la mayoría de los Libaneses -excluyendo a las
problemáticas similares de Irak y de los Palestinos-
parecería que se inclinan, cualquiera sea la facción que
integren, por la “Independencia Nacional”. A ello han
colaborado a su manera, incluso esas mismas facciones
religiosas entreguistas.
Resolver la cuestión Nacional,
entonces, pasa por varios aspectos, sin necesidad del mal
entendido apoyo de la “izquierda boba occidental y
latinoamericanista”. La primera es la Independencia
Nacional, no solo del imperialismo, de occidente o de Israel
como “rugen fieramente” los fundamentalistas, sino también
de los regimenes de Damasco y Teherán. Y eso, solo a
condición que se haga a partir del carácter democrático del
estado, ya que la imposición de esta facción religiosa
llevaría, necesariamente, a una guerra civil sin
triunfadores y eventualmente, tal vez, a un régimen
teocrático. O lo que es peor aun, a una nueva ocupación
extranjera que se extienda por años. La cuestión nacional
solo puede ser resuelta democráticamente, es decir, por
decisión de todos los Libaneses sin imposiciones como las de
Hezbollah. Y, a la decisión democrática debe unirse
necesariamente la independencia.
En otras palabras, no se podrá
resolver los conflictos entre etnias, facciones o
comunidades de un país bajo la tutela de ejércitos
ocupantes, sean estos de Siria, EEUU, Israel o Irán.
Por ultimo, para la resolución
de la cuestión Nacional Libanesa es necesaria la
autodeterminación, es decir, el respeto hacia la decisión de
las mayorías libanesas y de cómo quieren hacerlo y no
mediante directivas que lleguen desde Teherán, Damasco ni de
ningún lugar o posicionamiento ideológico foráneo.
Y esta es también la realidad en
los demás países de la región que no logran pacificarse por
las acciones de los grupos nacionalistas o los
fundamentalistas islámicos que dicen combatir a “los
imperialismos”, sean ellos salafies, wahabies, o el taliban
en su teocracia mas extrema, ellos no hacen mas que
profundizar las miserias y la destrucción de sus propios
pueblos. De allí que no se entienda -mas que desde la
ignorancia- como las izquierdas “bobamente dicen apoyar” a
Palestina, Irak, Siria, Jordania, Irán y los distintos
emiratos y sultanatos de la región que padecen estos
flagelos.
Los libaneses, así como los
palestinos, los israelíes o el propio pueblo Iraquí, tendrán
paz y seguridad cuando las izquierdas apoyen el progreso en
paz y elijan por la vida de los pueblos de la región, cuando
ellas dejen de destilar odio anti occidental no en sus
utópicas y crónicas guerras anti imperialistas con
posiciones perimidas y extemporáneas para el siglo XXI.
B) La Lucha de clase por
sobre la cuestión religiosa
Tanto en el campo del bloque de
Hezbollah como en la Coalición 14 de marzo hay trabajadores,
campesinos y masas urbanas pobres. La unidad de clases de
estos sectores, en el marco de la defensa de sus intereses
comunes, es la clave para la superación de las diferencias
étnicas y, mas importante aun, religiosas.
Todos ellos entienden que la
independencia nacional, la autodeterminación y la superación
de las rivalidades religiosas será posible a través de las
instituciones democráticas y no mediante ningún proceso de
revolución islámica, menos aun socialista. Hezbollah ya ha
demostrado con creces al llevar al país a la destrucción en
la guerra que inicio y llevo adelante por 34 días en julio
del pasado año que no se propone cumplir con esos objetivos
y que solo los enarbola para lograr una victoria sobre el
gobierno legal, no para cumplirlos.
La clave entonces no esta en la
búsqueda de protección en las alianzas de clase “bobistas e
internacionalistas”, sino en la superación de las divisiones
impuestas sobre las clases explotadas por los
fundamentalistas. Es allí, en la elaboración de un programa
para la unidad, en donde reside el futuro del Líbano y el de
varios países de la región.
Los mismos libaneses y muchos
lideres árabes moderados han comprendido este peligro
proveniente de la izquierda internacionalista que escasos
favores les han hecho con sus movilizaciones en ultramar y
se han empeñado los últimos años en preservar a sus propios
pueblos de estos apoyos de izquierdas “bobas”. La izquierda
libanesa e internacional debe retomar la iniciativa y vencer
al fundamentalismo con ideas renovadas sin dar importancia
al “bobismo” de la izquierda Latinoamérica e internacional.
george.chaya@gmail.com
* |
Periodista y Analista Político para Medio Oriente.
Miembro del Consejo Mundial de la Revolución de los
Cedros e integrante del Comité Libanés Internacional.
Director General y Vocero del Bureau de Informaciones
Libanesas para América Latina. |