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Las migraciones no controlables
por Germán Carrera Damas
miércoles, 2 julio 2008


Existe un estado de alarma en los países latinoamericanos de donde proceden fuertes contingentes de migrantes, legales e ilegales, asentados en Europa. Gobiernos, democráticos y no democráticos, se aprestan a combatir, en los foros e instancias internacionales, la reciente legislación de la Comunidad Europea en esa materia, por considerarla represiva y contraria a los derechos humanos. No parece que esos gobiernos prestaran una atención equiparable a las condiciones que, imperantes en sus respectivos países, inducen o impulsan a las que he denominado migraciones no controlables. Quizás esta actitud gubernamental revela un trasfondo poco halagüeño, al configurar una exportación de mano de obra que alivia tensiones socioeconómicas internas, y genera una entrada de remesas en monedas fuertes que se tiene buen cuidado en no incluirlas, en el rango que representan, en las cuentas nacionales. De hacerlo, se correría el riesgo de confesar que es la exportación de trabajo barato un renglón capital de las respectivas economías.

Al significar, las migraciones no controlables, una severa sangría de las sociedades emisores, -por cuanto en esas migraciones se reúnen, en grado nada desdeñable, la calificación en oficios y profesiones y el espíritu emprendedor-, van en desmedro de la capacidad de las respectivas sociedades para llegar a un estadio de su desarrollo que haga innecesario el reclamar que otras sociedades abran las puertas a quienes no encuentran en sus sociedades de origen las condiciones para realizar sus aspiraciones de superación social y bienestar económico y cultural. Esto sea dicho sin poner en la cuenta el exilio forzado por regímenes dictatoriales, al estilo fidelista; ni por la segregación interna llevada al extremo de condenar millones de personas a convertirse en inmigrantes clandestinos en el seno de su propia sociedad, cual ocurre en la Venezuela militarista y militar con los miles de trabajadores despedidos en la industria petrolera y condenados al desempleo, y con los millones de firmantes del referendum revocatorio mencionados en la infame “lista Tascón” y sus familiares.

Hace ya unos cuantos años que viendo venir este fenómeno social, hoy tan alarmante, y considerando especialmente sus efectos en el seno de América Latina y de Venezuela, compuse el breve artículo que me permito recordar en este Mensaje histórico. En su momento dejé constancia, y ahora lo ratifico, del respeto y la simpatía que me merecen los millones de personas que hacen valer el más sagrado de los derechos humanos: el de no dejarse morir de hambre.



LAS MIGRACIONES NO CONTROLABLES

Constituyen uno de los fenómenos masivos más importan­tes de nuestro tiempo. Compromete el destino de pueblos enteros y amenaza la estabilidad social aun de los países más poderosos. Se presenta con rasgos y ritmo tales que reta la capacidad de acción de los gobiernos. Genera confrontaciones sociales que ponen en grave riesgo el orden democrático y el deseado imperio de los derechos humanos. No sólo la libertad se ve puesta en riesgo. El concepto mismo de derechos humanos estaría en entredicho, si admitiéra­mos que se trata del primero y más sagrado de esos derechos: el de no de­jarse morir de hambre. Y es el ejercicio de este derecho, en ultima instancia, el que genera el fenómeno demográfico que denomino migraciones no controlables .

Tiene más de fenómeno nuevo que de variante de las mi­graciones conocidas. Es expresión vital de sociedades en las cuales han aparecido fenómenos como el nunca empleado. Este es el in­dividuo que entra en su madurez no como desempleado sino como alguien que jamás ha tenido empleo. Y que seguramente no alcanzará a tenerlo... La masificación de este fenómeno, sumada a las tradicionales causas de migración,-pobreza crónica, inamovili­dad social, inseguridad grave y permanente, etc.-, nutre las migra­ciones no controlables. Por la profundo, lo persistente y lo genera­lizado de sus causas, éstas alcanzan niveles de intensidad y de ma­sificación que desbordan los medios empleados para controlarlas y o desalentarlas.

El fenómeno de las migraciones no controlables está pre­sente hoy en regiones y áreas culturales muy diversas. Pero sobre todo en Europa, respecto del Magreb y de Asia; en Rusia respecto de las sociedades islámicas de la antigua Unión Soviética; en di­versas partes de América Latina, y especialmente en Venezuela, respecto de Colombia, el área andina y el Caribe; y en los Estados Unidos respecto, particularmente, de México, América central y el Caribe. Pero cabe advertir que no se trata de procesos migratorios forzados, como los generados por el conflicto árabe-israelí, por la crisis del socialismo autocrático y por las crueles guerras de los Balcanes y el Cáucaso. Tampoco de los generados por los genocidas enfrentamientos tribales centroafricanos.

De todos los casos mencionados quizá sea el más estudiado el de la frontera entre México y los Estados Unidos. Abundan los estudios realizados por organismos oficiales e instituciones aca­démicas. Los publicados por El Colegio de la Frontera, en México, y por la Universidad de California en San Diego, son especialmente importantes. A estos esfuerzos de conocimiento se suman medidas legislativas, masivo empleo de recursos de todo género y prácticas frecuentemente nada compatibles con los derechos del hombre y hasta con la más elemental dignidad humana.

No obstante, el Presidente Clinton ha considerado necesa­rio formular su estrategia de control de la inmigración. Lo ha he­cho partiendo de la proclamación de un principio que mueve a re­flexión: "Somos una nación de inmigrantes, y todos debemos estar orgullosos de ello. Pero no es bueno e incluso es autodestructivo para una nación de inmigrantes permitir el tipo de abusos que se ha visto en los últimos años"... Sentado este principio, esbozó una política cuyos ejes son el control del empleo y la represión policial de la inmigración ilegal. El objetivo lo precisó el secretario del Trabajo, Robert Reich: ..."en este país estamos creando lugares de empleo tercermundistas poblados por trabajadores tercermundis­tas. Y tenemos que suprimirlos".

Mientras tanto, la Conferencia por la Seguridad y la Cooperación en Europa (CSCE), de la que forman parte los Estados Unidos, se ocupa de la conciliación de los peligros de las migracio­nes no controladas con las necesidades de movilización de mano de obra. Pero también de los derechos de las minorías, -¿cuándo un grupo de inmigrantes ilegales se convierte en una minoría con de­recho a protección?-, mientras se avanza hacia la cumbre social de Copenhague. ¿Llevará el presidente Clinton su doctrina a esos fo­ros internacionales? Vale la pena recordar que el proclamado nuevo orden internacional atribuye gran importancia a la protec­ción y libre ejercicio de los derechos humanos.

Hace varios años fue aprobada en los Estados Unidos la Ley Simpson-Rodino. Tuvo por objeto establecer un celoso reglamento laboral, el cual probablemente se busca ahora fortalecer. Me preo­cupó entonces el que la eventual eficacia de ese instrumento pu­diese desviar corrientes de migración no controlable hacia nuestro país. Consideré oportuno que fijásemos las bases de una doctrina en esta materia. Parecía igualmente necesario que Venezuela com­prometiese en el tratamiento del problema a los países emisores de tales migraciones. El medio idóneo podía ser la celebración de una conferencia americana sobre migraciones no controlables. Buscar allí juntos, emisores y receptores, modos de tratamiento de la cues­tión que superen, y quizá lo hagan innecesario, el enfoque cruda­mente represivo. No parece que la inminente cumbre social de Copenhague sea el escenario propicio, pues probablemente allí nuestra problemática no recibiría la atención que requiere. En cambio, parece razonable pensar que una conferencia americana sobre migraciones no controlables encontraría actualmente una buena acogida.


(NOTA: Publicado en El Nacional, de Caracas, el 20 de febrero de 1995).


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