Hace
muchos años leí en alguna parte que don Marcelino Menéndez y Pelayo, al
referirse a la obra de Juan de Castellanos, el autor de la famosa Elegías de
Varones Ilustres de Indias, extensa crónica en versos del descubrimiento y
conquista de Venezuela y Nueva Granada, lo llamaba (cito de memoria) ³viejo
gárrulo y prolijo, que unas veces entretiene y otras ayuda a conciliar el sueño².
Me llamó la atención la palabra gárrulo, y al consultar su significado en el
diccionario, comprendí que don Marcelino se refería al exceso de
palabras que hay en el abigarrado texto de Castellanos.
Gárrulo no aparece en el TesoroŠ de Cobarruvias, pero sí en el Diccionario de
Autoridades (1732): ³adjetivo que se aplica a las aves que cantan mucho, gorjean
o charlan; y por semejanza se dice también de los hombres que hablan mucho².
Poco ha variado esa definición en el DRAE. La última edición (2000)
registra: ³Dicho de un ave: Que canta, gorjea o chirría mucho. || 2. Dicho de
una persona: Muy habladora y charlatana. || 3. Dicho de una cosa: Que hace ruido
continuado, como el viento, un arroyo, etc.².
Muy acertada y oportuna la declaración del Dr. Francisco Carrasquero,
presidente del Consejo Nacional Electoral, aconsejando a los políticos
venezolanos que no sean tan gárrulos, que no hagan tantas garrulerías. Es
decir, que no sean tan habladores de paja, tan charlatanes. Porque si algo es
evidente, es que en la política venezolana predomina hoy la charlatanería. La
mayor parte de nuestros políticos, reales o que se creen tales, no pueden
ver cerca un micrófono, sobre todo si va acompañado de una cámara de TV, sin
que les dé una picazón en la lengua y empiecen a hablar, la mayoría de las
veces puras vaciedades. Los hay en todas partes: en las altas, medias y bajas
esferas gubernamentales; en la Asamblea Nacional; en los partidos políticos
progubernamentales y de la oposición; en la sociedad civil; en la Iglesia; en
las Fuerzas Armadas; en el Tribunal Supremo de Justicia; en los medios de
comunicación; en los círculos empresariales; en el propio C.N.E, al ladito,
como quien dice, del Dr. Carrasquero, que con tanta prestancia lo preside. Y a
propósito, ¿en quién o quiénes estaría pensando el Dr. Carrasquero cuando
dijo lo que dijo?
No se trata, que quede claro, de un mal de ahora, pues ha sido lo característico
de nuestros últimos cuarenta años, por lo menos; pero es indudable que ahora
se ha agravado, como casi todos los vicios políticos y administrativos del
pasado.
Gárrulo no debe confundirse con garrulo, con acento prosódico en la u, y que
según el DRAE es expresión coloquial que designa a una persona rústica,
zafia.
Gárrulo es de origen latino. Viene de garrulus, que significa lo mismo, tanto
en lo referente al pájaro cantador, como al sujeto hablador o charlatán.
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