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América Latina en 2007: las cifras macroeconómicas
por Fernando Spiritto
miércoles, 16 abril 2008


Desde el punto de vista macroeconómico, América Latina continuó mostrando resultados favorables en 2007. Algunos hablan, incluso, de bonanza. La región experimentó el quinto año de expansión ininterrumpida, tanto de la actividad económica como del producto por habitante, el cual creció en promedio 3% por año. En 2007 la región creció 5.6% mientras que el producto por habitante lo hizo 4.2%.  

Desde los años setenta, no se presentaba una coyuntura tan favorable. La diferencia con respecto a esos años es que el crecimiento que hoy observamos se presenta en forma paralela con un superávit de la cuenta corriente. Esto sugiere una política económica más responsable por parte de las autoridades. Las lecciones de la década perdida de los ochenta, cuya expresión más clara fue la crisis de la deuda, parecen haber calado hondamente en la mayoría de los gobiernos.  

Las causas de tan excepcional coyuntura son conocidas. Los abundantes ingresos de la región son el resultado del buen desempeño de los precios de las materias primas (las mineras en mayor proporción que las agrícolas) inducido por el crecimiento mundial, especialmente el mostrado por las economías emergentes de Brasil, China, India y Rusia. Los precios del amplio espectro de las materias primas han aumentado sostenidamente ante la fortaleza de la demanda mundial. A lo anterior se agregan los términos favorables de financiamiento externo como consecuencia de las bajas tasas de interés, la acumulación de reservas y el uso prudente del endeudamiento, lo cual ha disminuido la deuda como proporción del PIB desde aproximadamente 42% en 1999 a 23% en 2006. Las remesas enviadas por los trabajadores latinoamericanos en los mercados más desarrollados, han sido a su vez parte importante del ingreso de capitales a nuestros países.  

El buen desempeño de las exportaciones con respecto a las importaciones se tradujo en un mejoramiento de los términos del intercambio de 19% durante el quinquenio. Es bueno destacar que al superávit en cuenta corriente contribuyó mayormente la fortaleza del sector transable.  

Desde el punto de vista fiscal, el boom de las exportaciones mejoró las finanzas públicas debido a la mayor contribución de los sectores exportadores. Los ingresos fiscales aumentaron en forma apreciable: de 15% o 16% como proporción del PIB en los años noventa, pasaron a 17,5% o 20% durante los dos últimos años. Los gobiernos cuentan ahora con más recursos para hacer frente a sus innumerables responsabilidades.  

Por su parte, la inflación interrumpió el ritmo descendente que mostraba desde 2003, para situarse en un rango de 5% a 6%, siendo especialmente preocupante la inflación de los alimentos que han sido afectados por la alta demanda mundial, las condiciones climáticas en algunos países productores y el alto precio de los hidrocarburos. Con la excepción de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Guyana y Costa Rica, los países restantes se mantienen en niveles de un dígito.  

La tasa de desempleo continuó disminuyendo para situarse en 8%, lo que significa un avance importante desde 2002 cuando era del 11%.  

La CEPAL reporta en su Panorama social de América Latina 2007 que el porcentaje de población pobre, con respecto a 2005, disminuyó 3,3 puntos porcentuales mientras la tasa de indigencia lo hizo en 2,2 puntos porcentuales. Pero al mismo tiempo nos recuerda que “estimaciones correspondientes a 2006 indican que en ese año un 36,5% de la población de la región se encontraba en situación de pobreza. Por su parte, la extrema pobreza o indigencia abarcaba a un 13,4% de la población. Así, el total de pobres alcanzaba 194 millones de personas, de las cuales 71 millones eran indigentes”.   

Sobra advertir que las alentadoras cifras macroeconómicas mencionadas no reflejan con toda propiedad la realidad de América Latina. En primer lugar, se trata de promedios que esconden terribles realidades sociales que son compensadas, estadísticamente, con situaciones más positivas. En segundo lugar, son el resultado de una coyuntura favorable en los mercados internacionales que favorece la demanda de materias primas. La economía venezolana, por ejemplo, muestra hoy una serie de distorsiones (controles de precios, colapso de la inversión privada, inflación, tipo de cambio oficial sobrevaluado, altas importaciones, etc.) que sólo pueden ser mantenidas en el tiempo por el gran flujo de divisas que generan los altos precios del petróleo.  

El actual boom latinoamericano no es el resultado de una revolución productiva. No es la consecuencia de la innovación técnica ni de la inversión en educación o equipos. Es, por el contrario, una afortunada consecuencia de la globalización, donde destaca China con su espectacular desarrollo. De acuerdo con The Economist (15 de marzo de 2008), China consume hoy más de la mitad de la carne de cochino, la mitad del cemento, un tercio del acero y un cuarto del aluminio que se produce en el mundo. Ningún país escapa al poderoso arrastre del gigante asiático.  La mayoría de los países se benefician, bien como productores de materias primas (la demanda y precios de sus productos aumenta) o como consumidores de bienes manufacturados, cuyos precios disminuyen por los bajos costos de la mano de obra china.  

En este sentido, hay que alertar sobre los nubarrones en el horizonte. Así, por ejemplo, la expansión china contribuye a la inflación mundial.  Igualmente, las crisis financieras y los riesgos de recesión en los países desarrollados, la alta inflación de los alimentos, los altos precios del petróleo y los conflictos geopolíticos plantean un alto nivel de incertidumbre. Estos factores podrían poner fin al favorable escenario internacional. En el pasado, la América Latina no ha sabido aprovechar otras coyunturas favorables. Hemos presenciado ciclos que culminan con la crisis del sector externo, devaluación, inflación y ajuste brutal de salarios y empleo.  

La agenda económica latinoamericana requiere una discusión profunda con miras a crear amplios consensos sociales que apuntalen políticas públicas efectivas. La región necesita resultados concretos. En esa agenda deben estar, como temas fundamentales, el papel del mercado, el papel regulador del los gobiernos y  la inserción en los mercados internacionales. La contraparte política, o condiciones indispensables de esos temas económicos, se refieren a la estabilidad institucional, el respeto de los derechos de propiedad y la eficiencia de la administración pública.  

Aprovechar la actual coyuntura para asumir positivamente los temas mencionados es la única garantía de la región para no terminar en otro ciclo de expansión y doloroso ajuste.

fspiri@gmail.com


Referencias: 

CEPAL. Panorama social de América Latina 2007. 

Ocampo, José Antonio: La macroeconomía de la bonanza económica latinoamericana. Revista de la CEPAL, N. 93. Diciembre, 2007  

Vivancos, Francisco: Las economías de América Latina en el año 2007. Boletín Económico Mensual del Banco Mercantil. Febrero 2008.  


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