Introducción
Luego de 9
años en el poder, Hugo Chávez sufrió su primera derrota
electoral. La negativa de los electores a aprobar su
propuesta de reforma constitucional constituye un hecho
devastador para el Presidente. Aunque su poder está intacto,
al menos en apariencia, los resultados del referendo
constitucional del 2 de diciembre de 2007 (2D) hacen
realidad un hecho que niega la esencia de un proyecto cuyo
horizonte es el largo plazo: el mandato del Presidente tiene
fecha de terminación, tal como se desprende del artículo 345
de la Constitución de 1999.
Cualquier
análisis de la actualidad política venezolana debe partir
del supuesto que la permanencia en el poder es rasgo básico
del programa chavista. No cabe duda que los cinco años
restantes del gobierno de Chávez serán una permanente
búsqueda por superar el obstáculo que le plantea la
Constitución en ese sentido. El afán continuista del
Presidente será, sin duda alguna, la principal variable
explicativa del proceso político venezolano a partir de
2008.
Pero antes de
mirar al futuro es conveniente responder la pregunta: ¿Por
qué ganó el No en el referendo constitucional del 2 de
diciembre? ¿Qué factores explican el debilitamiento de los
apoyos al Presidente? En esta oportunidad no nos interesa
evaluar el efecto de hechos coyunturales que en su momento
jugaron un papel fundamental en el debilitamiento del apoyo
al Presidente, como pudieron ser las intervenciones en
contra de la reforma constitucional del general Rafael
Baduel o la ex primera dama Marisabel Rodríguez, la escisión
de Podemos, los inconvenientes en constituir el Partido
Unido Socialista de Venezuela (PSUV), o los fracasos en
política internacional (impasse con el rey de España, fin
abrupto de la mediación entre la guerrilla y el gobierno de
Colombia, los subsidios a gobiernos extranjeros, el rechazo
de la propuesta de establecer el Euro como moneda oficial de
intercambio en la OPEP). Por el contrario, nos interesa
explorar las grandes tendencias socio-económicas
(“estructurales”) que influyen sobre la “revolución
bolivariana” como sistema político y ubicar allí los
factores relevantes que causaron la pérdida de apoyos
(aproximadamente 3 millones de votos) con respecto a las
elecciones presidenciales de diciembre de 2006.
Las
explicaciones estructurales del 2D se encuentran en aquellas
características del chavismo como sistema político que
comienzan a chocar con las reglas y valores de convivencia
democrática del pueblo venezolano. Para desarrollar este
punto, exploraremos algunas de las tendencias históricas que
explican el comportamiento político de la sociedad
venezolana, con el objeto de ubicar en ellas las bases
actuales del chavismo y exponer sus debilidades.
Igualmente,
al choque con los valores democráticos del pueblo
venezolano, hay que agregar, para explicar el triunfo del
No, las limitaciones de las herramientas económicas con las
cuales se ha legitimado el chavismo, básicamente, el
creciente gasto público destinado a crear redes clientelares
cuya más acabada expresión son los programas sociales mejor
conocidos como misiones. La gestión macroeconómica ha
generado infinidad de problemas, como la inflación y el
desabastecimiento, que afectan mayormente a la población de
menores ingresos. Además, las misiones comienzan a mostrar
el agotamiento del empuje inicial en términos de cobertura y
calidad de servicio.
Veamos cómo
influyeron los mencionados factores en la pérdida de apoyo
al chavismo en el referendo constitucional y cuáles son los
retos que se le plantean en cuanto a su viabilidad futura.
La
propuesta de reforma constitucional y la esencia democrática
del pueblo venezolano.
En primer
lugar, lo obvio: la propuesta de reforma constitucional era
profundamente antidemocrática y los electores, especialmente
los que siempre habían votado por Hugo Chávez, así lo
percibieron.
La reforma
tenía como propósito completar el proceso de centralización
del poder en manos del Presidente mediante la eliminación de
los controles políticos y actores autónomos que todavía
existen el país. Así, la reforma habría significado, entre
otras cosas, lo siguiente:1) La imposición de una ideología
de Estado (el socialismo) que daría visos de legalidad a la
discriminación política y negaría la representación a
aquellos grupos e individuos que no compartieran las ideas
del Presidente. 2) El debilitamiento del sector privado al
reducir las garantías a la propiedad y consagrar el poder
absoluto del Estado en la economía. 3) La eliminación del
principio de alternabilidad en el poder al establecer la
reelección indefinida. 4) Quedaría abierto el camino a la
dictadura al eliminarse los controles políticos durante los
estados de excepción puesto que no se establecían límites a
su duración ni controles por parte de los otros órganos del
poder público. 5) La eliminación de la descentralización y
la introducción de la nueva “geometría del poder” que
permitiría al Presidente neutralizar a alcaldes y
gobernadores mediante la creación de nuevas entidades
político-territoriales y el nombramiento de sus autoridades.
6) El Poder Popular sería una ficción puesto que su
funcionamiento dependería de la voluntad del Ejecutivo.
Igualmente, se haría más difícil la convocatoria de
referendos en todas sus modalidades.
Ante una
propuesta evidentemente antidemocrática, era lógico que
amplios sectores de la población se activaran para detenerla
o simplemente se abstuvieran en las elecciones. La
movilización política por parte de la maquinaria chavista,
la identificación de la reforma con la figura del
Presidente, la presión a empleados públicos y participantes
en los programas sociales del gobierno, o la promesa de
beneficios como la reducción de la jornada laboral y la
creación de fondos para la seguridad social de trabajadores
independientes, no fueron suficientes para alcanzar la
mayoría en favor de Sí.
La reforma
consagraba al Presidente como el centro del sistema
político. El socialismo que pretendía imponer al país era
“su” programa y la discusión con la opinión pública se
mantuvo al mínimo antes de someterla a la aprobación del
electorado. Cándidamente el Presidente así lo confesó en el
libro Todo Chávez, escrito por Eleazar Díaz Rangel:
“Llegué a la conclusión –asumo la responsabilidad porque no
lo discutí con nadie al hacerlo público en el Foro Social
Mundial de Porto Alegre- que el único camino para salir de
la pobreza era el socialismo”[1].
No se le ocurrió al Presidente que un cambio tan radical,
impuesto desde arriba, estaba condenado al fracaso si no
estaba precedido por un amplio consenso social. El
Presidente anunció la propuesta en su discurso de toma de
posesión el 10 de enero de 2007 como uno de los “motores”
(grandes lineamientos) de su nuevo período. El 17 de enero
Chávez juramentó el Consejo Presidencial para la Reforma
Constitucional, integrado por parlamentarios y los titulares
del Poder Moral (presidenta del TSJ, Fiscal General y
Defensor del Ciudadano). El consejo trabajó en el más
estricto secreto durante ocho meses y la propuesta fue
presentada al país por el Presidente el 15 de agosto. Se
modificaban 33 artículos de la Constitución mientras que en
los tres meses de discusiones en la Asamblea Nacional se
elevaron los artículos modificados a 69. De acuerdo con la
normativa constitucional, lo que se redactó en casi un año,
se discutió con el país en apenas dos meses.
La reforma
constitucional de Chávez puso a prueba el talante
democrático del pueblo venezolano. El largo camino a la
democracia, que los venezolanos han recorrido al menos desde
1936, imprimió rasgos perdurables en la población tales como
la valoración del voto, la tolerancia y el deseo de vivir en
paz. El país creció en paralelo a la renta petrolera y a
veces en contra de ella. De un país pobre y congelado en el
atraso pasamos a ser un país plural y en permanente
transformación.
Bien lo
dijo Manuel Caballero en Las crisis de
la Venezuela
contemporánea (1998):
“El pueblo
venezolano es, a finales de los años noventa del siglo
veinte, un grupo social pacífico que se da el lujo de
haber vivido un siglo sin guerras civiles; sano, que
ha erradicado las epidemias mortales; culto por el
acceso general a un mismo patrón cultural: democrático desde
hace sesenta años; y cuyos rasgos caracteriales, así como
una cierta conciencia nacional, lo definen como
venezolano, no sólo diferenciado de otras
nacionalidades, sino también de los viejos localismos, de
los antiguos particularismos regionales”[2].
En este
sentido, podemos decir con propiedad que los valores de la
tolerancia y convivencia política, cuyo nacimiento se
produjo durante los odiados años del puntofijismo,
hoy se mantienen vivos en la población a pesar de la
ofensiva ideológica del chavismo que busca negar en todos
sus aspectos lo sucedido en el país a partir 1958 y de los
discursos del Presidente en los cuales instiga
constantemente el odio hacia todo grupo o individuo que no
lo apoyan incondicionalmente. Vale destacar que en las
encuestas sobre la materia, realizadas durante 2007, siempre
resaltó el rechazo de la población a medidas como el cierre
de Radio Caracas Televisión (RCTV) o a los artículos de la
reforma constitucional que establecían la reelección
indefinida o lo que se consideraba el debilitamiento de las
garantías a la propiedad. “Un factor adicional (que explica
la derrota) es que la mayoría de los venezolanos no quiere
una confrontación que nos lleve a repetir peligrosos
escenarios de violencia. Era previsible que la reforma, de
ser aprobada, hubiese tenido severos problemas de
aplicabilidad”[3].
La población entendió los riesgos de la propuesta y votó en
contra o, como parece ser el caso de una gran proporción de
chavismo, se abstuvo.
La mejor
prueba de las grandes reservas democráticas del país fue la
emergencia del movimiento estudiantil. Las universidades
constituyen uno de los pocos espacios independientes que la
voluntad centralizadora de Chávez no ha podido controlar.
Los estudiantes son jóvenes en edad, pero portan el longevo
gen democrático que hoy define a la sociedad venezolana.
Pocos previeron el extraordinario acontecimiento que fue su
ascenso al escenario político. Activados por el cierre de
Radio Caracas Televisión, afirmaron su presencia oponiéndose
a lo que en su visión era una reforma antidemocrática. Su
mensaje de respeto a los derechos políticos y sociales cayó
en terreno fértil. Llenaron el vacío de la oposición y le
insuflaron optimismo. Fueron un factor catalizador. En la
coyuntura de la campaña jugaron un papel invalorable en
favor del No: “Ellos, además de darle energía y vitalidad a
la batalla, hicieron lo que la oposición convencional no
podía hacer: calentar la calle, poner la protesta en el
pueblo y entrar con su mensaje en todos los segmentos de la
población, incluyendo a los chavistas moderados”[4].
Desde una perspectiva más general, el movimiento estudiantil
representó la más acabada expresión de la democracia
venezolana. Es un movimiento libre de las ideologías
tradicionales, independiente de partidos políticos, de
pensamiento plural, organizados horizontalmente,
imaginativo, de energía ilimitada, conocedor de su entorno y
por lo tanto difícil de manipular. Electoralmente,
constituían el peor adversario posible para un gobierno
empeñado en concentrar el poder.
Una muestra
del carácter unilateral, o no consensual, de la propuesta de
reforma constitucional fue la ausencia de incentivos a los
aliados políticos del Presidente. La reelección indefinida,
por ejemplo, no se aplicaba a alcaldes o gobernadores.
Igualmente, el comando de campaña del Sí excluyó a los
partidos de la coalición oficialista y sus observaciones al
texto no fueron escuchadas. “Por primera vez no hubo una
instancia que integrara al PSUV, PPT, PCV y el conjunto de
sectores populares y revolucionarios que siguen actuando
como fuerzas del proceso en un comando único…El PSUV es una
de las fuerzas del proceso revolucionario, no la única”, se
quejó el secretario general del Partido Comunista de
Venezuela[5].
Todo ello hace pensar que la maquinaria política del
oficialismo no funcionó a toda capacidad y por lo tanto la
movilización en favor de la reforma no fue tan eficiente
como en ocasiones anteriores.
Las bases
del chavismo
A pesar del
traspié electoral en el referendo constitucional, es
necesario destacar varios hechos sobre la posición de Hugo
Chávez en el sistema político venezolano. Así, el Presidente
continúa siendo inmensamente popular (su propuesta fue
derrotada por un margen estrecho); disfruta de abundantes
recursos financieros; controla a todas las instituciones del
Estado; tiene una amplia gama de aliados internacionales y
tiene por delante cinco largos años de gobierno.
Podemos
plantear dos supuestos, no necesariamente excluyentes, para
explicar el apoyo popular que ha disfrutado el chavismo
desde 1998. Estos supuestos reflejan tendencias históricas y
rasgos definitorios que se desarrollan al interior del
pueblo venezolano. Decimos que no son necesariamente
excluyentes, ni mucho menos únicos, porque las realidades
políticas son muy complejas para ser encapsuladas en unas
pocas elaboraciones teóricas. No obstante, pueden arrojar
luz sobre las múltiples interrogantes que se hacen sobre el
chavismo y su viabilidad a partir del referendo
constitucional.
El primer
supuesto plantea que la fuerza del chavismo se deriva de la
ruptura de la población con los valores tradicionales de la
democracia venezolana: pluralismo, tolerancia y respeto a la
ley. La ruptura fue ocasionada por el liderazgo y discurso
del Presidente y tiene como antecedentes las graves crisis
socio-económicas que acabaron con el sistema de partidos que
rigió el país entre 1958 y 1998. El chavismo surgió y se
consolidó porque logró sembrar (o despertar) en la sociedad
un conjunto de valores proclives al personalismo y al
militarismo, tal como ha sido el caso de los regímenes
populistas de tanta tradición en América Latina. El chavismo
en el poder tendería a perpetuarse porque sería la causa y a
su vez el efecto de los nuevos valores y tendencias que hoy
afloran en numerosos sectores de la población.
Dos citas,
destinadas a explicar problemáticas parecidas, pueden
ilustrar lo que llamamos tendencias o valores que apuntalan
al chavismo en el poder. Aníbal Romero destaca la “pasión
política primordial que hoy alienta a millones de
venezolanos: la pasión igualitaria que deja a un lado la
pasión de libertad”[6].
Por su parte, Manuel Caballero explica el surgimiento de
Chávez como el resultado de “un sedimento autoritarista y
militarista en la sociedad venezolana: y esto entre los
estratos más pobres de la sociedad para quienes nada
significan los valores de la democracia”[7].
También ha hablado este historiador de “la fascinación que
la tiranía ejerce sobre aquellos que la sufren…no
compartimos esa idea paternalista y demagógica según la cual
el buen pueblo, ‘pobre pero honrado’, haya sido o pueda ser
‘engañado’ por los demagogos. No: todos llevamos por dentro
un tiranuelo, y si lo dejamos emerger, nuestra y solo
nuestra es la culpa”[8].
Así, pues, es
la coincidencia de una parte del pueblo con el discurso
presidencial que promueva la división de clases, el odio y
la exclusión política, lo que daría viabilidad al chavismo
en el poder. Se trataría de una clara ruptura con los rasgos
básicos que una vez hicieron de Venezuela la democracia más
estable y admirada de América Latina. Y dado que son los
mecanismos electorales los que deciden quién ejerce el poder
(vale decir: gana quien tiene más votos), el país estaría
condenado en el largo plazo a una especie de dictadura de la
mayoría.
Del segundo
supuesto se deriva un escenario menos oscuro para el futuro
de la democracia venezolana. La viabilidad del chavismo,
según esta hipótesis, dependería menos de un cambio
estructural en los valores políticos tradicionales de la
sociedad, que darían como resultado, por ejemplo, la
creación de un “hombre nuevo” o socialista; que de factores
clientelares cuyo efecto principal es crear apoyos políticos
al régimen por medio de la distribución de la renta
petrolera. Este escenario tomó fuerza a partir de 2003-2004
cuando los ingresos petroleros del Estado comenzaron a
aumentar.
Vale recordar
que entre 1999 y 2002 el gobierno de Chávez tuvo que
implementar una política económica de corte tradicional. En
la gestión económica prevaleció “la aplicación de políticas
típicas de una economía que enfrentaba una caída importante
de sus ingresos fiscales. Las finanzas públicas estuvieron
caracterizadas por un manejo austero, una política monetaria
conservadora y una política cambiaria basada en el anclaje
del tipo de cambio al interior de la banda de flotación que
se comenzó a aplicar desde mediados de 1996”[9].
No fue posible una política expansiva debido a los bajos
precios del petróleo en los mercados internacionales. Los
éxitos electorales del período se explican por la
extraordinaria capacidad de movilización del Presidente.
Estaba fresco el recuerdo de los gobiernos adeco-copeyanos y
el programa de la Constitución de 1999 despertaba todavía
muchas expectativas en la población.
La
turbulencia política que culminó con el referendo
revocatorio de agosto de 2004 coincidió con la tendencia
ascendente de los precios del petróleo a partir de 2003 y
que dura hasta el presente. Chávez obtuvo entonces la base
material para relanzar su proyecto político y consolidarse
en el poder. En términos reales, la cesta petrolera
venezolana alcanzó los US $ 73,84 por barril en octubre de
2007, superando el máximo de US $ 65,91 por barril
alcanzado en 1981[10].
Entre 2003 y 2004 el precio del barril saltó US $ 6,82,
hecho que otorgó a Chávez un considerable margen de maniobra
ante el movimiento opositor a su gobierno. Durante 2003-2007
el gasto público aumentó a niveles récord (aproximadamente
40% del PIB en 2006, cuando en 1999 era 19%), se aplicó una
amplia gama de subsidios (cambiarios y a la importación de
alimentos) así como controles de precio, se reforzó el papel
del Estado en la economía (el número de empleados públicos
pasó de 1.378.407 en 2002 a 1.969.783 en 2007[11]),
se estimuló el consumo privado mediante la expansión del
crédito y se expandió la costosa red de programas sociales
mejor conocidos como misiones. La disposición de
ingentes recursos fiscales fue la clave para ganar el
referendo revocatorio de 2004 y las elecciones
presidenciales de 2006.
La política económica del
gobierno de Chávez se ha enfocado en expandir y ampliar los
canales de distribución de la renta petrolera y no, como
debería ser, en fomentar la producción nacional mediante la
inversión productiva. De acuerdo con un estudio de
Conindustria, el número de empresas en Venezuela pasó de
11.750 en 1997 a un estimado de 7.280 en 2007[12],
lo que se ha traducido en la incapacidad de la economía para
crear empleo estable y bien remunerado. La reducción del
desempleo entre el segundo semestre de 2002 y el segundo
semestre de 2006, al pasar de 17.2% a 9.5% según cifras
oficiales, ha sido el resultado de manejos estadísticos poco
convincentes como la disminución de la población
económicamente activa, al sacar de esta categoría a los
integrantes de las misiones educativas. También ha influido
la creación de empleo público, que por naturaleza es menos
productivo[13].
La política económica no ha podido controlar la inflación
que es el producto no deseado de la gigantesca expansión del
gasto público. Entre 2004 y septiembre de 2007, el
crecimiento acumulado de los precios domésticos fue 86%[14].
Se agota
el efecto de las misiones
La
economía chavista puede verse como una inmensa red
clientelar cuyo objetivo es ampliar la base política del
Presidente.
En este sentido, las misiones constituyen, antes que
cualquier otra cosa, los canales principales de esa red
clientelar. Son instrumentos de movilización y control
político en lugar de ser programas “neutrales” de largo
plazo para combatir la pobreza[15].
No están enfocados en la formación del capital humano como
forma de crear crecimiento económico sostenido y una más
justa distribución del ingreso. Como ha dicho un destacado
intelectual chavista: “Las misiones son la más directa
vinculación entre masas y aparato político”[16].
Su implementación se ha realizado de forma contraria a lo
que recomiendan los organismos con experiencia en la materia
y a los programas sociales exitosos que actualmente se
aplican en América Latina, como es el caso de Bolsa
Familia en Brasil u Oportunidades en México.
Es decir, las
misiones se implementan con instituciones y fondos paralelos
a los de la administración pública, no están focalizados en
los más pobres con base en criterios objetivos de necesidad,
no están articuladas con el aparato productivo ni facilitan
la reinserción laboral, no cuentan con un sistema de
incentivos para que la gente los vea como una fase
transitoria mientras salen de la “trampa de la pobreza”, no
imponen responsabilidades o requisitos obligatorios a los
que reciben las ayudas (aprobar los cursos, mantener niños
en las escuelas, vacunarlos, etc.), no existe rendición de
cuentas de los recursos utilizados ni informes de
seguimiento y evaluación confiables. Son esencialmente
mecanismos de movilización política. Como ha dicho el
profesor de Amherst College Javier Corrales, los programas
más exitosos del gobierno bolivariano son los relacionados
con los procesos electorales[17].
Obtener la cédula de identidad (requisito indispensable para
votar) es hoy muy fácil; obtener un pasaporte o hacer un
trámite ante la autoridad que administra el control
cambiario (Cadivi), continúa siendo extremadamente difícil.
El propio
presidente Chávez contó cómo nacieron las misiones[18].
A mediados de 2003 una encuestadora internacional informó al
Presidente que si el referendo se realizara en ese momento
lo perdería. “Yo recuerdo que aquella noche para mí fue una
bomba aquello…Entonces comenzamos a trabajar con las
misiones, diseñamos aquí la primera y empecé a pedirle apoyo
a Fidel… Aquí en Caracas empezaron con Freddy, con José
Vicente allá en Sucre, en Miranda con las guarniciones
militares, en aquellos estados críticos[19].
Y empezamos a inventar las misiones…y aquella avalancha de
gente se nos vino encima, y de Ribas y Vuelvan Caras, y
empezamos a meternos todos, Pdvsa, Rafael Ramírez con Alí
Rodríguez, todo el equipo de Pdvsa, el frente Francisco de
Miranda, formamos el comando político, lo ajustamos un poco
más, y entonces empezamos, mire, a remontar las
encuestas, y las encuestas no fallan, las encuestas no
fallan”.
Las misiones
fueron un éxito en materia electoral para Hugo Chávez, al
menos hasta las elecciones presidenciales de diciembre de
2006. ¿Por qué no tuvieron el mismo efecto en el referendo
constitucional de diciembre de 2007? La evidencia disponible
parece apuntar hacia la segunda de las hipótesis arriba
planteadas. Es decir, la red clientelar estructurada por el
chavismo a partir de 2003 parece estar llegando a sus
límites en cuanto a la capacidad de movilizar apoyos al
Presidente. El supuesto autoritario no parece sostenerse en
la coyuntura puesto que el programa socialista y de claro
corte centralizador no logró la mayoría. En la sociedad
venezolana parecen prevalecer los valores democráticos y
pluralistas.
A falta de
información oficial disponible, hay que echar mano de las
fuentes secundarias, reseñadas por la prensa, para conocer
el estado de las misiones. A finales de 2007 todo indica que
estos programas sociales atraviesan por una crisis
operativa, financiera y de cobertura. El impulso inicial,
resultado del alto gasto fiscal, la rápida ayuda cubana y
las expectativas positivas que despertaron en la población,
parece estarse agotando. Así, Mercado de Alimentos (Mercal)
no ha podido mantener la oferta de alimentos de finales de
2006. La cobertura disminuyó en más de 1.500.000 personas y
la escasez de productos de consumo masivo (leche, carne,
huevos, entre otros) llegó a niveles preocupantes
consecuencia del control de precios aplicado en 2003 y la
incapacidad financiera y logística para importar[20].
Por su parte,
Barrio Adentro (BA) no ha podido cumplir con las metas
establecidas en 2004. De los 8.573 módulos que se tenían
previstos, el gobierno apenas ha construido 2.708. El 62% de
los consultorios tipo 1 están inoperativos o funcionando a
media máquina[21].
El programa está plagado de problemas como la escasez de
insumos, la insuficiente cobertura, las deudas laborales y
el déficit de enfermeras[22].
El plan inicial de BA contemplaba la creación de comités de
voluntarios que actuaran como promotores de salud trabajando
en estrecha colaboración con los médicos cubanos y las otras
misiones[23].
La participación comunitaria no se ha materializado, lo que
unido al deterioro del servicio y la lenta expansión de BA 2
(centros de diagnóstico integral y salas de rehabilitación
integral) ha mermado el impacto positivo en la población. BA
opera en el área de atención primaria, mientras que los
casos más graves son atendidos por los hospitales públicos
que siguen sin mostrar mejoras significativas.
Las restantes
misiones (en octubre de 2007 su número ascendía a 25 en
áreas tan variadas como la ciencia, renovación urbana,
deporte o cultura) tampoco escapan a los problemas
operativos, financieros y de cobertura. Por ejemplo, las
mujeres que reciben subsidios en el marco de la misión
Madres de Barrio disminuyeron de un máximo de 240.000 a
62.000 a finales de 2007. La misión Vuelvas Caras, que
otorgaba becas para la formación técnica, fue sustituida por
la misión Che Guevara en la cual se eliminaron las
subvenciones.
En suma, las
misiones parecen haber llegado a un punto en el cual el
simple gasto de recursos no es suficiente para alcanzar los
objetivos planteados. El avance en su cobertura y el aumento
de los efectos positivos en la población sólo será posible a
partir de una mejor gerencia, eficientes procesos logísticos
y preparación del recurso humano. Sin cambios profundos en
la administración, cualquier gasto adicional en las misiones
tendrá “rendimientos marginales decrecientes”. Si no se
cambia la situación que prevalece a finales de 2007, el
aumento de 23% en las asignaciones fiscales, estipulado en
el presupuesto de 2008, no arrojará resultados positivos y
la base de apoyos al gobierno continuará deteriorándose.
Allí radica el gran reto del gobierno de cara a las
elecciones regionales en 2008 y de la Asamblea Nacional en
2009.
No tiene nada
de inusual que los sistemas políticos se estructuren como
mecanismos de distribución de beneficios. La llamada
democracia puntofijista asumió esa forma y durante
muchos años logró mejorar las condiciones sociales de la
población y alcanzar estabilidad política. Incluso países de
larga tradición democrática no podrían alcanzar estabilidad
sin cortejar o asignar beneficios materiales a determinados
grupos de su población.
Por ejemplo, Thomas Antón ha descrito, desde una perspectiva
histórica, al gobierno de los Estados Unidos como “una
agencia creada para hacer “cosas” para grupos específicos de
personas… es posible conceptualizar el propósito del
gobierno estadounidense como la creación y distribución de
beneficios a grupos escogidos de la población”
[24].
Esto en la democracia más longeva y estable del mundo.
Los problemas
de gobernabilidad se presentan, por una parte, cuando los
sistemas políticos no son capaces de representar
adecuadamente a todos los sectores de la población,
condición que es necesaria para garantizar el orden y la
convivencia pacífica entre los distintos actores de la
sociedad; y, por la otra, cuando las expectativas crecientes
que genera todo proceso de distribución de beneficios
materiales no pueden ser satisfechos por el aparato
administrativo. No importa cuan elevado es el gasto público,
las expectativas de la población siempre crecerán más que
proporcionalmente.
El punto es
que los mecanismos de asignación material de beneficios se
unen así a la adecuada representación de los distintos
grupos sociales, la tolerancia y el respeto a los
adversarios para generar estabilidad política.
Hugo Chávez
consolidó su poder mediante la polarización social y la
movilización popular, al tiempo que creaba una extensa red
clientelar. La búsqueda de consensos jamás figuró en su
programa político. El proyecto de reforma constitucional de
2007 fue la más acabada expresión de una conducta política
unilateral, no negociada, que polarizó a la sociedad y
rechazó cualquier consenso con los sectores que le eran
adversos. La propuesta sembró dudas, incluso, entre sus
propios partidarios. Al mismo tiempo la red clientelar
falló: la mala gerencia deterioró los programas sociales, el
control de precios generó escasez de alimentos básicos, el
alto gasto público aumentó la inflación y los subsidios
(especialmente el cambiario) terminó favoreciendo más a los
sectores de clase media que a los más pobres que
tradicionalmente lo han apoyado. El resultado fue una
disminución del apoyo electoral y el fracaso en aprobar su
proyecto de reforma constitucional.
Conclusión
Este artículo
intentó explicar la derrota de Hugo Chávez en su intento de
aprobar la reforma constitucional de 2007. Para ello se
plantearon dos supuestos teóricos sobre el gran apoyo
político-electoral que ha disfrutado el Presidente a lo
largo de sus 9 años de gobierno. El resultado de referendo
daría soporte a uno de esos supuestos, aunque no
necesariamente negaría el otro.
El primer
supuesto establece que el apoyo a Chávez es la consecuencia
de la ruptura de una gran parte de la población con los
valores democráticos que venían gestándose en la sociedad
venezolana desde hace muchas décadas. Tal ruptura hizo
posible un gobierno personalista pero legitimado por un
amplio apoyo popular. El segundo supuesto plantea un
escenario más pragmático o acomodaticio que no es extraño a
ningún sistema político: llevado al extremo origina
gobiernos populistas. En este escenario, los apoyos al
chavismo se derivan de la asignación de beneficios
materiales. El futuro del chavismo dependería mayormente de
la capacidad financiera para satisfacer las expectativas
crecientes que se generan en la población. Ambos supuestos
no son excluyentes porque al ser la sociedad venezolana
esencialmente pluralista no es posible reducir su
complejidad a un simple supuesto teórico.
El fracaso
electoral de la propuesta chavista se ubicaría mayormente
bajo el segundo supuesto. Hemos explicado los apoyos al
Presidente como el resultado de una amplia red clientelar
que otorga beneficios y genera expectativas crecientes. Al
fallar la red, las expectativas se frustran y los apoyos se
deterioran. Así se explicaría el resultado electoral de
diciembre de 2007.
No es posible
afirmar, sin embargo, que la sociedad venezolana está libre
de elementos autoritarios. Se trata de una sociedad plural y
en transformación donde es posible encontrar segmentos de
población que no valoran la democracia. Términos modernos,
como podría ser la atomización social, en el sentido
que le dio Peter Drucker, ayudarían a entender la relación
de esos ciudadanos con el poder. Al pertenecer a una
realidad donde “la sociedad deja de ser una comunidad de
individuos unidos por un propósito y se convierten en un
tumulto de átomos asiladas”[25],
los individuos son fácilmente manipulados y aceptan como
válido cualquier mensaje por absurdo que sea. Existe en
estas situaciones una relación directa entre el líder y la
masa. Normalmente, la atomización social es el resultado de
graves crisis económicas y sociales que destruyen el tejido
social, como las que ha sufrido Venezuela en las últimas
décadas. No cabe duda que Chávez se ha nutrido de esos
sectores, así como otros lo han hecho en el pasado.
Una
democracia fuerte depende de la creación de bienestar para
sus ciudadanos, pero también de la capacidad que tenga el
sistema político para representar adecuadamente a todos los
sectores de la sociedad. El respeto al pluralismo y la
igualdad ante la ley son tan importantes como la base
material (creación y justa distribución de la riqueza) para
la estabilidad de un gobierno o sistema. La creación de
apoyos políticos por medio de la asignación de beneficios
materiales es un proceso inestable y lleno de
incertidumbres, dada la naturaleza de las economías
modernas. Además, las expectativas tienden a crecer más que
los beneficios distribuidos, creando así nuevos factores de
perturbación. Y ello es especialmente cierto en un país tan
dependiente del ingreso petrolero como Venezuela.
Especular
sobre el futuro del chavismo pasa por analizar sus
dificultades para crear apoyos de largo plazo. El resultado
del 2D parece ser una muestra de esos problemas.
fspiri@gmail.com
[1]Díaz
Rangel, Eleazar: Todo Chávez. De Sabaneta al socialismo
del siglo XXI. Segunda edición. Editorial Planeta.
P.206.
[2]Caballero,
Manuel: Las crisis de la Venezuela contemporánea
(1903-1992). Alfadil Ediciones. Caracas, 2004. P. 11.
[3]
Villegas, Vladimir: Una derrota que puede ser salvadora.
El Nacional, 4-12-2007. P. 6.
[4]
León, Luis Vicente: Púyalo…que vamos bien. El Nacional,
9-12-2007. P.4-8.
[5]Oscar
Figueroa, secretario general del Partido Comunista de
Venezuela. El Universal. 23-12-2007. P.1-2.
[7]
Caballero, Manuel: Los tres pilares del chavismo. El
Universal, 15-11-2004. P.1-6.
[8]
Caballero, Manuel: El más corrompido de la historia. El
Universal, 23-9-2005. P. 4-8.
[9]
Guerra, José: ¿Qué es el socialismo del siglo XXI?.
Ediciones del autor. Caracas, 2006. P. 68.
[10]
Párraga Mariana: “Precio del crudo batió récord de
1981”. El Universal, 5-11-2007. P. 1-13.
[11]
Olivares, Francisco: “Megaestado”. El Universal,
4-12-3007. P.1-20.
[12]
Alfonso, Carmen Sofía: “36% ha disminuido el parque
industrial por políticas oficiales”. El Nacional,
3-12-2007. P. 14.
[13]
Santos, Miguel Angel: Programas sociales y tasas de
participación laboral: ¿Por qué está cayendo en
desempleo en Venezuela? Serie Diálogo Democrático.
ILDIS. Julio, 2007.
[14]
Banco Mercantil. Boletín económico mensual. Septiembre
2007. P.11.
[15]
Una descripción y análisis de las misiones se encuentra
en: Lacruz, Tito: La propuesta social del gobierno
bolivariano: las misiones. En: Una mirada sobre
Venezuela: reflexiones para construir una visión
compartida. UCAB y Fundación Centro Gumilla. Caracas,
2006, y Castillo, Laura Helena y López Edgar: El
gobierno paralelo de las misiones. El Nacional,
28-10-2007. Siete días. P.1.
[16]
Brito García, Luis: Por la salvación de los inocentes.
Últimas Noticias. 23-12-2007. P. 48.
[17]
Corrales, Javier: Hugo Boss. Foreign. Affaris.
January-February, 2006. P. 38.
[18]
Véase: Taller de Alto Nivel. “El nuevo mapa
estratégico”. Intervenciones del presidente de la
República Hugo Chávez Frías. 12 y 13 de noviembre de
2000. Texto editado por Marta Harnecker. P. 46.
Subrayado nuestro.
[19]
¿Críticos en qué? ¿Política o socialmente?
[20]
Tejero Puntes, Suhelis: “Misiones en su mínima
expresión”. El Universal, 10-12-2007. P.1-16.
[21]
Castillo, Vivian: “Gobierno sólo construyó 20% de
módulos de Barrio Adentro”. El Universal, 16-12-2007. P.
1-10.
[22]
“Médicos de Barrio Adentro protestan ante el Ejecutivo”.
El Universal, 13-12-2007. P. 1-7.
[23]
Lacruz, op cit, p. 176.
[24]
Anton,
Thomas: American Federalism and Public Policy. How the
System Works. Random House.
New York,
1989. P. 30. (Traducido del inglés).
[25]
Citado por: Paxton, Robert: Anatomy of Fascism. Alfred
A. Knopf. New Cork, 2004. P. 332. (Traducido del
ingles).