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Explicación “estructural” del 2D
por Fernando Spiritto
martes, 15 enero 2008


Introducción  

Luego de 9 años en el poder, Hugo Chávez sufrió su primera derrota electoral. La negativa de los electores a aprobar su propuesta de reforma constitucional constituye un hecho devastador para el Presidente. Aunque su poder está intacto, al menos en apariencia, los resultados del referendo constitucional del 2 de diciembre de 2007 (2D) hacen realidad un hecho que niega la esencia de un proyecto cuyo horizonte es el largo plazo: el mandato del Presidente tiene fecha de terminación, tal como se desprende del artículo 345 de la Constitución de 1999.  

Cualquier análisis de la actualidad política venezolana debe partir del supuesto que la permanencia en el poder es rasgo básico del programa chavista. No cabe duda que los cinco años restantes del gobierno de Chávez serán una permanente búsqueda por superar el obstáculo que le plantea la Constitución en ese sentido. El afán continuista del Presidente será, sin duda alguna, la principal variable explicativa del proceso político venezolano a partir de 2008.  

Pero antes de mirar al futuro es conveniente responder la pregunta: ¿Por qué ganó el No en el referendo constitucional del 2 de diciembre? ¿Qué factores explican el debilitamiento de los apoyos al Presidente? En esta oportunidad no nos interesa evaluar el efecto de hechos coyunturales que en su momento jugaron un papel fundamental en el debilitamiento del apoyo al Presidente, como pudieron ser las intervenciones en contra de la reforma constitucional del general Rafael Baduel o la ex primera dama Marisabel Rodríguez, la escisión de Podemos, los inconvenientes en constituir el Partido Unido Socialista de Venezuela (PSUV), o los fracasos en política internacional (impasse con el rey de España, fin abrupto de la mediación entre la guerrilla y el gobierno de Colombia, los subsidios a gobiernos extranjeros, el rechazo de la propuesta de establecer el Euro como moneda oficial de intercambio en la OPEP). Por el contrario, nos interesa explorar las grandes tendencias socio-económicas (“estructurales”) que influyen sobre la “revolución bolivariana” como sistema  político y ubicar allí los factores relevantes que causaron la pérdida de apoyos (aproximadamente 3 millones de votos) con respecto a las elecciones presidenciales de diciembre de 2006.    

Las explicaciones estructurales del 2D se encuentran en aquellas características del chavismo como sistema político que comienzan a chocar con las reglas y valores de convivencia democrática del pueblo venezolano. Para desarrollar este punto, exploraremos algunas de las tendencias históricas que explican el comportamiento político de la sociedad venezolana, con el objeto de ubicar en ellas las bases actuales del chavismo y exponer sus debilidades. 

Igualmente, al choque con los valores democráticos del pueblo venezolano, hay que agregar, para explicar el triunfo del No, las limitaciones de las herramientas económicas con las cuales se ha legitimado el chavismo, básicamente, el creciente gasto público destinado a crear redes clientelares cuya más acabada expresión son los programas sociales mejor conocidos como misiones. La gestión macroeconómica ha generado infinidad de problemas, como la inflación y el desabastecimiento, que afectan mayormente a la población de menores ingresos. Además, las misiones comienzan a mostrar el agotamiento del empuje inicial en términos de cobertura y calidad de servicio.  

Veamos cómo influyeron los mencionados factores en la pérdida de apoyo al chavismo en el referendo constitucional y cuáles son los retos que se le plantean en cuanto a su viabilidad futura.   

La propuesta de reforma constitucional y la esencia democrática del pueblo venezolano.   

En primer lugar, lo obvio: la propuesta de reforma constitucional era profundamente antidemocrática y los electores, especialmente los que siempre habían votado por Hugo Chávez, así lo percibieron.  

La reforma tenía como propósito completar el proceso de centralización del poder en manos del Presidente mediante la eliminación de los controles políticos y actores autónomos que todavía existen el país. Así, la reforma habría significado, entre otras cosas, lo siguiente:1) La imposición de una ideología de Estado (el socialismo) que daría visos de legalidad a la discriminación política y negaría la representación a aquellos grupos e individuos que no compartieran las ideas del Presidente. 2) El debilitamiento del sector privado al reducir las garantías a la propiedad y consagrar el poder absoluto del Estado en la economía. 3) La eliminación del principio de alternabilidad  en el poder al establecer la reelección indefinida. 4) Quedaría abierto el camino a la dictadura al eliminarse los controles políticos durante los estados de excepción puesto que no se establecían límites a su duración ni controles por parte de los otros órganos del poder público. 5) La eliminación de la descentralización y la introducción de la nueva “geometría del poder” que permitiría al Presidente neutralizar a alcaldes y gobernadores mediante la creación de nuevas entidades político-territoriales y el nombramiento de sus autoridades. 6) El Poder Popular sería una ficción puesto que su funcionamiento dependería de la voluntad del Ejecutivo. Igualmente, se haría más difícil la convocatoria de referendos en todas sus modalidades.  

Ante una propuesta evidentemente antidemocrática, era lógico que amplios sectores de la población se activaran para detenerla o simplemente se abstuvieran en las elecciones. La movilización política por parte de la maquinaria chavista, la identificación de la reforma con la figura del Presidente, la presión a empleados públicos y participantes en los programas sociales del gobierno, o la promesa de beneficios como la reducción de la jornada laboral y la creación de fondos para la seguridad social de trabajadores independientes, no fueron suficientes para alcanzar la mayoría en favor de Sí.  

La reforma consagraba al Presidente como el centro del sistema político. El socialismo que pretendía imponer al país era “su” programa y la discusión con la opinión pública se mantuvo al mínimo antes de someterla a la aprobación del electorado. Cándidamente el Presidente así lo confesó en el libro Todo Chávez, escrito por Eleazar Díaz Rangel: “Llegué a la conclusión –asumo la responsabilidad porque no lo discutí con nadie al hacerlo público en el Foro Social Mundial de Porto Alegre- que el único camino para salir de la pobreza era el socialismo”[1]. No se le ocurrió al Presidente que un cambio tan radical, impuesto desde arriba, estaba condenado al fracaso si no estaba precedido por un amplio consenso social. El Presidente anunció la propuesta en su discurso de toma de posesión el 10 de enero de 2007 como uno de los “motores” (grandes lineamientos) de su nuevo período. El 17 de enero Chávez juramentó el Consejo Presidencial para la Reforma Constitucional, integrado por parlamentarios y los titulares del Poder Moral (presidenta del TSJ, Fiscal General y Defensor del Ciudadano). El consejo trabajó en el más estricto secreto durante ocho meses y la propuesta fue presentada al país por el Presidente el 15 de agosto. Se modificaban 33 artículos de la Constitución mientras que en los tres meses de discusiones en la Asamblea Nacional se elevaron los artículos modificados a 69. De acuerdo con la normativa constitucional, lo que se redactó en casi un año, se discutió con el país en apenas dos meses.  

La reforma constitucional de Chávez puso a prueba el talante democrático del pueblo venezolano. El largo camino a la democracia, que los venezolanos han recorrido al menos desde 1936, imprimió rasgos perdurables en la población tales como la valoración del voto, la tolerancia y el deseo de vivir en paz. El país creció en paralelo a la renta petrolera y a veces en contra de ella. De un país pobre y congelado en el atraso pasamos a ser un país plural y en permanente transformación.  

Bien lo dijo Manuel Caballero en Las crisis de la Venezuela contemporánea (1998): “El pueblo venezolano es, a finales de los años noventa del siglo veinte, un grupo social pacífico que se da el lujo de haber vivido un siglo sin guerras civiles; sano, que ha erradicado las epidemias mortales; culto por el acceso general a un mismo patrón cultural: democrático desde hace sesenta años; y cuyos rasgos caracteriales, así como una cierta conciencia nacional, lo definen como venezolano, no sólo diferenciado de otras nacionalidades, sino también de los viejos localismos, de los antiguos particularismos regionales”[2]. 

En este sentido, podemos decir con propiedad que los valores de la tolerancia y convivencia política, cuyo nacimiento se produjo durante los odiados años del puntofijismo, hoy se mantienen vivos en la población a pesar de la ofensiva ideológica del chavismo que busca negar en todos sus aspectos lo sucedido en el país a partir 1958 y de los discursos del Presidente en los cuales instiga constantemente el odio hacia todo grupo o individuo que no lo apoyan incondicionalmente. Vale destacar que en las encuestas sobre la materia, realizadas durante 2007, siempre resaltó el rechazo de la población a medidas como el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV) o a los artículos de la reforma constitucional que establecían la reelección indefinida o lo que se consideraba el debilitamiento de las garantías a la propiedad. “Un factor adicional (que explica la derrota) es que la mayoría de los venezolanos no quiere una confrontación que nos lleve a repetir peligrosos escenarios de violencia. Era previsible que la reforma, de ser aprobada, hubiese tenido severos problemas de aplicabilidad”[3]. La población entendió los riesgos de la propuesta y votó en contra o, como parece ser el caso de una gran proporción de chavismo, se abstuvo.   

La mejor prueba de las grandes reservas democráticas del país fue la emergencia del movimiento estudiantil. Las universidades constituyen uno de los pocos espacios independientes que la voluntad centralizadora de Chávez no ha podido controlar. Los estudiantes son jóvenes en edad, pero portan el longevo gen democrático que hoy define a la sociedad venezolana. Pocos previeron el extraordinario acontecimiento que fue su ascenso al escenario político. Activados por el cierre de Radio Caracas Televisión, afirmaron su presencia oponiéndose a lo que en su visión era una reforma antidemocrática. Su mensaje de respeto a los derechos políticos y sociales cayó en terreno fértil. Llenaron el vacío de la oposición y le insuflaron optimismo. Fueron un factor catalizador. En la coyuntura de la campaña jugaron un papel invalorable en favor del No: “Ellos, además de darle energía y vitalidad a la batalla, hicieron lo que la oposición convencional no podía hacer: calentar la calle, poner la protesta en el pueblo y entrar con su mensaje en todos los segmentos de la población, incluyendo a los chavistas moderados”[4]. Desde una perspectiva más general, el movimiento estudiantil representó la más acabada expresión de la democracia venezolana. Es un movimiento libre de las ideologías tradicionales, independiente de partidos políticos, de pensamiento plural, organizados horizontalmente, imaginativo, de energía ilimitada, conocedor de su entorno y por lo tanto difícil de manipular. Electoralmente, constituían el peor adversario posible para un gobierno empeñado en concentrar el poder.  

Una muestra del carácter unilateral, o no consensual, de la propuesta de reforma constitucional fue la ausencia de incentivos a los aliados políticos del Presidente. La reelección indefinida, por ejemplo, no se aplicaba a alcaldes o gobernadores. Igualmente, el comando de campaña del Sí excluyó a los partidos de la coalición oficialista y sus observaciones al texto no fueron escuchadas. “Por primera vez no hubo una instancia que integrara al PSUV, PPT, PCV y el conjunto de sectores populares y revolucionarios que siguen actuando como fuerzas del proceso en un comando único…El PSUV es una de las fuerzas del proceso revolucionario, no la única”, se quejó el secretario general del Partido Comunista de Venezuela[5]. Todo ello hace pensar que la maquinaria política del oficialismo no funcionó a toda capacidad  y por lo tanto la movilización en favor de la reforma no fue tan eficiente como en ocasiones anteriores.    

Las bases del chavismo  

A pesar del traspié electoral en el referendo constitucional, es necesario destacar varios hechos sobre la posición de Hugo Chávez en el sistema político venezolano. Así, el Presidente continúa siendo inmensamente popular (su propuesta fue derrotada por un margen estrecho); disfruta de abundantes recursos financieros; controla a todas las instituciones del Estado; tiene una amplia gama de aliados internacionales  y tiene por delante cinco largos años de gobierno.  

Podemos plantear dos supuestos, no necesariamente excluyentes, para explicar el apoyo popular que ha disfrutado el chavismo desde 1998. Estos supuestos reflejan tendencias históricas y rasgos definitorios que se desarrollan al interior del pueblo venezolano. Decimos que no son necesariamente excluyentes, ni mucho menos únicos, porque las realidades políticas son muy complejas para ser encapsuladas en unas pocas elaboraciones teóricas. No obstante, pueden arrojar luz sobre las múltiples interrogantes que se hacen sobre el chavismo y su viabilidad a partir del referendo constitucional.   

El primer supuesto plantea que la fuerza del chavismo se deriva de la ruptura de la población con los valores tradicionales de la democracia venezolana: pluralismo, tolerancia y respeto a la ley. La ruptura fue ocasionada por el liderazgo y discurso del Presidente y tiene como antecedentes las graves crisis socio-económicas que acabaron con el sistema de partidos que rigió el país entre 1958 y 1998. El chavismo surgió y se consolidó porque logró sembrar (o despertar) en la sociedad un conjunto de valores proclives al personalismo y al militarismo, tal como ha sido el caso de los regímenes populistas de tanta tradición en América Latina. El chavismo en el poder tendería a perpetuarse porque sería la causa y a su vez el efecto de los nuevos valores y tendencias que hoy afloran en numerosos sectores de la población.  

Dos citas, destinadas a explicar problemáticas parecidas, pueden ilustrar lo que llamamos tendencias o valores que apuntalan al chavismo en el poder. Aníbal Romero destaca la “pasión política primordial que hoy alienta a millones de venezolanos: la pasión igualitaria que deja a un lado la pasión de libertad”[6]. Por su parte, Manuel Caballero explica el surgimiento de Chávez como el resultado de “un sedimento autoritarista y militarista en la sociedad venezolana: y esto entre los estratos más pobres de la sociedad para quienes nada significan los valores de la democracia”[7]. También ha hablado este historiador de “la fascinación que la tiranía ejerce sobre aquellos que la sufren…no compartimos esa idea paternalista y demagógica según la cual el buen pueblo, ‘pobre pero honrado’, haya sido o pueda ser ‘engañado’ por los demagogos. No: todos llevamos por dentro un tiranuelo, y si lo dejamos emerger, nuestra y solo nuestra es la culpa”[8]. 

Así, pues, es la coincidencia de una parte del pueblo con el discurso presidencial que promueva la división de clases, el odio y la exclusión política, lo que daría viabilidad al chavismo en el poder. Se trataría de una clara ruptura con los rasgos básicos que una vez hicieron de Venezuela la democracia más estable y admirada de América Latina. Y dado que son los mecanismos electorales los que deciden quién ejerce el poder (vale decir: gana quien tiene más votos), el país estaría condenado en el largo plazo a una especie de dictadura de la mayoría.   

Del segundo supuesto se deriva un escenario menos oscuro para el futuro de la democracia venezolana. La viabilidad del chavismo, según esta hipótesis, dependería menos de un cambio estructural en los valores políticos tradicionales de la sociedad, que darían como resultado, por ejemplo, la creación de un “hombre nuevo” o socialista; que de factores clientelares cuyo efecto principal es crear apoyos políticos al régimen por medio de la distribución de la renta petrolera. Este escenario tomó fuerza a partir de 2003-2004 cuando los ingresos petroleros del Estado comenzaron a aumentar.  

Vale recordar que entre 1999 y 2002 el gobierno de Chávez tuvo que implementar una política económica de corte tradicional. En la gestión económica prevaleció “la aplicación de políticas típicas de una economía que enfrentaba una caída importante de sus ingresos fiscales. Las finanzas públicas estuvieron caracterizadas por un manejo austero, una política monetaria conservadora y una política cambiaria basada en el anclaje del tipo de cambio al interior de la banda de flotación que se comenzó a aplicar desde mediados de 1996”[9]. No fue posible una política expansiva debido a los bajos precios del petróleo en los mercados internacionales. Los éxitos electorales del período se explican por la extraordinaria capacidad de movilización del Presidente. Estaba fresco el recuerdo de los gobiernos adeco-copeyanos y el programa de la Constitución de 1999 despertaba todavía muchas expectativas en la población.  

La turbulencia política que culminó con el referendo revocatorio de agosto de 2004 coincidió con la tendencia ascendente de los precios del petróleo a partir de 2003 y que dura hasta el presente. Chávez obtuvo entonces la base material para relanzar su proyecto político y consolidarse en el poder. En términos reales, la cesta petrolera venezolana alcanzó los US $ 73,84 por barril en octubre de 2007, superando el máximo de  US $ 65,91 por barril alcanzado en 1981[10]. Entre 2003 y 2004 el precio del barril saltó US $ 6,82, hecho que otorgó a Chávez un considerable margen de maniobra ante el movimiento opositor a su gobierno. Durante 2003-2007 el gasto público aumentó a niveles récord (aproximadamente 40% del PIB en 2006, cuando en 1999 era 19%), se aplicó una amplia gama de subsidios (cambiarios y a la importación de alimentos) así como controles de precio, se reforzó el papel del Estado en la economía (el número de empleados públicos pasó de 1.378.407 en 2002 a 1.969.783 en 2007[11]), se estimuló el consumo privado mediante la expansión del crédito y se expandió la costosa red de programas sociales mejor conocidos como misiones. La disposición de ingentes recursos fiscales fue la clave para ganar el referendo revocatorio de 2004 y las elecciones presidenciales de 2006.

                                                                                                                                    La política económica del gobierno de Chávez se ha enfocado en expandir y ampliar los canales de distribución de la renta petrolera y no, como debería ser, en fomentar la producción nacional mediante la inversión productiva. De acuerdo con un estudio de Conindustria, el número de empresas en Venezuela pasó de 11.750 en 1997 a un estimado de 7.280 en 2007[12], lo que se ha traducido en la incapacidad de la economía para crear empleo estable y bien remunerado. La reducción del desempleo entre el segundo semestre de 2002 y el segundo semestre de 2006, al pasar de 17.2% a 9.5% según cifras oficiales, ha sido el resultado de manejos estadísticos poco convincentes como la disminución de la población económicamente activa, al sacar de esta categoría a los integrantes de las misiones educativas. También ha influido la creación de empleo público, que por naturaleza es menos productivo[13]. La política económica no ha podido controlar la inflación que es el producto no deseado de la gigantesca expansión del gasto público. Entre 2004 y septiembre de 2007, el crecimiento acumulado de los precios domésticos fue 86%[14].  

Se agota el efecto de las misiones 

La economía chavista puede verse como una inmensa red clientelar cuyo objetivo es ampliar la base política del Presidente. En este sentido, las misiones constituyen, antes que cualquier otra cosa, los canales principales de esa red clientelar. Son instrumentos de movilización y control político en lugar de ser programas “neutrales” de largo plazo para combatir la pobreza[15]. No están enfocados en la formación del capital humano como forma de crear crecimiento económico sostenido y una más justa distribución del ingreso. Como ha dicho un destacado intelectual chavista: “Las misiones son la más directa vinculación entre masas y aparato político”[16]. Su implementación se ha realizado de forma contraria a lo que recomiendan los organismos con experiencia en la materia y a los programas sociales exitosos que actualmente se aplican en América Latina, como es el caso de Bolsa Familia en Brasil u Oportunidades en México.  

Es decir, las misiones se implementan con instituciones y fondos paralelos a los de la administración pública, no están focalizados en los más pobres con base en criterios objetivos de necesidad, no están articuladas con el aparato productivo ni facilitan la reinserción laboral, no cuentan con un sistema de incentivos para que la gente los vea como una fase transitoria mientras salen de la “trampa de la pobreza”, no imponen responsabilidades o requisitos obligatorios a los que reciben las ayudas (aprobar los cursos, mantener niños en las escuelas, vacunarlos, etc.), no existe rendición de cuentas de los recursos utilizados ni informes de seguimiento y evaluación confiables. Son esencialmente mecanismos de movilización política. Como ha dicho el profesor de Amherst College Javier Corrales, los programas más exitosos del gobierno bolivariano son los relacionados con los procesos electorales[17]. Obtener la cédula de identidad (requisito indispensable para votar) es hoy muy fácil; obtener un pasaporte o hacer un trámite ante la autoridad que administra el control cambiario (Cadivi), continúa siendo extremadamente difícil.  

El propio presidente Chávez contó cómo nacieron las misiones[18]. A mediados de 2003 una encuestadora internacional informó al Presidente que si el referendo se realizara en ese momento lo perdería. “Yo recuerdo que aquella noche para mí fue una bomba aquello…Entonces comenzamos a trabajar con las misiones, diseñamos aquí la primera y empecé a pedirle apoyo a Fidel… Aquí en Caracas empezaron con Freddy, con José Vicente allá en Sucre, en Miranda con las guarniciones militares, en aquellos estados críticos[19]. Y empezamos a inventar las misiones…y aquella avalancha de gente se nos vino encima, y de Ribas y Vuelvan Caras, y empezamos a meternos todos, Pdvsa, Rafael Ramírez con Alí Rodríguez, todo el equipo de Pdvsa, el frente Francisco de Miranda, formamos el comando político, lo ajustamos un poco más, y entonces empezamos, mire, a remontar las encuestas, y las encuestas no fallan, las encuestas no fallan”.  

Las misiones fueron un éxito en materia electoral para Hugo Chávez, al menos hasta las elecciones presidenciales de diciembre de 2006. ¿Por qué no tuvieron el mismo efecto en el referendo constitucional de diciembre de 2007? La evidencia disponible parece apuntar hacia la segunda de las hipótesis arriba planteadas. Es decir, la red clientelar estructurada por el chavismo a partir de 2003 parece estar llegando a sus límites en cuanto a la capacidad de movilizar apoyos al Presidente. El supuesto autoritario no parece sostenerse en la coyuntura puesto que el programa socialista y de claro corte centralizador no logró la mayoría. En la sociedad venezolana parecen prevalecer los valores democráticos y pluralistas.  

A falta de información oficial disponible, hay que echar mano de las fuentes secundarias, reseñadas por la prensa, para conocer el estado de las misiones. A finales de 2007 todo indica que estos programas sociales atraviesan por una crisis operativa, financiera y de cobertura. El impulso inicial, resultado del alto gasto fiscal, la rápida ayuda cubana y las expectativas positivas que despertaron en la población, parece estarse agotando. Así, Mercado de Alimentos (Mercal) no ha podido mantener la oferta de alimentos de finales de 2006. La cobertura disminuyó en más de 1.500.000 personas y la escasez de productos de consumo masivo (leche, carne, huevos, entre otros) llegó a niveles preocupantes consecuencia del control de precios aplicado en 2003 y la incapacidad financiera y logística para importar[20].  

Por su parte, Barrio Adentro (BA) no ha podido cumplir con las metas establecidas en 2004. De los 8.573 módulos que se tenían previstos, el gobierno apenas ha construido 2.708. El 62% de los consultorios tipo 1 están inoperativos o funcionando a media máquina[21]. El programa está plagado de problemas como la escasez de insumos, la insuficiente cobertura, las deudas laborales y el  déficit de enfermeras[22]. El plan inicial de BA contemplaba la creación de comités de voluntarios que actuaran como promotores de salud trabajando en estrecha colaboración con los médicos cubanos y las otras misiones[23]. La participación comunitaria no se ha materializado, lo que unido al deterioro del servicio y la lenta expansión de BA 2 (centros de diagnóstico integral y salas de rehabilitación integral) ha mermado el impacto positivo en la población. BA opera en el área de atención primaria, mientras que los casos más graves son atendidos por los hospitales públicos que siguen sin mostrar mejoras significativas.  

Las restantes misiones (en octubre de 2007 su número ascendía a 25 en áreas tan variadas como la ciencia, renovación urbana, deporte o cultura) tampoco escapan a los problemas operativos, financieros y de cobertura. Por ejemplo, las mujeres que reciben subsidios en el marco de la misión Madres de Barrio disminuyeron de un máximo de 240.000 a 62.000 a finales de 2007. La misión Vuelvas Caras, que otorgaba becas para la formación técnica, fue sustituida por la misión Che Guevara en la cual se eliminaron las subvenciones.  

En suma, las misiones parecen haber llegado a un punto en el cual el simple gasto de recursos no es suficiente para alcanzar los objetivos planteados. El avance en su cobertura y el aumento de los efectos positivos en la población sólo será posible a partir de una mejor gerencia, eficientes procesos logísticos y preparación del recurso humano. Sin cambios profundos en la administración, cualquier gasto adicional en las misiones tendrá “rendimientos marginales decrecientes”. Si no se cambia la situación que prevalece a finales de 2007, el aumento de 23% en las asignaciones fiscales, estipulado en el  presupuesto de 2008, no arrojará resultados positivos y la base de apoyos al gobierno continuará deteriorándose. Allí radica el gran reto del gobierno de cara a las elecciones regionales en 2008 y de la Asamblea Nacional  en 2009.  

No tiene nada de inusual que los sistemas políticos se estructuren como mecanismos de distribución de beneficios. La llamada democracia puntofijista asumió esa forma y durante muchos años logró mejorar las condiciones sociales de la población y alcanzar estabilidad política. Incluso países de larga tradición democrática no podrían alcanzar estabilidad sin cortejar o asignar beneficios materiales a determinados grupos de su población. Por ejemplo, Thomas Antón ha descrito, desde una perspectiva histórica, al gobierno de los Estados Unidos como “una agencia creada para hacer “cosas” para grupos específicos de personas… es posible conceptualizar el propósito del gobierno estadounidense como la creación y distribución de beneficios a grupos escogidos de la población” [24]. Esto en la democracia más longeva y estable del mundo.  

Los problemas de gobernabilidad se presentan, por una parte, cuando los sistemas políticos no son capaces de representar adecuadamente a todos los sectores de la población, condición que es necesaria para garantizar el orden y la convivencia pacífica entre los distintos actores de la sociedad; y, por la otra, cuando las expectativas crecientes que genera todo proceso de distribución de beneficios materiales no pueden ser satisfechos por el aparato administrativo. No importa cuan elevado es el gasto público, las expectativas de la población siempre crecerán más que proporcionalmente.  

El punto es que los mecanismos de asignación material de beneficios se unen así a la adecuada representación de los distintos grupos sociales, la tolerancia y el respeto a los adversarios para generar estabilidad política.  

Hugo Chávez consolidó su poder mediante la polarización social y la movilización popular, al tiempo que creaba una extensa red clientelar. La búsqueda de consensos jamás figuró en su programa político. El proyecto de reforma constitucional de 2007 fue la más acabada expresión de una conducta política unilateral, no negociada, que polarizó a la sociedad y rechazó cualquier consenso con los sectores que le eran adversos. La propuesta sembró dudas, incluso, entre sus propios partidarios. Al mismo tiempo la red clientelar falló: la mala gerencia deterioró los programas sociales, el control de precios generó escasez de alimentos básicos, el alto gasto público aumentó la inflación y los subsidios (especialmente el cambiario) terminó favoreciendo más a los sectores de clase media que a los más pobres que tradicionalmente lo han apoyado. El resultado fue una disminución del apoyo electoral y el fracaso en aprobar su proyecto de reforma constitucional.  

Conclusión    

Este artículo intentó explicar la derrota de Hugo Chávez en su intento de aprobar la reforma constitucional de 2007. Para ello se plantearon dos supuestos teóricos sobre el gran apoyo político-electoral que ha disfrutado el Presidente a lo largo de sus 9 años de gobierno. El resultado de referendo daría soporte a uno de esos supuestos, aunque no necesariamente negaría el otro.   

El primer supuesto establece que el apoyo a Chávez es la consecuencia de la ruptura de una gran parte de la población con los valores democráticos que venían gestándose en la sociedad venezolana desde hace muchas décadas. Tal ruptura hizo posible un gobierno personalista pero legitimado por un amplio apoyo popular. El segundo supuesto plantea un escenario más pragmático o acomodaticio que no es extraño a ningún sistema político: llevado al extremo origina gobiernos populistas. En este escenario, los apoyos al chavismo se derivan de la asignación de beneficios materiales. El futuro del chavismo dependería mayormente de la capacidad financiera para satisfacer las expectativas crecientes que se generan en la población. Ambos supuestos no son excluyentes porque al ser la sociedad venezolana esencialmente pluralista no es posible reducir su complejidad a un simple supuesto teórico.  

El fracaso electoral de la propuesta chavista se ubicaría mayormente bajo el segundo supuesto. Hemos explicado los apoyos al Presidente como el resultado de una amplia red clientelar que otorga beneficios y genera expectativas crecientes. Al fallar la red, las expectativas se frustran y los apoyos se deterioran. Así se explicaría el resultado electoral de diciembre de 2007.  

No es posible afirmar, sin embargo, que la sociedad venezolana está libre de elementos autoritarios. Se trata de una sociedad plural y en transformación donde es posible encontrar segmentos de población que no valoran la democracia. Términos modernos, como podría ser la atomización social, en el sentido que le dio Peter Drucker, ayudarían a entender la relación de esos ciudadanos con el poder. Al pertenecer a una realidad donde “la sociedad deja de ser una comunidad de individuos unidos por un propósito y se convierten en un tumulto de átomos asiladas”[25], los individuos son fácilmente manipulados y aceptan como válido cualquier mensaje por absurdo que sea. Existe en estas situaciones una relación directa entre el líder y la masa. Normalmente, la atomización social es el resultado de graves crisis económicas y sociales que destruyen el tejido social, como las que ha sufrido Venezuela en las últimas décadas.  No cabe duda que Chávez se ha nutrido de esos sectores, así como otros lo han hecho en el pasado.   

Una democracia fuerte depende de la creación de bienestar para sus ciudadanos, pero también de la capacidad que tenga el sistema político para representar adecuadamente a todos los sectores de la sociedad. El respeto al pluralismo y la igualdad ante la ley son tan importantes como la base material (creación y justa distribución de la riqueza) para la estabilidad de un gobierno o sistema. La creación de apoyos políticos por medio de la asignación de beneficios materiales es un proceso inestable y lleno de incertidumbres, dada la naturaleza de las economías modernas. Además, las expectativas tienden a crecer más que los beneficios distribuidos, creando así nuevos factores de perturbación. Y ello es especialmente cierto en un país tan dependiente del ingreso petrolero como Venezuela.  

Especular sobre el futuro del chavismo pasa por analizar sus dificultades para crear apoyos de largo plazo. El resultado del 2D parece ser una muestra de esos problemas.                                                                                                                       fspiri@gmail.com


[1]Díaz Rangel, Eleazar: Todo Chávez. De Sabaneta al socialismo del siglo XXI. Segunda edición. Editorial Planeta. P.206.

[2]Caballero, Manuel: Las crisis de la Venezuela contemporánea (1903-1992). Alfadil Ediciones. Caracas, 2004. P. 11.

[3] Villegas, Vladimir: Una derrota que puede ser salvadora. El Nacional, 4-12-2007. P. 6.

[4] León, Luis Vicente: Púyalo…que vamos bien. El Nacional, 9-12-2007. P.4-8.

[5]Oscar Figueroa, secretario general del Partido Comunista de Venezuela. El Universal. 23-12-2007. P.1-2.

[7] Caballero, Manuel: Los tres pilares del chavismo. El Universal, 15-11-2004. P.1-6.

[8] Caballero, Manuel: El más corrompido de la historia. El Universal, 23-9-2005. P. 4-8.

[9] Guerra, José: ¿Qué es el socialismo del siglo XXI?. Ediciones del autor. Caracas, 2006. P. 68.

[10] Párraga Mariana: “Precio del crudo batió récord de 1981”. El Universal, 5-11-2007. P. 1-13. 

[11] Olivares, Francisco: “Megaestado”. El Universal, 4-12-3007. P.1-20.

[12] Alfonso, Carmen Sofía: “36% ha disminuido el parque industrial por políticas oficiales”. El Nacional, 3-12-2007. P. 14. 

[13] Santos, Miguel Angel: Programas sociales y tasas de participación laboral: ¿Por qué está cayendo en desempleo en Venezuela? Serie  Diálogo Democrático. ILDIS. Julio, 2007. 

[14] Banco Mercantil. Boletín económico mensual. Septiembre 2007. P.11.

[15] Una descripción y análisis de las misiones se encuentra en: Lacruz, Tito: La propuesta social del gobierno bolivariano: las misiones. En: Una mirada sobre Venezuela: reflexiones para construir una visión compartida. UCAB y Fundación Centro Gumilla. Caracas, 2006, y Castillo, Laura Helena y López Edgar: El gobierno paralelo de las misiones. El Nacional, 28-10-2007. Siete días. P.1.

[16] Brito García, Luis: Por la salvación de los inocentes. Últimas Noticias. 23-12-2007. P. 48.

[17] Corrales, Javier: Hugo Boss. Foreign. Affaris. January-February, 2006. P. 38.

[18] Véase: Taller de Alto Nivel. “El nuevo mapa estratégico”. Intervenciones del presidente de la República Hugo Chávez Frías. 12 y 13 de noviembre de 2000. Texto editado por Marta Harnecker. P. 46. Subrayado nuestro.

[19] ¿Críticos en qué? ¿Política o socialmente?

[20] Tejero Puntes, Suhelis: “Misiones en su mínima expresión”. El Universal, 10-12-2007. P.1-16.

[21] Castillo, Vivian: “Gobierno sólo construyó 20% de módulos de Barrio Adentro”. El Universal, 16-12-2007. P. 1-10.

[22] “Médicos de Barrio Adentro protestan ante el Ejecutivo”. El Universal, 13-12-2007. P. 1-7.

[23] Lacruz, op cit, p. 176.

[24] Anton, Thomas: American Federalism and Public Policy. How the System Works. Random House. New York, 1989. P. 30. (Traducido del inglés).

[25] Citado por: Paxton, Robert: Anatomy of Fascism. Alfred A. Knopf. New Cork, 2004. P. 332. (Traducido del ingles).


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