El
sustantivo fraude es viejo en Castellano. Aparece ya en el
Diccionario de Autoridades (1732), el primero de la Real
Academia Española, y su contenido semántico ha variado muy
poco. Lo cual quiere decir que es muy vieja también la costumbre
de actuar fraudulentamente. El DRAE en su última edición (2001) lo
define así: ³Acción contraria a la verdad y a la rectitud, que
perjudica a la persona contra quien se comete. || 2. Acto
tendiente a eludir una disposición legal en perjuicio del Estado
o de terceros. || 3. Der. Delito que comete el encargado de
vigilar la ejecución de contratos públicos o de algunos privados,
confabulándose con la representación de los intereses opuestos. ||
en % de acreedores, loc. adj. Der. Se dice del acto
del deudor, generalmente simulado y rescindible, que deja al
acreedor sin medios de cobrar lo que se le debe². El DRAE
registra también el sustantivo fraudulencia, como
equivalente a ³fraude² o para indicar la ³Cualidad de fraudulento²;
el adverbio fraudulentamente (con fraude) y el
adjetivo fraudulento, ta, que significa ³Engañoso y falaz².
También el verbo fraudar (³Cometer fraude o engañar²) y el
adjetivo fraudador (que comete fraude), ambos con la marca
de desusados.
Al caer en desuso el verbo fraudar, el sustantivo fraude
queda huérfano de un verbo que específicamente designe la acción
de cometer actos de esa naturaleza, por lo que hay que apelar al
verbo defraudar, que sólo en parte e imperfectamente se
asimila a la idea de cometer fraude: ³Privar a alguien, con
abuso de su confianza o con infidelidad a las obligaciones
propias, de lo que le tocaba de derecho. || 2. Frustrar,
desvanecer la confianza o la esperanza que se ponía en alguien o
en algo. || 3. Eludir o burlar el pago de los impuestos o
contribuciones².
Doña María Moliner, en su monumental Diccionario de uso del
español, define el fraude como ³Engaño hecho con
malicia, con el cual alguien perjudica a otro y se beneficia a sí
mismo. Engaño delictivo. Defraudación al fisco².
Diccionarios más recientes al definir el sustantivo fraude
son más escuetos y menos explícitos que el DRAE, y ponen especial
énfasis en el fraude económico y financiero. Pero insisten en el
componente de dolo y engaño que define la acción fraudulenta.
En Derecho se menciona con frecuencia el llamado fraude a la
ley, que es el uso de artimañas y engaños para burlar el
cumplimiento de una o varias normas jurídicas. Es lo que ocurre,
por ejemplo, cuando un deudor se insolventa engañosamente
traspasando sus bienes a otras personas, e impide de ese modo que
el acreedor cobre la deuda.
Este concepto se maneja especialmente en el Derecho Internacional
Privado, pues la aplicación de leyes de un país en relación con
nacionales de otro país que se rigen por sus propias leyes se
presta mucho a fraudes de este tipo. Lo vemos, por ejemplo, con
extranjeros que van a ser expulsados del país, y mediante un
matrimonio fraudulento, aunque formalmente legal, con una persona
de nacionalidad venezolana logran evitar la expulsión.
Curiosamente, ninguno de los diccionarios generales consultados
hace referencia al llamado fraude electoral, muy frecuente
en numerosos países, por lo que la expresión es de uso corriente.
Pero sí lo definen diccionarios especializados en el área
jurídica. Guillermo Cabanellas, por ejemplo, en su Diccionario
de Derecho Usual (1953), bajo el artículo Fraude dice,
entre otras cosas, lo siguiente: ³En lenguaje político
sudamericano, por fraude se entiende el uso de maniobras
ilícitas en la preparación y convocatoria de elecciones, en la
emisión del voto, en los escrutinios y en la proclamación de
electos, sobre todo simulando actas o desconociendo las
verdaderas² (Tomo II, p. 223) .
No creo que el concepto jurídico de fraude electoral sea
propio de Sudamérica, pues si bien el fenómeno de fraude
electoral hoy día es casi desconocido en la mayoría de los
países europeos, no es menos cierto que en algunos aún se
practica, y en América tampoco es exclusivo de los países del sur,
pues se da por igual en casi todos los demás del Continente,
incluyendo los propios Estados Unidos, donde el atrasado y
antidemocrático sistema electoral se presta a ello, como ocurrió
precisamente hace tres años, en la elección del actual presidente,
en la cual se perpetró un fraude más que evidente.
La palabra fraude deriva del vocablo latino fraus,
fraudis (Mala fe, engaño, falsedad, malicia, astucia,
perfidia), lo cual prueba que ya entre los romanos existía tal
tipo de delito.
