Los voceros
del Psuv, siempre tan creativos para la farsa y la estafa
política, andan promoviendo una campaña de recolección de
fondos que llaman “un día de salario para el Psuv”. Declaran
que se trata de una fuente muy principal para su
financiamiento con miras a la campaña electoral, y su
mecanismo consiste en la aportación “voluntaria” de una
jornada salarial por parte de los funcionarios públicos. El
cuento casi enternece...
Días atrás,
sin embargo, la Asamblea Nacional también participó en el
levantamiento de recursos políticos para la campaña
continuista, y no de a poquito sino con cifras astronómicas.
Veamos.
La bancada
oficialista aprobó un crédito adicional por 198 millones
(198 mil millones de bolívares anteriores) para una
fundación de activistas bolivarianos, adscrita al ministerio
de Agricultura y Tierras; y acto seguido aprobó otro crédito
adicional por 1.196 millones (un billón, 196 mil millones de
bolívares anteriores) para el ministerio de Comunicación e
Información, o sea el ministerio de propaganda
político-electoral. ¿Qué tal?
En
realidad, toda la gestión presupuestaria y
para-presupuestaria del Estado bolivarista se encuentra en
función de la campaña releccionista del señor Chávez. Léase,
presupuesto ordinario, créditos adicionales, fondos
paralelos, nuevo endeudamiento, etcétera. Por ello, la
consigna ésa de “un día de salario para el Psuv”, debería
cambiarse por la de “un año de presupuesto para el Psuv”.
Y en
verdad, no sólo de un año sino de todos los años
presupuestarios del régimen imperante, porque los mucho más
de mil millardos de dólares recibidos y despachados por la
“revolución” en el siglo XXI, se han destinado, en una
medida considerable, a las tareas del activismo
político-hegemónico, incluyendo, no faltaba más, la
“logística” dirigencial...
Y volviendo
al citado crédito adicional para el Minci, tenemos que éste
representa un aumento del 60% con respecto al monto
establecido de 742 millones (742 mil millones de bolívares
anteriores) en la Ley de Presupuesto de 2012, digamos que
formalmente vigente. Y si además se agregan otros créditos y
recursos, es probable que ya esa cifra haya sido más que
duplicada.
Y ojo, los
billones del Minci son sólo una parte del gasto
comunicacional de la “revolución”, porque los otros 30
ministerios también tienen abundantes recursos para
propaganda, así como también el innumerable elenco de viejos
y nuevos organismos públicos, amén de las gobernaciones y
alcaldías oficialistas, y ni hablar de los fondos paralelos,
de cuyas botijas salen cuantiosas cantidades para el mismo
fin.
Una de las
“características” centrales de la satrapía vernácula es la
más completa eliminación de toda frontera entre la función
pública y el proselitismo partisano. De hecho, lo primero se
encuentra férreamente subordinado a lo segundo. Y no
importan las diáfanas separaciones constitucionales, porque
en este departamento la Constitución no es mera letra muerta
sino vandalizada.
El descaro
es de tal naturaleza, que esa consigna muy publicitada de
que “con tus tributos consolidamos el buen vivir”, se podría
sustituir por esta otra: “con tus tributos consolidamos el
mal campañear”... ¿Y el CNE qué dice? Bueno, lo mismo de
estos años: “que Venezuela tiene el mejor sistema electoral
del mundo”. Para los jerarcas que portan la boinacolorá, de
seguro que es así.