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Cabello y el cuadro cerrado
por Fernando Luis Egaña
sábado, 07 enero 2012


    La dimensión electoral del año 2012 y la "variable oncológica" ayudan a explicar que la satrapía se cierre todavía más sobre sí misma, y que las principales posiciones sean ocupadas por los más antiguos y probados escuderos. No es época para ningún tipo de apertura, así se trate de simulaciones habilidosas. No. Es el tiempo de cerrar filas cual proceder de la cosa nostra...

 

    De allí, seguramente, el nuevo encumbramiento de Diosdado Cabello, primero como "segundo" del Psuv, y ahora como presidente de la Asamblea Nacional. Cabello viene de los comacates de los años ochenta y su escoltada fidelidad al jefe único, debe tener, sobre todo ante la incertidumbre, un valor muy pero muy especial. Como un nudo con los militares y la nueva oligarquía sucedánea, ha sido entendido el re-ascenso de Cabello en medios de prensa del exterior. Pueden estar en lo cierto.

 

    La desconfianza del mandonero en los llamados "cuadros civiles" no es nueva, pero ahora tiene motivos especiales para afinarla: los quebrantos de salud tienen un gran potencial desestabilizador y por ende se requiere de gente dispuesta a acatar órdenes con premura militarizada. Y ese no era el caso de Soto Rojas, o de otros como él que algún tipo reserva ético-política deben mantener en las entendederas.

 

     Por eso no importa que el seleccionado como mano derecha del comandante-presidente sea uno de los personajes más denunciados en los anales de la corrupción venezolana. Lo que le importa al decidor exclusivo es la obediencia exclusiva, y en este departamento Cabello ha dado demostraciones sin par. Bastaría recordar las aún recientes humillaciones televisivas que le solía infligir el señor Chávez, a propósito de sus desmanes como ministro de Obras Públicas y Vivienda, y este apenas balbuceando: ordene mi Comandante...

 

     Y siguiendo el razonamiento, también puede haber "cambios" en los otros "poderes públicos" que, si bien son meros decorados, siempre pueden atornillarse un poquito más. En el Tribunal Supremo o en otras instancias, vale decir el CNE, siempre podrá ubicarse o empoderarse a alguien más confiable, más seguro, más dispuesto a cumplir los dictados de Miraflores. Y tampoco debería de sorprender que figuras al estilo de Cabello fueran alistadas o reincorporadas en el anillo gubernativo más cercano.

 

    El señor Chávez está jugando cuadro cerrado con el grupito de los tenidos por más incondicionales. Uno supone que ello debe contar con el visado de Fidel Castro, quién nunca ha comido cuentos en esta materia. Y en ese sentido el poder de la familia debe estar fortaleciéndose día a día. Si la cosa ha funcionado en Cuba, ¿por qué no en Venezuela?, pensarán los Castro Ruz y los Chávez Frías.

 

    Mientras tanto, Cabello despunta como el número dos en la jerarquía protocolar del Estado bolivarista, o acaso como el principal segundón de la jefatura revolucionaria. Y no hay que ser de Monagas para saber que eso es una pésima noticia para buena parte de la dirigencia oficialista del país. Pero en especial es un síntoma de que la satrapía desconfía hasta de su propia sombra.  

flegana@gmail.com
 

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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