La dimensión electoral del año 2012 y
la "variable oncológica" ayudan a explicar que la satrapía
se cierre todavía más sobre sí misma, y que las principales
posiciones sean ocupadas por los más antiguos y probados
escuderos. No es época para ningún tipo de apertura, así se
trate de simulaciones habilidosas. No. Es el tiempo de
cerrar filas cual proceder de la cosa nostra...
De allí, seguramente, el nuevo
encumbramiento de Diosdado Cabello, primero como "segundo"
del Psuv, y ahora como presidente de la Asamblea Nacional.
Cabello viene de los comacates de los años ochenta y su
escoltada fidelidad al jefe único, debe tener, sobre todo
ante la incertidumbre, un valor muy pero muy especial. Como
un nudo con los militares y la nueva oligarquía sucedánea,
ha sido entendido el re-ascenso de Cabello en medios de
prensa del exterior. Pueden estar en lo cierto.
La desconfianza del mandonero en los
llamados "cuadros civiles" no es nueva, pero ahora tiene
motivos especiales para afinarla: los quebrantos de salud
tienen un gran potencial desestabilizador y por ende se
requiere de gente dispuesta a acatar órdenes con premura
militarizada. Y ese no era el caso de Soto Rojas, o de otros
como él que algún tipo reserva ético-política deben mantener
en las entendederas.
Por eso no importa que el
seleccionado como mano derecha del comandante-presidente sea
uno de los personajes más denunciados en los anales de la
corrupción venezolana. Lo que le importa al decidor
exclusivo es la obediencia exclusiva, y en este departamento
Cabello ha dado demostraciones sin par. Bastaría recordar
las aún recientes humillaciones televisivas que le solía
infligir el señor Chávez, a propósito de sus desmanes como
ministro de Obras Públicas y Vivienda, y este apenas
balbuceando: ordene mi Comandante...
Y siguiendo el razonamiento, también
puede haber "cambios" en los otros "poderes públicos" que,
si bien son meros decorados, siempre pueden atornillarse un
poquito más. En el Tribunal Supremo o en otras instancias,
vale decir el CNE, siempre podrá ubicarse o empoderarse a
alguien más confiable, más seguro, más dispuesto a cumplir
los dictados de Miraflores. Y tampoco debería de sorprender
que figuras al estilo de Cabello fueran alistadas o
reincorporadas en el anillo gubernativo más cercano.
El señor Chávez está jugando cuadro
cerrado con el grupito de los tenidos por más
incondicionales. Uno supone que ello debe contar con el
visado de Fidel Castro, quién nunca ha comido cuentos en
esta materia. Y en ese sentido el poder de la familia debe
estar fortaleciéndose día a día. Si la cosa ha funcionado en
Cuba, ¿por qué no en Venezuela?, pensarán los Castro Ruz y
los Chávez Frías.
Mientras tanto, Cabello despunta como
el número dos en la jerarquía protocolar del Estado
bolivarista, o acaso como el principal segundón de la
jefatura revolucionaria. Y no hay que ser de Monagas para
saber que eso es una pésima noticia para buena parte de la
dirigencia oficialista del país. Pero en especial es un
síntoma de que la satrapía desconfía hasta de su propia
sombra.