El ministro Diosdado Cabello afirma
que 27 familias tienen el control de casi el 30% de las
emisoras radiales del país. Si ello fuera cierto, sería
preferible a que un solo individuo --el señor Chávez,
alcanzara el comando directo del 40, 50, 60 o más por ciento
de los medios respectivos. Lo que sería el efecto de
transmutar 240 frecuencias activas y plurales en una misma
señal de la denominada "Radio Popular", según la propuesta
miraflorina. En Barinas, por lo demás, una solita familia,
¿cuál será?, controla la casi totalidad de los medios de
comunicación.
Porque de eso se trata la curiosa
lucha "contra el latifundio mediático". Sustituir a los
concesionarios independientes por otros de disposición
dependiente, sean oficiales u oficiosos, y que siga
abultándose la panza de la hegemonía comunicacional, vía
medios del Estado, de "amigos" del Estado, o del renglón
comunitario, que de genuina comunidad no tienen ni la
apariencia. El experto Andrés Cañizales ya habla del "conuco
mediático" para identificar la propuesta bolivarista.
La cubanización como política no es
una hipótesis sino una realidad creciente que, por lo demás,
lleva unos cuantos años en marcha. ¿O es que acaso
VTV, Vive TV, Telesur o Radio Nacional no son medios
cubanizados en su patrón propagandístico y hasta en su
manejo operativo? ¿Quiénes dirigen la llamada red de medios
oficiales, si no los funcionarios cubanos articulados o
sobrepuestos a sus pares venezolanos? Al igual, desde luego,
que en numerosos ámbitos del desempeño estatal.
Cuando los boinacolorá le ponen la mano a un medio ya
existente lo cubanizan, y cuando crean uno nuevo lo hacen
según el modelo cubano. El diario Vea, por ejemplo, es una
versión similar de Granma, el inveterado pasquín de la
revolución cubana. La Radio Nacional parece una repetidora
de Radio Cuba, y la Agencia Bolivariana de Noticias es la
sucursal caraqueña de Prensa Latina. Los noticieros de VTV
chorrean la factura cubana, y hasta retransmiten unas
arcaicas comiquitas habaneras que a los niños les debe dar
pena ajena.
Pero debe hacerse una precisión: la Cuba castrista es
una dictadura convencionalmente totalitaria que no admite
sino el monopolio de los medios de comunicación por parte
del Estado. Apenas unos pocos blogueros logran sortear el
férreo cerco de la burocracia informativa, con Yoanni
Sánchez a la cabeza. Pero la Venezuela bolivarista es una
neo-dictadura o dictadura con algunos ropajes de democracia,
en la que el control hegemónico de los medios se prefiere al
monopolio exclusivo e impresentable. Y esto por meros
motivos de conveniencia pragmática, en especial pensado en
los Insulzas de medio mundo.
Lo que se pretende, entonces, es aplicar una modalidad
adaptable de cubanización, y en muchas maneras hasta más
habilidosa o perversa. Reforzarla es la tarea de Conatel y
demás agencias parlamentarias o judiciales del régimen de
Chávez. Para ello se instiga la autocensura y se afina la
guillotina de la revocatoria concesional. El inmediato,
público y notorio acomodo de algunos radiodifusores, explica
el objetivo de la estrategia. La televisión por suscripción
o el denominado cable también está en la mira, y no
telescópica sino regimental.
Es trágico que el avasallamiento de la revolución
bolivarista impida la posibilidad de una discusión seria y
constructiva sobre los medios de comunicación en Venezuela.
Lo que toca ahora es defender los derechos de libre
expresión del conjunto de los venezolanos, cuya dominación
es el propósito de Miraflores.
¿Democratización del espectro radio-eléctrico? No, que va.
Cubanización del sector radio-televisivo es que lo buscan
imponer.