Lo grave del 15-F no fue sólo
que perdió el "no", sino que este tuvo gran chance de ganar.
Lo positivo fue que más de 5 millones de electores tuvieron
el coraje de votar contra el poder.
Hay que analizar lo que pasó en el referendo de la enmienda
con sentido crítico y espíritu constructivo. Porque se trató
de una campaña política que hace un par de meses lucía muy
cuesta arriba para el oficialismo: a mediados de diciembre
Datanálisis daba 53,5% por el "no" y 36,4% por el "sí",
Consultores 21 indicaba 56,8% por el "no" y 41,8% por el
"sí"; y Lacso señalaba 48% por el "no" y 38% por el "sí". Es
decir, 17,1%, 15% y 10% respectivamente a favor del "no" en
esas encuestas.
Esta no comenzó siendo una campaña quijotesca para el "no"
sino todo lo contrario: el rechazo mayoritario a la
reelección indefinida le justificaba una razonable
expectativa de triunfo. Pero no ocurrió así y ello debe ser
evaluado llamando las cosas por su nombre. La petición de
Antonio Ledezma sobre la necesaria autocrítica de la
oposición política debería ser atendida con interés y
reflexión.
Erran por omisión los que alegan que la campaña del "sí"
estuvo signada por el ventajismo y el desequilibrio. Esos
conceptos son absolutamente precarios e insuficientes para
retratar la realidad electoral. Lo que hay en Venezuela es
un sistema configurado para que haya una campaña hegemónica
--la oficial, y unas campañas relegadas --las opositoras.
¿Cómo puede ser distinto si el comando de la campaña
hegemónica es el Estado Nacional y sus fondos son la
tesorería nacional y las reservas internacionales?
Y la campaña hegemónica tiende a condicionar los resultados.
¿O acaso la negativa a inscribir nuevos votantes o la
presión avasallante a los empleados públicos no constriñe el
balance electoral? Algunos consideran que insistir en la
denuncia de esta metodología fraudulenta es inconveniente
porque estimularía la abstención. La verdad es que hablar
claro y saber dónde estamos parados es siempre preferible.
En este sentido, la campaña del "sí" perfeccionó los
mecanismos de la campaña hegemónica, y además el señor
Chávez se dedicó de lleno a ella desde el lunes 24 de
noviembre. En la acera de enfrente, quizá por la confianza
de las encuestas iniciales en contra de la reelección, el
grueso de la campaña comenzó a mediados de enero con las
manifestaciones estudiantiles. En su desarrollo se sintieron
ausencias notorias, sobre todo de algunos dirigentes
favorecidos el 23-N.
Es de consenso afirmar que el movimiento estudiantil fue el
motor central del "no". Por esa misma razón es que los
muchachos merecen que las cosas se evalúen y ponderen en su
justa dimensión.
La campaña del "no", por lo demás, fue muy limitada en
recursos, pero también en ideas y mensajes persuasivos. Nada
que ver, por cierto, con la campaña de los demócratas
chilenos por el "no" a Pinochet en el referendo de 1989, que
supuestamente habría servido de inspiración para la nuestra.
Pero a pesar de todos los pesares, más de 5 millones de
venezolanos alzaron su voto contra la satrapía, y la
votación no-oficialista en diversos estados mejoró
sustancialmente con respecto a comicios anteriores. Una
votación muy importante, en lo político y ético, que aún se
fundamenta más en el rechazo a la "revolución bolivarista"
que en la adhesión a una fórmula específica.
Ojalá y haya espacio para la necesaria discusión. Se puede
aprender del 15-F y se puede hacer como el avestruz. Lo
primero es lo deseable para seguir hacia delante.
flegana@gmail.com
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |