Inicio | Editor | Contáctenos 
 

Todas las violencias
por Fernando Luis Egaña
jueves, 22 enero 2009


En los últimos años la sociedad venezolana se ha convertido en una de las más violentas no ya de América Latina sino del planeta. Con un promedio de 14 mil muertes violentas por año, ya casi igualamos el número anual de asesinatos en el vituperado Imperio que, por lo demás, tiene más de 10 veces la población nacional.

Y es que en la Venezuela de la revolución bolivarista han "florecido" las más diversas categorías de violencia criminal. Comenzando por el hampa común, y siguiendo con la narco-violencia, la violencia política y también la institucional. El crimen organizado, tanto privado como oficioso y de Estado, ha hecho de nuestro país un verdadero santuario de lo ilícito.

En la actualidad, Venezuela concentra géneros de violencia que de manera específica azotan a diversos países de la región. Las bandas criminales o "Maras" de América Central también campean en nuestras principales ciudades, y hasta comparten el ejercicio de comandos policiales.

Los carteles del narcotráfico del norte de México y de Colombia se reproducen en buena parte del territorio venezolano. Desde la península de Paria hasta la región zuliana, pasando por enclaves de centro-occidente, los narcos foráneos y criollos se instalan y operan con relativa impunidad, e incluso con denunciada complicidad oficial. Hasta la conservadora Valencia se le empieza a denominar la Medellín venezolana.

La vecina narcoguerrilla ha fortalecido sus redes nacionales, y el paramilitarismo colombiano ya cuenta con émulos propios como el llamado Frente Bolivariano de Liberación (FBL) de amplio prontuario y documentada imbricación gubernativa, sobre todo en Táchira y Apure.

En Caracas, grupos como el "colectivo" La Piedrita hacen las veces de fuerzas de choque del oficialismo, y sus tropelías son amparadas, si no dirigidas, desde las cúpulas del poder estatal. Partidos políticos inscritos en el CNE, como UPV tienen brazos armados y hacen de las suyas con protección policial.

La violencia institucional de carácter retórico y material son un santo y seña del desempeño miraflorino. Basta escuchar cualquier discurso presidencial para percibir de inmediato el ánimo agresivo y amenazante contra todo lo que signifique disidencia y oposición.

Y encima, a los múltiples hechos de violencia física que se materializan como efecto de las arengas del señor Chávez, se les aplica el principio goebbeliano de la transposición, en virtud del cual a las víctimas se las quiere presentar como victimarios. Verbigracia, el ministro El Aissami acusando a estudiantes de la posesión de armas y explosivos sembradas por agentes del Estado.

La única violencia que aún no se despliega de forma indiscriminada es la del poder de fuego militar en las guerras intestinas. Pero ya se intentó hacerlo con los tanques en la fallida activación del Plan Ávila durante la aciaga tarde del 11 de abril del 2002.

Todas estas violencias tienen orígenes diversos y complejos, pero también tienen, desde hace no pocos años, un denominador común: el estímulo y uso de la intimidación y la fuerza para tratar de imponer un proyecto de dominación que, imposible de ser sellado por las buenas busca perpetuarse como sea.
 

flegana@gmail.com

 *

 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


© Copyright 2007 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.