La neo-dictadura es una adaptación
viral de la dictadura tradicional para burlar el sistema
inmunológico democrático. Y es lo que impera en Venezuela.
La diferencia capital entre una
dictadura convencional y la neo-dictadura, es que la primera
no disimula su aborrecimiento de la democracia, mientras que
la segunda aprovecha y manipula los recursos propios de la
gobernabilidad democrática para erigir un proyecto de
dominación del Estado y la sociedad.
El castrismo-comunismo o el
trujillismo-militarismo son ejemplos notorios de olímpica
anti-democracia, pero en cambio el chavismo-bolivarismo ha
sabido exprimir las reservas democráticas en provecho
propio.
La neo-dictadura no es una
dictablanda y acaso es más perversa en buena parte de su
proceder. Se asimila plenamente a la dictadura convencional
en su afán de control hegemónico y continuista del poder,
pero es habilidosa en el cuidado de ciertas apariencias, y
al respecto concentra sus esfuerzos para mantener y exhibir
la llamada legitimidad de origen o de carácter electoral: la
patente indispensable del esquema neo-dictatorial.
Y ello porque la cultura
democrática ha generado anticuerpos o mecanismos de defensa
que tienen peso en el concierto internacional y en la
opinión pública nacional. El principal es que los
gobernantes sean elegidos y no impuestos, y alrededor de
dicha coordenada es que se organiza la neo-dictadura. Otros
aspectos como el imperio de la ley, la existencia de un
régimen de libertades y el respeto de los derechos humanos,
son tergiversados de manera grotesca en el intento de forzar
una silueta diferente a la de la dictadura crasa.
De allí el concepto de "zonas de
tolerancia" o espacios de relativa autonomía o libertad
dentro de la jaula institucional de la neo-dictadura, en
variados ámbitos de la vida política, económica y social,
que serían inconcebibles en una dictadura clásica pero que
son esenciales para su mutante y contemporánea adaptación.
El límite de la zona de la tolerancia depende de que ésta
represente o no una amenaza a la neo-dictadura en su
propósito básico o el dominio hegemónico del poder.
Así por ejemplo, en las dictaduras
típicas se proscribe la actividad política de oposición,
pero en la neo-dictadura no se ilegalizan los partidos
opositores y se permite el despliegue de sus labores,
siempre y cuando se encuadren dentro de una zona de
tolerancia. Por esa razón, si un dirigente opositor se
destaca lo suficiente como para significar un riesgo
inmediato o eventual, entonces se le acosa, denuncia,
enjuicia, inhabilita, encarcela o exilia.
Y la configuración de zonas de
tolerancia se aplica para el sector privado de la economía,
para los medios de comunicación independientes, para la
educación no-estatal y, en fin, para cualquier área
principal del quehacer nacional. Y desde luego que la
neo-dictadura se empeñará en estrecharlas en la medida que
se sienta a la defensiva, incluso por obra de sus
innumerables desmanes.
La neo-dictadura tiene que ser
identificada y explicada para que se entienda bien cómo
funciona una dictadura disfrazada de ropajes democráticos.