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El entierro de la soberanía venezolana
por Fernando Luis Egaña
sábado, 15 agosto 2009


   En medio de la más ruidosa retórica oficial en supuesta defensa de la soberanía venezolana, los españoles legislan, los cubanos gobiernan, los del Alba aprovechan y los rusos cobran.

 

  Por ello, en vísperas de comenzar las conmemoraciones por el Bicentenario de la Independencia, la República tiene su soberanía vuelta un trapo de agujeros, o más bien una mortaja. Y es que el régimen de Chávez tiene tan pero tan endeudada a Venezuela, que casi lo único que le falta por hipotecar es el sarcófago de El Libertador en el Panteón Nacional.

 

    Gran parte del patrimonio nacional, incluyendo los yacimientos petroleros de la Faja del Orinoco ya fueron enajenados a cambio de más deuda para pagar las cuentas políticas.

 

    Algo tan elemental como la formación de las leyes se encuentra bajo el control de juristas extranjeros, en especial españoles, que son los que  redactan los proyectos de Ley que la Asamblea Nacional se limita a tramitar. Por eso los "parlamentarios" rojillos a veces ni conocen los documentos legales que supuestamente elaboran.

 

     Caso de la Ley de Educación que en la hora undécima aterrizó desde Miraflores en la Comisión respectiva de lo queda del "poder legislativo". Si hasta los togados de la madre patria se dan el lujo de enseñarles a los jueces criollos los principios socialistas sobre la administración de la justicia venezolana. Como si no hubiera ocurrido el 19 de abril de 1810...

 

      ¿Y los cubanos? Bueno, esos tienen en sus manos el gobierno del Estado central, desde la policía política y la identificación ciudadana, hasta los servicios de salud y la propaganda gobiernera, pasando por la supervisión militar, la gestión de los puertos y las importaciones de alimentos que paga el fisco.

 

       Nada hay que escape a la intromisión castrista, y cuando el propio Chávez se queja del desbarajuste que le arman sus ministros, suele desahogarse diciendo que tendrá que llamar a Fidel para que le ayude con el desastre. Que así será, que los cubanos fidelistas que han vuelto leña a su noble patria, son unos gerentes de primera en comparación con la montonera de boinacolorá.

    

   Mientras tanto, los socios del Alba se siguen beneficiando de los recursos, bienes y servicios que el Gobierno venezolano les regatea a sus ciudadanos. Así entendida, la cooperación se transmuta en succión parasitaria de los hermanos Castro Ruz, de Ortega, Evo y Correa, y ya Zelaya no cuenta por razones obvias. Aunque sigue cobrando.

 

      Al igual que cobran los vendedores de armas rusos, los mercaderes iraníes que son capaces de engatusar a cualquiera, los aliados de la Farc, los traficantes de toda índole que encuentran en Venezuela un santuario para sus lavanderías y, en fin, los empresarios foráneos que le prenden velas al mandón miraflorino para que siga acabando con la producción venezolana y siga importándoles desde la "a" de la arepa hasta la "zeta" del zapato.

 

      Y como guinda de la torta soberana tenemos lo siguiente: hasta que el señor Chávez le ofreciera a los rusos la posibilidad de instalar bases o apostaderos militares en nuestro territorio, ningún gobernante de Venezuela había permitido o siquiera sugerido tal opción con respecto a potencia extranjera alguna.

 

     Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Medina Angarita declinó las peticiones correspondientes de Estados Unidos, y eso que nuestro país era un firme aliado en la lucha contra los nazis. Ahora, el mandón no ha ocultado su interés en hospedar a los rusos en La Guaira o Palo Negro, para sorpresa y sorna de los hijos de Putin.

 

     Ironía sangrienta que la llamada revolución bolivarista le quiera rendir tributo al Bicentenario de nuestra soberanía, enterrándola con todo y sus atributos en el foso del entreguismo. 

flegana@gmail.com

 

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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