Profesar ideas socialistas y
luchar por ellas para que impregnen la orientación política
del gobierno y del conjunto de la sociedad es un derecho
amparado en la Constitución venezolana de 1999, así como lo
fue en las Constituciones de 1961 y 1947. Sin embargo, la
imposición forzosa del llamado socialismo bolivarista como
doctrina rectora, exclusiva y excluyente del Estado
nacional, es tan inconstitucional como los célebres Decretos
del 12 de abril de 2002. Ni más ni menos.
En ninguno de los 350 artículos y 19 disposiciones
transitorias de la Constitución de 1999 aparece el término
"socialismo". Tampoco en su Preámbulo ni en la engorrosa
"Exposición de Motivos" que se le añadió al texto original
para su segunda publicación en la Gaceta Oficial. De manera
que pretender erigir al supuesto Socialismo de Siglo XXI
como una especie de ideología oficial de la República,
equivale a pisotear esa Carta fundamental hasta volverla
trizas.
Constitucionalizar esa mezcolanza fue uno de los propósitos
del fallido proyecto de Reforma constitucional desaprobado
por la mayoría del electorado en diciembre de 2007. De
hecho, ese fue el tema crucial que impidió el éxito del
avasallamiento comicial rojo-rojito en aquella contienda
referendaria, sobre todo en lo relativo a las severas
restricciones a la propiedad privada.
De allí que hacerlo a la brava, por encima, por debajo y por
los lados de la Constitución, es una embestida de tenor y
alcance similar a los notorios decretos del Salón Ayacucho
de Miraflores, leídos en aquella charada del viernes 12 de
abril de 2002, que desfiguró por completo a la revolución
ciudadana del día anterior.
Ya muchos de los Decretos-Leyes derivados de la Ley
Habilitante del período 2007-2008, se propusieron
"legalizar" diversas materias contenidas en la referida
propuesta de Reforma. Recordemos las 26 leyes que en la hora
undécima fueron promulgadas sin ningún tipo de discusión o
participación previa. Algunas de las cuales, por cierto, han
inflingido graves daños a la economía productiva y al
sistema de derechos económicos establecido en el documento
constitucional.
Pero ahora como que aspiran a mucho más, es decir a
modificar in-extenso la redacción de la Constitución de 1999
a través de mecanismos "supra-constitucionales". Lo que
supondría un zarpazo tan fulminante a lo queda de Carta
Magna, que se asimilaría a los golpes de Estado más crasos
de nuestra historia, y hasta dejaría pálida a la maniobra
mancomunada que permitió derogar a la Constitución de 1961
por medios distintos a los en ella previstos.
Eso lo saben hasta en la Sala Situacional del entorno
palaciego, y por ello el señor Chávez anda invocando el
"carácter permanente del proceso constituyente", así sin
todavía mayores detalles, para tratar de darle una silueta
seudo-jurídica a un contrabando típico de las satrapías de
montonera. Acaso con esto, los abogados españoles que han
ido montando el andamiaje normativo de la "Quinta República"
se terminarán de post-doctorar en leguyerías caribeñas.
Como ni Chávez ni el Psuv --valga la redundancia-- se
atreven a someter a referendo una nueva propuesta de reforma
para entallar la Constitución al socialismo bolivarista,
pues están casi seguros que ni el CNE los salvaría de un
resultado adverso, entonces inventan el cuento de un
fantasmagórico poder constituyente, que emanaría de las
entrañas del colectivo comunal, y que sólo podría ser
correctamente interpretado y ejecutado por el sumo sacerdote
de la revolución, el propio Chávez con banda tricolor y
uniforme verdeoliva.
El sainete se vuelve trágico porque no sólo es posible sino
harto probable que ello ocurra. Isaías Rodríguez lo acaba de
plantear desde la Asamblea Nacional, y ya otras voces de ese
coro monocorde y mediocre del oficialismo andan por esas
mismas ramas. Mañana o pasado, las eminencias jurídicas del
régimen se explayarán en argumentos para sustanciar que el
socialismo se puede hacer constitucional por obra de la
metafísica constituyente... Ya el magistrado Carrasquero
debe estar tomando notas para una sentencia seminal.
Entre todo esto y el funeral definitivo de la Constitución
--porque buena parte de sus letras llevan años muertas-- no
hay pasos intermedios. Los autonombrados del 12 de abril
hicieron lo que pudieron para destruir el orden
constitucional. Los jerarcas del poder bolivarista tienen el
mismo empeño. Pero son mucho peores, por aquello de los
progenitores terminando de enterrar a la progenitura.
flegana@gmail.com
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |