Los
cuentos
chinos de
la
revolución
bolivarista por Fernando Luis Egaña
sábado, 30
agosto
2008
La
revolución bolivarista está repleta de cuentos chinos.
Literalmente hablando. Recordemos los más notorios en un
repaso sumario.
Desde que el señor Chávez visitó la China por primera vez, a
mediados de 1999, quedó muy impresionado con ese gran país.
Y no era para menos, porque la República Popular China había
logrado un progreso espectacular gracias a las políticas de
modernización y apertura económica de mercado que inició
Deng Xiaoping en 1978, y que fueron (y son) continuadas por
sus sucesores.
Y aunque el mandatario venezolano aún piensa que el avance
de China se debe a la cartilla del librito rojo de Mao
Zedong, ni corto ni perezoso ha hecho creer a sus
compatriotas que su llamada "revolución bolivarista" tiene
una especie de "alianza histórico-estratégica" con Beijing
que le produce maravillosos beneficios a la población
venezolana. Sería alentador que fuera así, pero la realidad
no se parece mucho a la retórica.
Así por ejemplo anunció hace añales un acuerdo seminal para
la construcción de 50 mil casitas chinas prefabricadas --en
una primera etapa--, que todavía no ha producido la primera
platabanda. De hecho, este gobierno en 10 años ha construido
menos viviendas que cualquiera de los quinquenios
precedentes de Leoni a Caldera II. Ni chinas ni criollas, el
potencial de desarrollo habitacional del país se ha visto
mermado aún cuando los presupuestos públicos destinados al
sector se han multiplicado.
Luego inventó que los chinos instalarían una base de cohetes
misilísticos en el Eje Orinoco-Apure, y ni siquiera un
triqui-traqui salió de aquello. Hasta el Dr. Giordani se
ruborizaba ante semejante desmesura. Y no sólo se difuminó
el cuento de la base, es que también se dejaron a un lado
los otros proyectos del referido Eje.
Más adelante proclamó que se montaría una planta para
ensamblar computadoras chinas en Paraguaná, y aún se están
esperando los primeros PC a pesar de tantos bombos y
platillos.
Después afirmó que China sustituiría a Estados Unidos como
el principal comprador de nuestro petróleo, y ahora somos
más dependientes que nunca de los gringos, entre otras
razones, porque producimos menos y además regalamos caudales
de crudo por cuenta del Alba.
Y por si fuera poco, el gobierno bolivarista echó por la
borda el gran acuerdo energético que existía entre Venezuela
y China en torno a la Orimulsión, y no contento con ello
acabó con la producción misma de ese innovador recurso.
Desde luego que toda esta parafernalia retórica no quiere
decir que en nuestro país no estén presentes importantes
empresas chinas, que lo están en el ramo petrolero y de las
telecomunicaciones, pero más como actividad
económico-comercial que como producto de algún "entente geo-político"
entre la avanzada China y la retrocedida Venezuela.
Por lo demás, el satélite contratado hace 9 años sí parece
que por fin despegará desde el Lejano Oriente. Por lo menos
se pega una.
¿Y el último cuento chino? El de la revolución deportiva en
las Olimpiadas de Beijing. Cortesía de la presión política
sobre nuestros valerosos deportistas. Lo que ya había
producido un descenso de medallas en los Juegos
Panamericanos de Río de Janeiro.
Ojalá que los chinos fueran los únicos cuentos que salieran
de la verborrea presidencial. Pero no, el descalabro
nacional con el petróleo en 100 dólares va mucho más allá.
flegana@gmail.com
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información