los voceros oficialistas les encanta acusar de "vendepatria"
a cualquiera que critique la revolución bolivarista. Y
mientras más conversos o pedigüeños sean los supuestos
"revolucionarios", con más ruido vociferan. Por eso vale la
pena precisar algunos conceptos elementales.
La
donación oficial a un gobierno extranjero de cuantiosos
recursos naturales que le pertenecen a la nación venezolana,
¿cómo se llama? ¿O es que el suministro de por lo menos 100
mil barriles diarios de petróleo al gobierno de los hermanos
Castro a cambio de medicinas anticuadas y hasta vencidas, no
es un delito de lesa patria y con mayúsculas?
Algunos cálculos prudentes señalan
que la factura petrolera que adeuda Cuba se acerca a los 10
mil millones de dólares, es decir una cifra no muy lejana al
valor total de los ingresos petroleros de Venezuela de hace
10 años. Y ello sin contar otras transferencias y
donaciones en materia financiera, petroquímica, comercial,
industrial, aeronáutica, militar y de servicios.
Y no sólo a Cuba sino también a Bolivia, Nicaragua, Ecuador
y a los Kirchner de Argentina. Atentar tan flagrantemente
contra los intereses del país, amén de su ordenamiento
legal, ¿no es acaso vender la patria?
¿Y qué nombre se le puede poner
al abandono de las legítimas reclamaciones territoriales de
Venezuela sobre el Esequibo? Abandono público y notorio
porque el propio jefe de Estado proclama que esa reclamación
era y es un instrumento del imperialismo gringo y británico
en contra de Guyana, para máxima sorpresa, por cierto, de
los mismos guyaneses que ni siquiera se habían atrevido a
vituperar de esa manera a la histórica posición venezolana.
De un sopetón el actual gobierno
de Venezuela ha echado por tierra todo el proceso que se
activó con el Acuerdo de Ginebra de 1966 y que había sido
consecutivamente continuado por todos nuestros gobernantes,
incluyendo al señor Chávez cuando empezó su gestión. Por
cierto que ahora el principal interesado en el Esequibo es
Brasil, y Lula sabe que puede acordar lo que quiera con
Georgetown, ya que Chávez no dirá ni pío, entre otros
motivos, porque no quiere perturbar su útil vinculación con
el mandatario brasileño. ¿Sería posible vender la patria de
una forma más literal y grotesca?
¿Y cómo calificar la conducta del
gobierno venezolano cuando se hace el loco ante denuncias
referidas a Estados del Caribe que están licitando
concesiones petroleras y gasíferas en áreas del territorio
marítimo de nuestro país? Porque no hace falta ser un
genio de la diplomacia para saber que la vista gorda es para
complacer los muchos votos del Caribe angloparlante en
instancias internacionales tipo la OEA.
¿Y cómo denominar el contubernio
con las Farc y la tenaz negligencia en el resguardo de
nuestras fronteras con Colombia? Hace años los
venezolanos nos quejábamos que no había presencia del Estado
colombiano en su lado fronterizo, y ahora son ellos los que
se quejan que no hay Estado venezolano en nuestro lado,
salvo, desde luego, para proteger a la narcoguerrilla.
Y en ese mismo sentido, ¿no son
trágicas las evidencias de qué nuestro territorio se ha
convertido en casi un paraíso para el narcotráfico, el
contrabando de minerales, el lavado de dinero y el tráfico
de armas? Todo ello en las propias narices del Ejecutivo
y las Fuerzas Armadas, que llevan tiempo rechazando la
cooperación internacional en la materia, tanto con países
vecinos como con organismos especializados, léase Interpol.
¿Cómo se llama eso? ¿Cómo justificar que Venezuela se haya
convertido en el país bisagra de Narcosur?
¿Y cómo también se llama cuando un
Gobierno entrega la dirección o supervisión de muchas de
sus operaciones importantes a funcionarios de gobiernos
extranjeros? Casos, por ejemplo, como la presencia del
G-2 cubano en las labores de inteligencia política y militar
del Estado venezolano, o el control de los iraníes en buena
parte de nuestra industria petroquímica, o el manejo de las
políticas de salud, de importación de alimentos y hasta de
transacciones petroleras por parte de delegados de La
Habana.
Y por si todo lo anterior fuera
poco, el señor Chávez se ha convertido en el primer
presidente venezolano desde la consolidación de la República
de Venezuela en 1830, es declarar públicamente y además en
un país extranjero, que le da la bienvenida a nuestro
territorio a fuerzas militares de una potencia
internacional.
Conste que no me refiero tanto a la
supuesta declaración en Moscú sobre la cesión de territorio
venezolano para la instalación de bases rusas, sino al
propio desmentido del propio presidente, en cuyas palabras
expresó que "le daría la bienvenida a la flota rusa a
nuestras costas y que sería recibida con banderas y
tambores".
Sí, en efecto, en Venezuela hay toda
una tribu de vendepatria. Y el cacique principal pronto
cumplirá 10 años medrando en Miraflores.
flegana@movistar.net.ve