Así como Simón Bolívar, en
especial por su célebre discurso en el Congreso de Angostura
de 1819, se ha convertido en el símbolo de la lucha para
rechazar - de nuevo - a la reelección perpetua, ahora
replanteada en el proyecto de Enmienda N° 1 a la
Constitución de 1999; así también el sempiterno Fidel Castro
debe ser consagrado como el modelo inspirador del
continuismo en el poder, que tanto persigue su discípulo
venezolano, el señor Chávez.
Porque, ¿de dónde sacó el mandatario rojillo la tesis de la
reelección indefinida? De la tradición venezolana no sería,
ya que esa figura constitucional, como tal, nunca ha
existido entre nosotros. Ambición continuista sí hemos
tenido, pero acotada por los límites de los períodos
presidenciales fijos en los respectivos textos
constitucionales, tanto del siglo XIX como del XX.
El caso del general Juan Vicente Gómez es distinto, ya que
sorteó el problema de la permanencia en el mando, no a
través de la reelección continua sino ocupando la jefatura
del Ejército que ejercía en Maracay, mientras designaba a
presidentes por encargo que le cuidaran el butaque
caraqueño.
Y es que el único país de América Latina que tiene algo
parecido a la reelección perpetua es la Cuba de los hermanos
Castro Ruz. El comandante Fidel se mandó casi 50 años
usufructuando en solitario el poder supremo de su
revolución, y ya enfermo le traspasó los cargos al fraternal
Raúl. En Cuba, por lo demás, sólo hay simulacros electorales
de segundo y tercer grado al estilo del socialismo ortodoxo,
esto es que cualquiera podía ganar siempre y cuando se
llamara Fidel, tuviera una barba bíblica y se vistiera de
uniforme verdeoliva.
La trayectoria del "padre Fidel", por tanto, es lo que el
señor Chávez debe tener en mente cuando proclama la consigna
del hasta el 2000 siempre... Y es natural que así sea,
porque al fin y al cabo el viejo sátrapa caribeño es la
fuente cardinal que nutre las ejecutorias de la revolución
bolivarista. En esta y otras muchas materias.
De manera que si existe un concepto en verdad exógeno a
nuestra realidad endógena, es, precisamente, el que una
misma persona se siente indefinidamente en la "Silla" de
Miraflores. Tan es así, que la mayoría del pueblo venezolano
rechazó la propuesta de reforma constitucional el pasado 2-D
del 2007, en un contexto político y económico mucho más
favorable para los propósitos del régimen imperante.
Un año y tanto después, el conjunto del país se prepara para
ratificar su decisión, en medio de presiones oficialistas de
todo tipo para tratar de constreñir la voluntad popular.
El dilema que vuelve a plantear la enmienda continuista es
sencillo. El "No" está representado por el Libertador Simón
Bolívar, en esa sabia y reiterada advertencia contra el
mando perpetuo como origen de la usurpación y la tiranía. El
"Sí" está simbolizado por la experiencia trágica y despótica
de Fidel Castro durante medio siglo de autocracia omnímoda.
En pocas palabras, Bolívar contra Fidel, son las opciones
que tenemos los venezolanos para escoger a cuál ejemplo
preferir.
flegana@gmail.com
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |