Además de las 26 leyes
decretadas el último día de la llamada Ley Habilitante, hubo
la número 27, anunciada como Decreto-Ley 6244 pero luego no
publicada en la Gaceta Oficial extraordinaria
correspondiente. Se trata de la "Ley Orgánica de
Telecomunicaciones, la Informática y los Servicios Postales"
que, al parecer, será pronto "discutida" y sancionada por la
Asamblea Nacional. Al menos así lo ha implicado su
presidenta formal, Cilia Flores.
La exposición de motivos del referido proyecto de ley
plantea por la calle del medio "la implantación de una
economía socialista, que deje de lado la ganancia y el lucro
como móvil de la producción". Una consigna que se repite,
palabras más palabras menos, en las demás leyes habilitadas,
quién sabe si redactadas por los asesores cubanos que moran
en Miraflores, o por los leguleyos españoles encargados de
darle contenido a la legalidad emergente.
Así mismo, el pretendido instrumento legislativo propone
crear impuestos adicionales, permitir que las
telecomunicaciones sean pechadas con tributos estadales y
municipales, aumentar el número de sanciones y supuestos de
revocatoria de concesión, así como reducir el período de las
concesiones de operación de 25 años a un máximo de 15.
En pocas palabras se busca espantar la inversión privada en
el vasto campo de las telecomunicaciones, para que la Cantv
roja-rojita y sus anexos terminen de configurar un obeso
monopolio. No se impide oficialmente la propiedad privada en
el área, pero se le coloca tantos obstáculos que en la
práctica se conforma una prohibición indirecta.
Ha circulado el texto de una disposición transitoria que
establecería lo siguiente: "El Presidente o la Presidenta de
la República Bolivariana de Venezuela podrá, cuando así lo
exigiere el orden público, la seguridad o los intereses de
la Nación, suspender la transmisión de comunicaciones
cursadas a través de los distintos medios de
telecomunicaciones, hasta tanto cesen los motivos que dieron
origen a la decisión, todo ello de conformidad con la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela".
Tal "norma" supondría una violenta violación de las
garantías constitucionales de libertad de expresión y
comunicación consagradas en los artículos 57 y 58 de la
Constitución de 1999, que ni siquiera pueden ser suspendidas
en el marco de la declaratoria de un Estado de Excepción.
Sin embargo, es bien sabido que para el señor Chávez y
compañía el texto constitucional tiende a cumplir las
funciones de papel toalé.
La ley 27 derogará formalmente la actual Ley de
Telecomunicaciones del año 2000, una de las poquísimas leyes
fructíferas del último decenio. Y ello porque fue producto
del consenso y contribuyó a impulsar el desarrollo del
sector. Y digo "formalmente", porque de hecho el cierre de
RCTV y demás tropelías conexas dejó en la lona a la citada
ley.
En 1999 y 2000, los encargados de Conatel, Diosdado Cabello
y Jesse Chacón, convocaron una amplia consulta para la
elaboración del proyecto de ley. En el 2008, hasta algunos
ministros del gabinete ejecutivo se enteraron por la prensa
de la existencia de una ley sustituta. ¡Cómo cambian las
cosas! Por cierto que un belicoso lector me señala que la
dupla antes mencionada fue sobornada para aceptar una ley
consensual. La verdad sea dicha, todo es factible en el
reino de la revolución bolivarista.
Para quienes piensen que esta ley no tiene que ver con sus
vidas normales, habrá que recordar que en Venezuela hay 23
millones de usuarios de telefonía celular y más de 6
millones de usuarios de Internet, y ni hablar del casi 100%
de los hogares con acceso a la televisión abierta y cerca
del 40% con alguna modalidad de televisión por suscripción.
Obvio que el conjunto del país se verá afectado por la
pretensión de redoblar la estatización de las
telecomunicaciones y la informática. Como ya lo están los
millones de usuarios de Cantv, que más bien son víctimas si
de Internet se trata. Una reciente encuesta revela que en
Venezuela cerca del 60% de los usuarios de la red busca
información para sus estudios. Ni la educación, pues, se
salvará de semejante retroceso.
Mientras en el mundo entero, desde la China olímpica hasta
el país subsahariano más remoto, los Estados pugnan por
atraer inversiones que modernicen y masifiquen la
tecnología, en la Venezuela del trueque y las monedas
comunales-coloniales, el Estado se empeña en ir para atrás
como una manera --se cree-- de mantener controlada a la
población.
Con Cantv hecha una Cadafe y ahuyentando al inversor
privado, la revolución bolivarista continúa su lucha sin
cuartel contra todo aquello que signifique progreso,
innovación y modernidad. Para muestra el botón de la ley 27.
flegana@movistar.net.ve
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Columnista,
profesor universitario y ex-Ministro de Información |