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Con el petróleo en 100 dólares
por Fernando Luis Egaña
viernes, 16 mayo 2008


      Siempre ha dicho Rafael Poleo que en nuestro país no es que haya buenos o malos gobiernos sino gobiernos con altos o bajos precios del petróleo. Una máxima que desde luego es relativa y discutible pero que ayuda bastante a explicar diversas realidades. Lamentablemente, el "desgobierno" de Chávez está probando que aún con los precios más elevados de toda nuestra trayectoria petrolera, la calidad gubernativa dista mucho pero mucho de estar aparejada con lo que significa el inmenso caudal de petrodólares.

En Venezuela cualquier gobierno módicamente razonable haría una obra afirmativa con el petróleo en 100 dólares. Pero las evidencias confirman que eso es mucho pedirle a la satrapía bolivarista.

   A la vuelta del siglo XXI, en el año 2000, el precio promedio de la cesta petrolera venezolana fue de 26 dólares, lo que ya representaba un aumento muy  significativo con respecto a los 15 dólares que promedió durante la década anterior, y además un incremento de 160% en relación a los 10 dólares que llegó a valer en el año terrible de la crisis asiática, rusa y latinoamericana de 1998.

   Con el petróleo en 26 dólares el horizonte parecía abierto para el aún naciente gobierno del presidente Chávez. Al fin y al cabo, en el quinquenio precedente de Rafael Caldera el promedio anual más alto fue de 18 dólares en 1996, y de sólo 14 en el conjunto del período.  Cuando los intentos de golpes de Estado contra Carlos Andrés Pérez en 1992, ese precio anual no llegó a los 15 dólares. Y en el tiempo en que gobernó Ramón J. Velásquez en 1993, el precio apenas pasó de 13 dólares.

     La presidencia del señor Chávez ha contado con la suerte de coincidir con la tercera gran bonanza de los precios internacionales, siendo que la primera ocurrió durante el primer gobierno de CAP y la segunda en el gobierno de Luis Herrera Campíns. Pero incluso ha sido una bonanza más duradera y más firmemente sustentada en el empuje del capitalismo mundial. Hasta Caldera I, y desde que comenzó la explotación industrial de nuestro petróleo en los albores del siglo anterior, ese precio acaso llegó a superar los 3 dólares el barril.

      Si en el 2000 alguien hubiera vaticinado que unos pocos años después el petróleo venezolano se vendería en 100 dólares, y que llegaría a ese récord no de sopetón sino luego de haber aumentado su valor de 26 dólares en el 2000 a 46 el 2005, y a 66 en el 2007 y a más de 100 en mayo del 2008, ese vaticinio habría hecho pensar que las posibilidades de desarrollo del país se abrirían de par en par, como nunca antes en la historia nacional.

     Trágicamente para los venezolanos de hoy y para la próxima generación, ello no sólo no ha sido así sino que muy por el contrario lo que se ha conseguido es una mezcla de estancamiento con retroceso y algunos magros avances que, vistos en la perspectiva de estas coordenadas petroleras, más bien ni se notan.

     Con el petróleo en 100 dólares, la deuda pública se ha multiplicado, la inflación está donde mismo estaba hace 10 años, la producción nacional retrocede a niveles de hace 2 y 3 decenios, la inversión foránea prácticamente ha desaparecido, la infraestructura nacional se ha deteriorado, las epidemias han rebrotado, los niveles de desempleo y pobreza apenas han mejorado --y ello según las remozadas estadísticas del INE, y el principal capital de la nación venezolana, que son sus jóvenes profesionales, se resquebraja porque éstos piensan que la Venezuela del presente no les facilita el futuro.

     Claro que las botijas fiscales, buchonas como nunca, alcanzan para el reparto político, clientelar, y socialmente dirigido a sustentar una base de dependencia y apoyo, que no de otra cosa se trata la "revolución bolivarista". Hay que ver lo que se podría hacer en Venezuela con 100 dólares el barril. Por eso, es en el tribunal de las oportunidades históricas malbaratas donde la satrapía no podrá evadir la condena.

       Sin embargo y a pesar de los pesares, debe expresarse que la posibilidad de superar el presente régimen y de iniciar una etapa de reconstrucción nacional tendría un soporte de no poca monta en la variable del boom petrolero. Una oportunidad que, como otras veces, no debería desaprovecharse.

flegana@movistar.net.ve

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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