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La avestruz de boinacolorá
por Fernando Luis Egaña
viernes, 12 diciembre 2008


     Nuestro Estado "revolucionario" anda en una realidad distinta a la del conjunto del país y de buena parte del mundo. Y es que los gobiernos de medio planeta están convocando a la unidad nacional para poder enfrentar los embates de la crisis económica global.

 

     Desde el bipartidismo en Washington hasta la concertación en Brasilia, pasando por los consensos europeos y asiáticos, la línea de acción es la misma: procurar acuerdos de amplitud para que diversos sectores políticos, económicos y sociales se pongan de acuerdo en programas de emergencia, ajuste y reforma estructural que impidan el agravamiento de la recesión.

 

     Pero en la Venezuela bolivarista no. Al contrario. Mientras más se desploma el precio del petróleo, más agresivo se vuelve el señor Chávez en contra de todo lo que no sea su entorno de poder. Las constantes cadenas de esta temporada navideña no tienen nada que ver con los problemas reales y crecientes de la nación, sino con la obsesión presidencial y patológica de atornillarse en la silla.

 

     El odio político que emana de Miraflores ha rebrotado con fuerza después del 23-N, y en la agenda oficial lo único que existe es la enmienda continuista, al tiempo que la cotización de nuestra cesta petrolera ya se ubica en menos de 40 dólares, casi 90 menos que su pico histórico de 126 dólares, apenas 5 meses atrás.

 

    Lo que ello significa no es difícil de entender, si se mantienen los actuales niveles de precios petroleros: en el 2009 tendremos dos tercios menos del ingreso petrolero obtenido en el 2008. Saque usted las cuentas, estimado lector.

 

    Bush y Obama se reúnen, Rodríguez Zapatero y Rajoy se encuentran, Lula y Cardoso se avienen, la coalición democristiana y socialdemócrata de Merkel se fortalece, Bachellet se abre a sus férreos opositores, otro tanto intenta el mexicano Calderón, ¿y en Venezuela qué?

 

    Pues nada, el señor Chávez se empeña en encarcelar a figuras de la oposición, le niega el sal y el agua a los nuevos gobernadores y alcaldes que no le sean afines, amenaza con seguir cerrando medios de comunicación, y todos los días se encadena para proclamar que quién manda y debe seguir mandando a perpetuidad, es él.

    

     En el discurso gubernativo no sólo no existe el más mínimo atisbo de buscar entendimiento alguno para hacerle frente a la catástrofe petrolera, sino que la consecuente y gravísima situación fiscal, financiera, productiva y social ni siquiera se menciona, a no ser por esos ridículos estribillos de que "la revolución esta blindada" o que "la economía venezolana es una de las más sólidas del mundo"...

 

     Hasta el BCV publica unos reportes publicitarios diciendo que todo marcha viento en popa... Pero, ¿hacia dónde? En verdad, no se necesita la sapiencia del Dr. Maza Zavala para saberlo: si los precios petroleros siguen como van, el futuro previsible sería de vacas raquíticas que dejarían pálidos a los períodos de penurias post-bonanza de otras épocas.

 

    Porque ahora la deuda pública se ha duplicado, el tamaño del Estado se ha triplicado, y la dependencia económica del ingreso petrolero se ha multiplicado hasta la enésima potencia. Y encima, gran parte de los llamados recursos excedentarios de los últimos años se han comprometido en un largo elenco de aventuras extranjeras, como la deuda argentina y el subsidio cubano.

 

     El país podría estar en la antesala de una crisis de envergadura humanitaria, y el señor Chávez y su nomenclatura continúan haciendo gala de una necia arrogancia. Como si el ignorar la realidad la hiciera desaparecer. Por ese camino, la avestruz de boinacolorá se puede quedar sin tierrita hasta para esconder el cogote.

flegana@gmail.com

 

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 Columnista, profesor universitario y ex-Ministro de Información


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